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Cuando Anne finalmente encontró a Diana pudo ver la vergüenza en su rostro y supo de manera inmediata que era Charlie Sloane el chico que le robaba el aliento. Ambas caminaron unos cuantos metros con el fin de irse a sus casas, Diana le explicaba a Anne que no sabía aún que haría con el muchacho que le había escrito la carta de amor.

–Lo pensaré –se atrevió a decir casi al final de su conversación, luego suspiró–. Es una suerte que los Cuthbert no te obliguen a estudiar para los exámenes, ¿verdad Anne?

Ella supo encogerse de hombros.

–No es tan bueno como parece.

Entonces revisó la carpeta que llevaba en sus manos, solo para darse cuenta que había olvidado su libro en aquella banca.

–Te puedo llevar –sugirió Diana, haciendo andar su bicicleta.

–Para nada ¡llegarás tarde a tu clase! –respondió la pelirroja corriendo– Luego te llamo.

Anne atravesó por un atajo con la esperanza de que el preciado y raro libro aun estuviese en el lugar que ella lo había dejado, pero su corazón se detuvo por un milisegundo al ver que alguien ya estaba sentado ahí hojeando el libro. La chica tomó aire y caminó a paso lento, miró al muchacho con confusión hasta que él volteó su mirada a ella. Anne retrocedió un paso olvidándose de como respirar.

–Ese libro... –empezó a decir.

–Ah, ¿es tuyo? –preguntó él cerrándolo.

Anne asintió sin decir palabra.

–Toma, Anne Shirley-Cuthbert –dijo entregándoselo y yéndose de ahí.

–¿Como sabes mi nombre? –preguntó girando su cabeza.

Él se giró, tenía las manos en sus bolsillos.

–¡Adivina! –dijo sarcástico.

–Por la tarjeta de biblioteca –afirmó ella algo apenada.

–Yo que tú borraría lo de «Concrete Road» –y se volteó.

La vergüenza se apoderó de ella y con un grito que él no escuchó le dijo: «¡La leíste!» Estaba enfurecida, por todo el camino iba repitiendo la palabra «Idiota» y apretando sus dientes. Cuando llegó a su casa la dijo por última vez e hizo una bola el papel donde tenía esa terrible versión de una grandiosa canción, sintió su garganta seca, por lo que decidió ir a buscar un poco de té helado en el refrigerador.

–«Yo que tú borraría lo de "Concrete Road"» –Anne trató de imitar la voz de aquel chico, entonces cerró la puerta del refrigerador de un portazo– ¡Vete al infierno!

Luego fue a su cuarto, abrió el libro y contempló nuevamente el apellido del donador: Blythe. Luego de minutos de comer papas fritas y llorar un poco con cada relato escuchó el sonido de la puerta principal.

–¡Volví! –el sonido de maletas hizo ruido en el suelo.

–¿Jerry? –preguntó– ¿Volvías hoy?

–Estoy exhausto –dijo con el sudor corriendo por su frente–, me trajo alguien que casualmente venía para acá. ¿Dónde está Marilla?

–En el seminario intensivo –respondió ella viendo cómo el muchacho desempacaba–, Matthew está en el trabajo.

–Podrías limpiar un poco ¿no crees? –empezó él– ¿Y la cena? ¡Anne! No recogiste los platos del desayuno.

Ella suspiró.

–Ahora me encargo –respondió levantandose con pereza.

–La señorita Marilla está ocupada, ¿no crees que deberíamos ayudarla? –Anne hacía mofas a sus espaldas– Pon a hervir el arroz, yo me daré un baño antes de preparar la cena –cerró la puerta del pequeño lugar.

Minutos más tarde, ambos se encontraban picando papas. Jerry al verla callada empezó a hablar.

–Mis padres quieren que vayas a visitarlos después de los exámenes –ella no respondió–. Estás estudiando para ello ¿no es así? –tampoco respondió– No te puedes descuidar solo porque Matthew y Marilla no te exigen.

–¡Lo sé! –respondió ella algo inquieta.

Esa misma noche, mientras Matthew, Marilla y Jerry conversaban en la mesa, Anne trataba de estudiar, pero al ver que su mirada no podía alejarse de el libro de cuentos de hadas, decidió guardar sus apuntes y retomar su lectura.

「𝐖𝐡𝐢𝐬𝐩𝐞𝐫 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐡𝐞𝐚𝐫𝐭 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 × 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭」Where stories live. Discover now