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Para la hora en que Matthew llegó del trabajo, la casa estaba hecha un desastre. Se escuchaban gritos por doquier.

–¿Que escuela te aceptará con estas notas? –decía Jerry.

–¿Que te importa? –respondió Anne– ¡No haré secundaria!

–¡Usa la cabeza! –dijo el chico como consejo– ¿Que vas a hacer con lo que has estudiado?

–Puedo decidir mi propio futuro.

–La realidad es que tus notas quedan grabadas por siempre.

–¡Mira quien habla! Tú no estudias ¡Solo trabajas medio turno, Jerry!

–Yo hago lo que hay que hacer, tú solo evades tus responsabilidades.

–Tengo cosas más importantes que hacer.

El hombre colgó su saco en el perchero, se quitó su corbata y caminó hasta donde ellos estaban.

–Anne, Jerry, dejen de discutir.

–Señor Cuthbert –dijo el muchacho–, estoy tratando de que abra los ojos, por favor, escuche lo que dice.

Matthew asintió.

–Vamos a hablar de eso en la cocina, Anne, quítate el uniforme, ponte el pijama y ven lo más pronto posible –luego de ver las notas, cuando estuvieron todos reunidos decidió hablar–. Anne ¿es cierto lo que dice Jerry?

–¡Sí que me importan mis notas!

–Pero acabas de decir que no quieres estudiar bachillerato –susurró Jerry.

–Tú dijiste que ninguna escuela me aceptaría –soltó con furia.

–Jerry –dijo Matthew–, ¿puedo hablar con Anne a solas? Marilla ¿Puedes venir?

Él dijo que , se levantó y se marchó. La mujer llegó como tan pronto fue solicitada.

–Está bien, Anne –comenzó el hombre– ¿Qué estás haciendo que sea más importante que estudiar? ¿Puedes decirnos de que se trata?

–Lo haré cuando llegue el momento –respondió sin verlo a los ojos.

–¿Es algo que tienes que hacer obligada? –preguntó Marilla.

–¡Solo tengo tres semanas para hacerlo! –respondió ella– Me estoy poniendo a prueba. Debo hacerlo.

–¿Ponerte a prueba? ¿Cómo? –preguntó la mayor– Si no nos dices, no podemos saberlo. ¿Es algo que no puedes contarnos?

–Sea lo que sea que estés haciendo en la biblioteca, me tiene impresionado –dijo el hombre–. Dejemos que haga lo que quiera. No todos somos iguales.

Ella suspiró preocupada.

–Anne –continuó Matthew–. Haz lo que creas que debes hacer. Pero no es fácil vivir de una forma distinta al resto, solo será tu culpa si no sale bien.

–Pero come con nosotros –insistió Marilla–. ¿De acuerdo?

–Sí, somos una familia –Matthew la vio a los ojos–. Jerry también es parte de ella.

–De acuerdo –dijo la pelirroja y se levantó.

Minutos más tarde, cuando se acercaba la media noche, Jerry asomó la cabeza hacia el escritorio de la chica.

–¿Anne? –ella levantó la mirada– A pesar de lo que dijo el señor Cuthbert, quiere que estudies.

–Lo sé –dijo cubriendo su cuaderno con sus manos–, lo llevaba escrito en la frente.

–Me mudo el próximo domingo –sonrió–, finalmente tendrás la habitación para ti sola, ¡que tengas suerte!

«¡Rápido!» Decía El barón en el sueño de Anne, ella corría por una cueva repleta de piedras de todos los colores posibles, hasta que se encontró con dos caminos. «Solo una es la auténtica» dijo el gato. «¿Cual? ¿Cual?» Preguntó angustiada. «¡Rápido!» Insistió el animal. Anne, completamente desesperada empezó a tocar todas las piedras radiantes de luz en las paredes, hasta que encontró una en el suelo que se llevó su completa atención ya que radicaba una brillante luz azul, la tomó con ambas manos como si hubiese sido un tesoro del cual estaba ansiosa por descubrir, hasta que cuando la vio con atención pudo darse cuenta que se trataba de un pajarito muerto. Habían pasado varios días desde la mudanza de Jerry y todavía no había señal de Gilbert. Sumida en la soledad y en una inmensa desesperación decidió acostarse en el suelo y hojear el libro en el que aparecía Francesco Ferio haciendo un violín en su celda. Sus ojos se cristalizaron y se imaginó a Gilbert en Cremona, trabajando arduamente como aprendiz en un pequeño y oscuro taller, entonces se echó a llorar.

「𝐖𝐡𝐢𝐬𝐩𝐞𝐫 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐡𝐞𝐚𝐫𝐭 ; 𝐀𝐧𝐧𝐞 × 𝐆𝐢𝐥𝐛𝐞𝐫𝐭」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora