"Día número dieciséis"

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No me hicieron nada.
Creo que fue suficiente con lo que ocurrió hace unos días.

Me dejaron tranquila por lo menos hoy, pero el que no se quedó atrás fue Félix.

Se acercó en el almuerzo, se sentó a mi lado y me comenzó a preguntar si estaba bien y la razón de que falté.

Recuerdo que solo dije:
—Tuve problemas familiares.

Así paró de insistir en saber.
Todo mundo sabe que es más que personal hablar sobre los problemas en casa, por esa razón opté por tomar esa medida.

Las demás clases no participé. Bueno, más bien jamás lo hago, pero esta vez ni siquiera lo quería intentar.
Algunas veces tengo la necesidad de querer alzar la mano, pero hoy ni eso quise.

En la última hora, la psicóloga de la escuela me llamó.

Ahí fue cuando sentí demasiado temor.
Traté de actuar como normalmente lo haría, pero no sabía que hacer, porque con solo verla sentada frente a mí, con un semblante tranquilo y esperando a que hablara. Hacía que mis nervios fueran presentes.

Trató de hablar conmigo. No sabía si ella se había enterado de algo, pero lo dudo mucho.
Lo confirmé en cuanto me dijo:

—¿Por qué siempre estás tan callada? ¿Puedo ayudar a que te expreses más en clases?

Entendí que llevaba tiempo evaluándome, por lo que no fue solo por mi actitud de hoy.
Estaba aliviada.
Ahora podía solo sonreírle falsamente y decirle:

—Soy tímida, no puedo socializar fácilmente. Creo que es normal en esta etapa, señorita Griffin.

Y creo que así me libré, porque la campana sonó y yo tenía que irme a casa.

Ahora me iba por un camino distinto, aunque fuera más largo por recorrer. Porque cada que miraba aquel callejón, volvía a escuchar mis gritos en mi cabeza, y las imágenes en mi mente volvían una vez más con todo, y la tortura incluida.

No pondré nada;
Wendy

𝗪𝗛𝗘𝗡?Where stories live. Discover now