XXIII

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Harry parecía estar sumido en sus pensamientos desde hacía un buen rato, completamente absorto. Ni siquiera había mirado más allá de su rebosante e intacto plato de comida. Mientras que Louis cada vez que tragaba levantaba la vista a la espera de la reprimenda del alfa por haber liado las cosas de tal forma. Sin embargo, parecía que ésta nunca llegaba.

El ambiente era tenso, el omega no se atrevía a pronunciar palabra.

Al cabo de un rato, el alfa se frotó las sienes y respiró hondo. Louis puso toda su atención en él levantando la vista.

—¿Qué cojones has hecho, krolik? —bufó Harry mirándole fijamente con el ceño fruncido. Su mirada parecía perdida, podía incluso jurar que notaba como los pensamientos del alfa iban más rápido de lo normal.

—Puede ser posible. —afirmó Louis convencido, sin retractarse ante su decisión.

Sabía que Harry se había alegrado al escuchar salir por su boca que había abdicado la corona en su hermana, lo sabía por la expresión de alivio que había puesto al enterarse. Esta había sido una forma de demostrarle que estaba completamente seguro de estar a su lado. Pero, al oír lo del Tágetek su cara había cambiado al completo. Era consciente de que aquello no le iba a gustar al alfa, pero no podía permitirse criar a su hijo y vivir en un lugar donde los omegas vivieran en esas condiciones.

Además, la duda de qué ocurriría con el bebé si éste fuera omega a la hora de presentar no paraba de rondar por su mente y eso le retorcía el estómago de una forma espantosa.

—Los alfas de Khrretz no están acostumbrados a relacionarse con omegas si no es durante el celo, Louis. Esto no puede salir bien. —argumentó Harry. Su tono de voz era relajado pero firme, casi como si se encontrara ausente. Por una vez parecía no querer hacer de la discusión una batalla campal y estaba dispuesto a hablarlo como una persona normal.

—Ya, bueno... tú tampoco lo estabas. —le interrumpió Louis bajito observando su reacción.

Harry simplemente negó con la cabeza. Su omega había sufrido mucho por su culpa, nunca se lo perdonaría a sí mismo.

—No hay espacio suficiente para todos. Sería una locura ponerse a construir cabañas después de la guerra. —cambió de tema y se sirvió un vaso de licor.

Louis le observaba fijamente.

—Podrían vivir en el Tágetek como siempre, hasta que encuentren una pareja. Y trabajar en cosas cotidianas, como limpiar las cuadras o cocinar. También podrían entrenar como los alfas, incluso luchar en las guerras. Los cachorros saldrán más fuertes si los dos padres lo son. —explicó Louis, sus ojos buscando los de Harry desesperadamente.  —Además, ¿qué pasará si nuestro bebé es omega? ¿Lo llevarás al Tágetek? —preguntó tragando saliva. Había soltado la pulla y ya no había vuelta atrás.

Harry empinó el vaso y se lo bebió de un trago sin hacer ni una sola mueca.

—No. —negó rotundamente con la voz grave. Parecía ofendido. —Es nuestro. Se quedará con nosotros sea lo que sea. —se frotó la cara tratando de disipar el enfado instantáneo y prosiguió. —No puedo dejar que ellos tengan puntos débiles. —farfulló rehuyendo de los ojos inquisitivos del omega.

—Un persona siempre luchará con más entrega si lo hace pensando en volver a ver a su familia. ¿No crees? —susurró Louis atrapando la mano del alfa por encima de la mesa. Ese tema les tocaba de cerca a ambos, y, además, era su última herramienta de persuasión.

Harry se levantó de sopetón estirándose del pelo como símbolo de frustración y Louis corrió detrás de él para tenerlo enfrente.

—Joder, siempre te sales con la tuya. —gruñó apretando la mandíbula y le apuntó con un dedo, amenazándolo. —Como esto salga mal, te juro que te vendo a una tribu extranjera.

Khrretz [L.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora