Capítulo 74

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Pasé mis dedos entre las sedosas hebras negras aún sonriendo. Aleksei me veía fijamente. Sin bajar su vista de mi rostro, a pesar de que lo que traía puesto era el pantalón de chándal negro y mi top deportivo.

– Tu hermano te decía bruja. ¿Lo hacía porque tienes algun tipo de poder o simplemente por tu carácter?

– Puede que por las dos razones –una risita salió de mis labios, pero luego me puse seria.

Había traído a mi hermano a la conversación y quizás era hora de revelar una de las cartas que tenía debajo de la manga. Nos quedamos viendo fijamente, él dándome mi espacio.

– Creo que tengo muchos problemas encima.

Ladeó la cabeza y estiró los brazos detrás de él.

– ¿Lo dices por la hermana de Ọdụm?

Miré al suelo. Mierda. No era tan difícil distinguir que ellos eran hermanos, eran idénticos. Habían cosas que no podía ser ocultadas, pero que él lo supiera...

– ¿Cuándo te diste cuenta?

– Desde que la vi.

– ¿Cómo?

– Sé absolutamente todo sobre cada animal de la manada incluídas las cosas... turbias que él Jefe no quiere que otros sepan.

– ¿Por qué?

Mi mente volvió a ponerse a trabajar.

Lo que Aleksei me estaba dando a entender: el Jefe sabía de la existencia de la hermana de Sack, ¿pero por qué nunca le dijo nada? ¿por qué le hizo creer a él, a todos, que su hermana había muerto?

Más preguntas sin respuestas.

– El Jefe... – carraspeó– , soy su rastreador por así decirlo.

– ¿Qué significa rastreador? –curiosidad pura en mi tono.

– Además de enviarme a misiones,  yo busco a los que intentan fugarse de la organización y les recuerdo lo que pasaría.

Mmm. Hablaba de matarlos, o de matar a sus familias.

– Ọdụm es su hijo. Nunca se fugaría –supuse.

No preguntó cómo yo sabía eso.

– El Jefe es..., muy maquinador, a tal punto de no confiar en nadie y su heredero es muy impredecible. No confía ni siquiera en Ọdụm.

Para mi Sack siempre había sido todo lo contrario.

– ¿Y en ti sí?

– Yo tuve que pagar por su confianza, pero estoy seguro de que tampoco confía en mí.

Uno: sabía que no se refería en lo absoluto a pagar con dinero. No pregunté al respecto. Dos: el Jefe no confiaba en nadie, ni siquiera en su propio hijo.

No confíes en nadie. No confíes en nadie. No confíes en nadie.

– Pero, ¿por qué razón el Jefe le ocultaría eso a Sack..., eh..., a Ọdụm?

Me corregí rápidamente al ver como los ojos de Aleksei se oscurecían. En algún momento tendría que saber la razon por la que esos dos no se llevaban bien. Luego le preguntaría a Leeh.

– Annabelle.

Ese tono... Yo debía de estar llegar a un punto delicado.

– Será mejor que me lo digas o te largas.

TraidoresWhere stories live. Discover now