Capítulo 75

6 2 0
                                    


Tantas cosas que gestionar...

– ¿Qué pasa? –Aleksei dijo suavemente aún jugando con mi cabello.

De todo, quise decir.

– Me preocupa la salud, tanto mental como física de Valentina –suspiré.

– ¿Dónde la escondiste?

Lo miré mal.

– No la escondí, está arriba viendo un canal para niñas con Simba.

– ¿Y cuál es el problema?

Ahora lo miré como si fuera estúpido.

– Nada más su estado mental con respecto a los hombres hace que me dé dolores de cabeza porque sé que no será fácil, me refiero, ¿cómo rayos va a superar el hecho de que fue violada? –Aleksei tragó fuerte–. ¿Tu viste sus brazos, no? Hay dos pequeños agujeros –no terminé de decir la frase mientras veía como la comprensión caía en los ojos de Aleksei–. ¿Y qué tanta comida tengo que darle para que recupere peso? Se le ven las costillas, Aleksei, las costillas. ¿Cómo unas personas son capaces de abusar de una niña en ese estado? ¿Qué clase de mente retorcida puede tener un hombre para hacer algo así? –me levanté de un salto del sillón otra vez sintiendo como el cuerpo se me sulfuraba por dentro– . Tan solo mírala..., lo que tiene son doce años, es una niña.

– Tu también lo eres –me soltó.

– Pues bien que te gusta meterme la lengua en la boca.

Me sonrió de lado.

– También me gustaría meter mi lengua en otros lados.

Cerré la boca y parpadeé una, dos y tres veces.

– No puedo creer que hayas dicho eso en este momento.

– Te preocupas demasiado, bonita.

– ¿Y no debería?

No sabía si preguntarle porqué o si patearlo.

– Su hermano es quién debería preocuparse por ella –aprehensión pura en sus palabras.

– Él no se le acercará –gruñí sorprendiéndome a mí misma– . Solo sabrá la verdad si no coopera, como medida de coacción, pero de resto... Ni siquiera sé si lo dejaré vivo por haberse llevado a Wayne, así que no quiero agregarle más traumas a la niña. Imaginate tú.., conocer a su hermano para que luego yo se lo quite.

– Decisiones precipitadas. No sabes si luego te traerán más consecuencias.

– Me da igual. Mi respuesta es no.

– ¿Qué harás si Ọdụm cambia radicalmente y la quiere? Después de todo, es su única familia de sangre. Puede que él quiera...

Siseé enojada.

– Ella es mía.

Y cuando dije esas palabras, sin pensar, solo sentir, el silencio reinó entre los dos. Aleksei respiró hosco y me atreví a verlo con cautela.

– La estás reclamando –no fue una pregunta.

Solo había calma en su tono de voz.

Eh... ¿Si?

– Si.

Puse las manos en mi cadera. Reclamar. Reclamar. Reclamar. La estaba reclamando como mía. Como parte de mi... ¿familia o manada?

– Admirable, pero debes también mirar lo que conlleva quedarte con ella.

Aleksei nunca me juzgaba.

– Me las arreglaré –fue lo que respondí.

– Yo diría que si le revelamos a Ọdụm la verdad... Colaborará. Él piensa que su hermana murió, ni siquiera sabe que está viva, sería un absoluto cabrón si no tiene ningún tipo de emoción al respecto.

– ¿Estamos hablando del mismo Ọdụm? Es el hijo adoptivo de un asesino, y ah, que también lo convirtió en asesino ¿Te crees que tiene algún tipo de sentimiento coherente? ¿O que siquiera que tenga cerebro?

Aleksei me observó atentamente, pero agregó con voz de seda.

– Ven, siéntate a mi lado –me le quedé viendo fijamente e hice lo que me pidió – . Yo te ayudaré en todo, incluyendo cuidar de Valentina. Lo más recomendable es que le pidamos a Leeh que empiece a gestionar sus documentos legales y también que, de momento haga un documento de tutoría a con tu nueva identidad, y luego de eso podríamos ir tanteando el terreno para llevarla a una psicóloga que la ayude más fondo. ¿Te parece? –volteé a verlo y casi me pongo a llorar, pero mantuve mi expresión serena. Esto era todo lo que necesitaba, alguien que me apoyara, alguien en quién confiar en todo este desastre. ¿Estaré haciendo bien? Él continuó–: Valentina solo necesita tiempo, tiempo para que se acostumbre a una nueva vida y tiempo para que ella se recupere desde dentro. No será fácil, pero estoy seguro que lo logrará. Si tiene el mismo carácter y testarudez de su hermano lo hará.

No sabía si este era el momento perfecto para preguntrle el porqué de su tensión con Sack, pero lo dejé para otro momento. El tema de Valentina era más importante... Ahora tendría a mi cargo una niña de doce años, y yo apenas tenía dieciocho. No me molestaba el hecho de ayudarla, sino el hecho de que no sabía cómo lidiar con una niña. Apenas me había sacado a Victoria de encima para que no le hicieran daño, había fingido mi propia muerte y ahora tenía a mi cargo a otra personita.

Con suavidad, Aleksei pasó su brazo alrededor de mi y tras una miradita de advertencia por mi parte, me apretujó con cariño. Parece que él ya se había metido en la lista de las personas con las que podia soportar medianamente el conctacto cercano. 

Es cierto que siendo Cobra, controlaba más mis tendencias al rechazo, por eso me desenvolvía mejor. Ahora siendo Annabelle..., con sigilo, me salí de su agarre de la forma más sutil que pude y para no hacerlo obvio, coloqué un cojín en mi regazo. 

–  Gracias.

– Puedes agradecerme, ya sabes, con un beso –bromeó.

Debatí con volver a golpearlo con el cojín. 

– No tengo porqué pagarte por tu ayuda.

– Realmente eres demasiado arisca –se rió, sin importarle mi forma de ser–. Está bien, puedo lidiar con ella. Contigo.

Nunca he sido fácil y hasta mi hermano tenía días en los que no sabía cómo manejarme, pero Aleksei era suave como la marea de una playa sin olas. Y me gustaba la forma en como pretendía saber llevarme.

– Bien –sonreí–. Porque ahora combinando a Cobra con Annabelle..., puede ser un hermoso desastre.

Lo sentí reírse suavemente, pero de un segundo a otro, el ambiente cambió.

Unas patitas bajaron las escaleras con velocidad y Simba apareció en el umbral de la sala. Gruñó suavemente sin quitar sus ojos de encima de Aleksei.

– Hola a ti también –dijo.

La presencia de ella la sentí segundos después. Bajó las escleras con cuidado, agarrándose fuerte del barandal, pensé que todo estaba bien y que venía a pedir comida, pero cuando me miró... Llegué a ella en menos de un salto.

Sus ojos estaban decaídos, su mano estaba en su corazón y la respiración agitada.

– No me siento muy bien.


TraidoresWhere stories live. Discover now