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Garen.

—Ha despertado. —Rachel está encima de mi sin tocarme excepto por mi cara, sonrío inmediatamente.

—¿Que pasó...? —pregunto.

—Te desmayaste, ven come algo, estas muy débil —alguien que no es ella me ayuda a incorporarme, y sentarme, la carne esta tibia y tomo los cubiertos para devorar este calcio, tal vez en vez de subirme la presión, bajó.

—Garen, dime la verdad, no quiero que estés aquí sufriendo, ¿es normal que te den estos tipos de ataques?

—No, claro que no lo es, soy completamente sano, solo estoy algo nervioso, es algo nuevo esto de las citas o algo parecido —si... completamente sano.

—No lo había notado, siendo honesta no es mi primera vez en este ámbito, te daré un consejo, tienes que ser siempre tu mismo, es como si hablaras con alguien de tu familia o amigo —los cubiertos del otro extremo de la mesa chocan por lo cual está comiendo, yo trato de imitarla.

Siempre se tu mismo. Richard ya me dijo lo mismo, pero lo que verdaderamente soy la espantaría, sé que debe querer al Garen real, pero nadie quisiera tener un novio ciego o algo por el estilo.

—Gracias, pero me cuesta serlo, ¿Qué debería decirte? Solo soy un pobre loco que vive solo con su perro —confieso y me llevo la comida a la boca.

Ella ríe notoriamente en frente de mí.

—Eres gracioso, ves, ese eres tú, vas bien. Por cierto, el mesero te ha traído mayonesa, ¿Por qué no la consumes? —pregunta y leves nauseas suben a mi garganta.

—Oh, si la note... —miento— es que no me gusta, tengo un trauma para nada agradable respecto a los aderezos o algo parecido —confieso.

—Déjame adivinar, ehmm —piensa—, ¿atún con mayonesa?

—Wow, ¿eres adivina?, mi madre me dijo que no los mezclara y bueno, no puedo ni sentir su olor —recordarlo poco a poco me quita el apetito.

—Somos dos, pero fue mi padre, mi mamá falleció cuando era pequeña —ríe melancólicamente y dejo los cubiertos luego de terminar la chuleta.

—Es una pena, yo aun conservo a mi madre si quieres algún día te puedo llevar a conocerla, digo, si quieres, cocina muy buenas galletas de queso —sonrió de lado.

—Si, me gustaría, ¿Cómo se llama? —cuestiona.

—Mabel Quintana —respondo, un timbrazo suena cerca de mí y esta vez no fue Richard.

—La película va a comenzar, apresurémonos —ríe ella como de costumbre y me toma el brazo para comenzar a correr hacia la muy probable fila.

Choco con el cuerpo de no sé quién y esta persona gruñe, pero no dice nada más, al rato un joven me pide el tique, pero no salió muy bien.

—Señor, esta es su tarjeta de identificación —me pregunta, ¿Qué onda con esa gente que me dice señor?

—Oh, lo siento, aquí esta —le entrego lo primero que sienta en mi billetera.

—¿Se está burlando de mí? El tique señor o no podrá acceder a la sala, un condón no pagará su entrada —responde molesto.

—¿Condón? Qué demonios hace eso allí —muy probablemente este más rojo que la nariz de un payaso—, aguarde unos segundos —rebusco en mi billetera, probablemente toda la fila se esté burlando de mí, nunca volveré a este cine.

—Aquí tiene señor —Rachel habla y saca algo de uno de mis bolsillos y le entrega la dichosa entrada.

—Que disfruten la función —habla con evidente sarcasmo y decido avanzar, mi cita no me habla excepto para pedirme que me siente, me dio igual el lugar, ya saben por qué.

Ciegamente enamorado ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora