"Feliz" Navidad •VK• ✓

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Jimin analizaba.

No comprendía cómo es que Choi sabía sobre aquel plan malévolo de la cantidad determinada de sus víctimas. Pero recién llevaba nueve, contando a Daisy.

—¿A qué te refieres con que eres la penúltima...? —cuestionó casi a susurros temerosos e inseguros

Temiendo ser audible para cierta persona, de quién no ha escuchado ruido alguno proveniente de él.

—Él m-me lo dijo m-mientras me metía a la camioneta...—sus ojos se cristalizaron sin parar de hablar, pero tomando ligeras pausas

—¿Qué más te dijo?... ¿Solo te dijo eso?... necesito que me digas todo lo que te haya dicho, es importante y depende de tu vida— le tomó ambos hombros mirándola directamente a sus ojos aguados y rojizos

—¿Cómo sé que no eres malo...? Tú trabajas para él... y- si... también me dijo eso— bajo la mirada limpiando sus lágrimas

—Hey, escucha. Lo que te haya dicho, quizá es verdad, pero te juro... que yo no soy como él... yo soy de los buenos. Puedes decirme con toda libertad, yo... —susurro lo último acercándose a su oído —yo- voy a sacarlos de aquí

Se sorprendió, abriendo sus párpados a más no poder, amagando una ligera sonrisa débil en sus secos labios.

—¿D-de verdad...?

—Si, pero... necesito de su cooperación. No puedo hacerlo solo, son nueve personas a las que tengo que sacar de aquí... ¿Entiendes? —seguía susurrando vigilando que nadie los estuviese escuchando

Si el sujeto llegaba a escuchar algo de lo que Jimin estaba diciendo, moriría, literalmente. El hecho de que trabaje para él, no significa mucho; Daisy hacia lo mismo, y al querer enfrentarlo, sencillamente la mató.

—Bien... pero- solo me dijo eso... es todo. Lo juro— certificó incluso con la mirada

El pelinaranja le creyó, ¿por qué habría de mentirle?

—De acuerdo... a-ahora... ve a tu celda. Antes de que él lo haga, y- no de una forma muy bonita— sonrió forzado caminando al paraje ya dicho

[...]

Le miro dudoso después de cuestionar aquella pregunta, pero encima de dudoso, tenía miedo, un aluvión de sentimientos tímidos. Ahora más que nada rezaba porque no le tocará un fuerte golpe.

—¿Me estas preguntando eso en serio? ¿Que por qué él es la penúltima?... vaya— rió ligeramente sirviendo café en una taza

Él era propietario de ésta.

—Si Noa, porque no entiendo— posó sus manos en ambos costados de su cadera—... se supone, que aún faltan tres personas para que llegues al último. ¿Por qué de la nada, secuestras a Naye y así como así, dices que es la penúltima?

Noa se acercó a su oído, lentamente hasta quedar a menos de cinco centímetros de éste, y sonrió cínicamente.

—¿A ti por qué te importa?... ¿tan rápido te echas para atrás antes de la verdadera fiesta navideña?... —volvió a reír fervientemente entre dientes— ¿qué hay de malo en que quiera adelantar el día tan especial?