Jugando a la botella 3

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—Y de nuevo tenemos un empate en primer lugar... —la señorita Stacy les entregó los ensayos que le correspondían a Anne y a Gilbert. La tarea la había pedido la semana pasada y no sólo habían sido los primeros en entregarla, sino los únicos en completarla a la perfección. La idea de la maestra en primera instancia no era que llegaran al final, lo veía muy difícil, pero sus alumnos estrellas la habían sorprendido—. Eso será todo por hoy —aplaudió para finalizar la clase, dándoles el permiso a todos de salir.

Anne tomó sus libros y fue con prisa a buscar su abrigo. Había mirado a Gilbert cuando la señorita Stacy lo nombró. Él hizo lo mismo, haciendo que sus ojos se chocaran y eso le causara pánico.

—Josie dejará una de las ventanas abiertas —le susurró Diana con discreción cerca de la salida, acomodándose el sombrero lentamente— ¿Te quedarás a jugar?

Anne lo dudó. Después de tanto tiempo y de tantas cosas no sabía qué hacer en realidad.

—No olvidemos cerrarla luego —se oyó una voz detrás suyo. Ambas chicas se sobresaltaron, pero reconocieron la voz al instante.

—¿Cerrarla? —dijeron Anne y Diana a la vez. Una con incredulidad y la otra con alegría. Gilbert asintió con una pequeña sonrisa que las embobó a ambas, aunque la pelinegra mantuvo la compostura.

—¿Habría problema? —inquirió dirigiéndose más a Anne, quien bajó la mirada.

—¡No! ¡Por supuesto que no! —casi gritó Diana notando la situación.

El chico asintió manteniendo la diversión.

—Felicidades —le dijo a Anne para llamar su atención al ver que los demás intentos no servían, acomodó su sombrero y salió del lugar. Estaba consciente de que aquello había funcionado, o eso esperaba.

—Me uno —lanzó ella, molestándose consigo misma por las esperanzas que sentía en su interior.

Cuando la señorita Stacy se perdió en el camino de regreso todos los chicos que esperaban escondidos aparecieron corriendo para volver a entrar.

Los chicos ayudaron a las chicas a subir, y aunque Anne se resistió a recibir la ayuda de Gilbert por el simple hecho de ser él se vio obligada a desistir. La verdad era que el pelinegro sólo se había ofrecido para poder llamarle la atención a ella nuevamente. Como siempre, Gilbert y sus métodos de insistencia.

——

—Sigues tú, Gilbert —la voz soñadora de Ruby se proyectó al entregarle la botella. Todos lo miraron atentamente. Era la primera vez que él jugaba y sabía que sus posibilidades besando a otra chica eran altas. Él quería a una en particular, pero era una opción sobre cinco.

Gilbert miró indiscretamente a Anne. Ella también lo hizo. No pudo evitar pensar en la charla del otro día. "Hubieses jugado y tal vez por fin nos besábamos" pero... ¿y si debía besar a Ruby o Jane o quizás Diana? ¿Anne se molestaría? Tal vez sí, aunque no creía que lo aceptara. Pero por otro lado tampoco deseaba alejarse más de ella. Solían distanciarse por cosas absurdas o tener pequeños cruces que casi siempre comenzaba Anne (y cosa que tampoco le disgustaba debido a lo tonto que se oía y la facilidad con que eso se perdería entre otros de sus tantos conflictos), pero ya no quería más aquello.

Hizo sus cálculos como si fuera un experto. Ella estaba a cuatro personas de distancia. Sólo le quedaba esperar y rezar.

La botella comenzó a girar. Josie... Tillie... Jane... Anne... Ruby... Diana... Josie... Tillie... Jane... Anne... Ruby... Diana

Mierda, Gilbert, ¿qué tan fuerte ibas a girar la maldita botella? Se maldijo a sí mismo.

Por quinta vez Josie... Tillie... Jane... Anne... Ruby... Diana... comenzó a desesperarse. Josie... Tillie... Jane... algo en sí lo hizo actuar impulsivamente y frenar la botella con su mano.

Gilbert tragó con fuerza. Anne palideció. Y Ruby... sorprendentemente no se desilusionó.

Todos se sorprendieron ante aquello.

—¡Trampa! —chilló Josie al ver que nadie se quejaba. Gilbert rodó los ojos y se paró de su lugar con decisión tras la adrenalina.

—Cierra la boca, Josie Pye —pidió Cole, acomodándose en su lugar con emoción y alentando a Anne, que estaba a su lado, para que se parara.

Gilbert le extendió la mano levantando una ceja en la espera de que aceptara. Ella no paraba de titubear, pero Cole casi la empujó hasta que chocara con el otro chico.

Él rió con nerviosismo, yendo hasta el centro de la ronda cuando ella aceptó su mano. Todos los miraban expectantes. Diana y Cole eran quienes más esperaban ese momento, quizás estaban tan nerviosos como los otros dos.

Gilbert puso una de sus manos en la mejilla de Anne con cuidado, haciéndola temblar. Miró sus ojos y luego sus labios. Suspiró y se acercó lentamente, no se tranquilizó hasta que sintió sus labios junto a los de la chica al fin.

Ella lo rodeó por los hombros y él bajó una mano hasta su cintura, acercándola todo lo que pudo. Ni siquiera sintieron el momento en el que los chicos comenzaron a vitorear. Eran sólo ellos dos y un largo beso que duró más de lo que podían esperar.

———

—¿Volverás a correr? —le preguntó Gilbert al salir de nuevo por la ventana. El juego terminó después de otra ronda y Anne fue una de las últimas en salir.

—¿Q-Qué? —tartamudeó aceptando su ayuda al bajar.

Gilbert rió mirando por los hombros de Anne. Sus amigas no paraban de observar detrás de un árbol.

—Querías que jugara —le recordó él—, creo que no fue una mala idea.

Anne se sonrojó y miró hacia abajo. A Gilbert eso le dio ternura, por lo que la tomó por las mejillas obligándola a mirarlo de nuevo. Ninguno oprimió una sonrisa ni tampoco se negaron a besarse otra vez. Cuando se separaron ambos se abrazaron instintivamente y desde atrás se escuchó un "Aww" que los hizo reír. Ella estaba nerviosa a tal punto que su corazón no paraba de latir con rapidez en lo que su rostro se volvía tan rojo como su cabello. Él sólo podía sentir cierta paz y unos kilos menos encima.

—¿Crees que a Diana le molestará un reemplazo de regreso a casa? —inquirió Gilbert luego, mirando hacia las chicas con la esperanza de que lo oyeran.

—¡Sería la primera en proponerlo! —gritó la nombrada con entusiasmo. Su oído era bastante ágil.

Gilbert suspiró con tranquilidad, al fin lo había hecho, lo peor ya había pasado... por lo menos hasta que le propusiera ser su novia, si las cosas avanzaban.

Mierda, ¿qué significaba todo eso concretamente?

Nueva duda desbloqueada en la mente de Gilbert Blythe.

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