Ella me hace reír

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Winifred Rose era una mujer excepcional. No solo por su físico, sino también por su personalidad. Contaba de unos 21 años y mantenía una relación con, tal vez, el chico más caballeroso que se conocería jamás. Por lo menos hasta aquel día...

Pese a que Gilbert Blythe solo llevaba 19 años en el mundo, había logrado adaptarse a la forma de ser de Winifred (quien poseía pensamientos bastante maduros para llevarle tan solo dos años)

Ese era el problema: Gilbert tenía otras ideas en su mente. Y también a otra persona.

—¡Ya, Gil! —Anne se rió bajándose del regazo de su... de Gilbert. Se acomodó la remera entre las risas de ambos y se dispuso a salir de ahí.

—Oh, vamos, quédate —le rogó él, tomándola de la cintura y atrayéndola a su cuerpo para hablarle de una forma que sus labios rozaran peligrosamente—. Diez minutos, es todo lo que necesito.

Aunque Anne consideraba aceptar su propuesta "discreta", no podía. Debía irse antes de que Winnie llegara a la casa que compartía con Gilbert.

Él bufó, pero entendió a lo que se refería. Sus visitas debían ser cortas y en momentos estratégicos para que nadie sospechara de lo que tenían.

Gilbert se sentía a gusto con Anne, fuera del ámbito sexual. También se divertía con ella. Reía como nunca desde un considerable tiempo.

Hacía mucho que no se sentía tan completo.

Con Winnie las cosas eran más estructuradas, pero con Anne podía hacer locuras sin ser cuestionado. Desde las acciones más absurdas como levantar una rebanada de pizza con la mano o mojar el piso luego de lavarse las manos y no encontrar una toalla cerca.

Quizás Gilbert no estaba listo para algo tan formal y monótono. No podía darle a Winifred lo que ella esperaba, pero eso no justificaba su infidelidad.

—Está bien —el pelinegro hizo un puchero con los labios y siguió a la pelirroja hasta la puerta del departamento. Ella frenó antes de salir, mirándose en el espejo de al lado y acomodándose el cabello para no ser delatada.

Al observar esto, Gilbert no pudo evitar morderse el labio y dejar llevar su imaginación con un acto tan simple como atarse el cabello en un moño.

Volvió a abrazar a Anne por la cintura, esta vez desde atrás, y empezó a dejar delicados besos en su cuello para convencerla de quedarse un poco más. Esa tarde no había sido suficiente.

—Amor... —Anne suspiró dándose la vuelta y rodeando a Gilbert por el cuello. Le acarició los rizos azabaches y le besó la comisura de los labios para dejarlo con las ganas de más— Nos vemos en unos días —sonrió maliciosamente y se dispuso a alejarse, pero antes de que pudiera hacer algo más él ya la tomaba del brazo con delicadeza y volvía a besarla.

Anne no se negó, no deseaba resistirse a lo que ambos querían. Y para cuando se dio cuenta su cabello volvía a estar desenredado, sus labios se hinchaban y su cuerpo no tenía escapatoria entre la pared y el pelinegro.

Ella iba a dar el siguiente paso cuando su beso se profundizaba, pero entonces pasó lo que no hubiese pasado si le hubiese hecho caso a su primera idea.

La puerta se abrió de golpe, sobresaltando a los chicos y provocando la sorpresa en la rubia que momentos atrás llegaba sumamente feliz a su hogar.

Winifred dejó caer las bolsas con los productos que había comprado en el supermercado de camino a casa y las palabras no le salieron.

—Winnie —Gilbert palideció y el instinto de Anne hizo que lo empujara a un lado, como si así no se viera más culpable.

La rubia estaba paralizada mirando a Gilbert, con las lágrimas a punto de caer y la incredulidad intacta en sus facciones. Eso debía ser una pesadilla. Gilbert nunca la dañaría. ¿Verdad?

Pero claro, del otro lado estaba Anne. Y en el fondo Winifred siempre supo que, en una balanza de prioridades para Gilbert, la pelirroja siempre estaría por encima suyo.

—Tú no... Gilbert, dime por favor que no... —Winifred miró a Anne, que se encontraba estática a un lado de la puerta. Se sentía sucia y culpable de aquello. Sabía que estaba mal, pero no quería pensar en que ella conociera de aquel engaño. Imaginaba que Gilbert le terminaría antes— ¿¡Por qué sigues aquí!? —le gritó con desesperación y un quiebre en su voz que hizo sentir aún peor a la pelirroja.

—Yo... lo lamento tanto —fue lo único que se animó a decir antes de salir corriendo de ahí y cerrar la puerta.

Pero su parte masoquista le dijo que se quedara detrás a escuchar lo que ocurría.

Los gritos no cesaban, pero la parte que más la atolondró apareció después.

—¡Estoy aquí, llegando con gran felicidad, para encontrarte con otra! ¡Con Anne! ¡Besándote y quién sabe qué más!

Gilbert no respondió nada a eso, lo que causó más temor en Winifred.

—Por favor, dime que no sucedió lo que estoy pensando —ella ya no daba más. Debió sentarse y esperar que la respuesta de su novio fuera un NO poco posible. Que no le respondiera que había estado acostándose con ella.

—Lo lamento —fue lo único que respondió. Lo suficiente como para que el corazón de Winifred se rompiera por completo.

—Eres... ¡increíble! —gritó— ¡Yo te he dado todo mi amor en cada maldito momento! ¡He tratado de ser mi mejor versión para ti! ¡Para que tú te acostaras con Anne! ¡Justo con Anne!

El pelinegro negó y lanzó aquello que se venía aguantando hacía meses.

—¡No debería preocuparte que nos acostamos! —bramó Gilbert y Winifred no creyó lo que oía.

—¿¡No debería preocuparme!? —se desesperó ella, como si acabara de decirle que no la desposaría debido a que tenía un amor no correspondido— Mi novio ha estado engañándome ¿¡Y no debería preocuparme!? ¡Dame una maldita razón para no preocuparme por eso!

—¡Porque ella me hace reír!

Todo se tornó en un gran silencio y Winifred lo entendió. Eso dolió aún más.

No era el hecho de que Gilbert la engañara, no era el hecho de que su "amante" fuera Anne. Era el hecho de que, además de eso, ella lo hacía reír.

Anne hacia feliz a Gilbert. Y se lo había dejado claro de la forma más exacta: él no era alegre a su lado.

—Acostarte te acuestas con quien sea, Winnie, eso es lo de menor importancia. ¿Pero que esa persona además te haga reír? Ese honor no se tiene con cualquiera.

Winifred no supo cómo seguir. ¿Cómo se suponía que se respondía a eso?

Ahí lo aceptó:

Si hay algo peor a que te sean infiel, es que además la otra persona si haga feliz a quien tú amas.

•••••

Sé que dije que la próxima historia sería feliz, pero les fui tan infiel como Gilbert a Winifred

Hay una película donde dicen una frase similar a la que dijo Gilbert al final, no sé cuál es, pero al recordarla me dolió

Originalmente el rigoberto le iba a ser infiel a la ana, pero dije mmmm no, la próxima será

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer. Espero que te haya gustado🤍

—Mort🪐

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