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Malena

Apoyé los cubiertos a un costado del plato hondo de cerámica, estiré mi brazo para dejar la copa de vidrio costosa y detallada sobre la mesa, pero al estar observando y analizando cada una de las acciones de Grecia cada vez más cerca de Valentin, hizo que le errase a la precisión e impacte sobre el suelo rompiéndose en mil pedazos.

La vista de todos se fijo en mí, miré el piso lleno de vidrio casi diminuto que brillaba por la luz intensa que lo alumbraba desde arriba. Suspiré pesada, frustrada de que todo me estuviese saliendo completamente al revés de como lo había planeado antes de salir de casa.

Mi vista se centró en Grecia, quien tenía una sonrisa sobradora y divertida en el rostro. Parecía que gozaba de cada uno de mis mínimos errores, y lo hacía, lo sabía perfectamente.

Valentin mantuvo sus ojos sobre los míos, buscaba algo de calma en ellos para poder tranquilizarme y saber que todo iba a estar bien, pero nos separaban tantos metros que su brillo se opacaba por la distancia.

Miré a mi madre que negaba repetidamente, acostumbrara a decepcionarla todos los días de mi vida, esa cara no era para nada una novedad dolorosa. Se había convertido en una rutina que mi familia me recalcase una y mil veces lo imperfecta que era, sin siquiera tener que hablar, con un simple gesto como el de ellos, se entendía perfectamente lo que querían transmitirte.

Una vez más no aguanté la presión y los malos pensamientos carcomiendo mi cabeza. Salí disparada por la puerta a unos centímetros de donde me encontraba, la cual conducía al parque enorme que tenían en la parte trasera de la casa.

Sentí el viento impactar sobre mi rostro, haciendo que mis ojos se achinen y mi pelo se desacomode bruscamente. Caminé por el pasillo de cemento que marcaba un camino entre el pasto artificial y las flores decorativas, y me senté en un banco algo roto que permanecía allí desde que era pequeña.

Recosté mi cabeza sobre el respaldo de esta, haciendo que mi cuello busque una posición cómoda para no contracturarme y ponerme aún más de mal humor.

Miré el cielo cubierto de estrellas, con la luna llena alumbrando las calles. Odiaba una vez más a mi familia por haberme traído acá, y perderme una noche tan espléndida como esta con Valentin.

Cerré los ojos y respiré profundo para calmarme, en unas horas nos íbamos de una vez por todas y no los debería ver por al menos tres meses.

- Apa pero que mujer - Escuché la voz del castaño a unos escasos metros de donde estaba. Estiró la "E" y soltó una mini risa divertida.

Abrí los ojos y los direccioné al ojiazul, quien estaba parado frente a mí con las manos en los bolsillos de sus jeans. Ladeó su cabeza con una sonrisa tierna que parecía no querer borrarse de su rostro.

- Sos hermosa ¿Sabes no? - Mordí la pielcita de mis labios resecos tímida ante las palabras del castaño. - Y sabes que a tu prima no se compara en los mas mínimo al lado tuyo, ¿No? - Se cruzó de brazos y negó arrugando su ceño ante mi falta de respuestas. - No puede ser que seas tan insegura Malena, me encantaría que te vieras como yo te veo - Ensanché una sonrisa de oreja a oreja despejando todos mis pensamientos, y me fijé exclusivamente en la presencia y palabras del castaño.

- ¿Y cómo me ves vos? - Me recliné apoyando mis codos en mis piernas, y recostando mi cabeza en las palmas de mis manos para estar más cómoda.

Adelantó sus pasos hacia donde estaba sentada, se agachó quedando en cuclillas y cortó con la poca distancia que había entre medios de los dos.

Parecía que no probaba su boca hacía meses, y sólo fueron un par de horas. No sé porque encontraba tan adictivo el ardor de sus besos, pero lo que si sabía era que nuestros labios rimaban.

- Yo te veo perfecta, ¿Cabe alguna duda? - Cuestionó separando su rostro del mío, nuestras respiraciones chocaban y mi corazón se volvía cada vez un poco más loco ante sus confesiones.

- Te quiero Valen - Acaricié una de sus mejillas admirando cada parte de su rostro. Desde su cabello sedoso y castaño, hasta su mandíbula tajante característica.

Y yo sabía que no sólo lo quería, pero mis pensamientos reprimían mis sentimientos, como siempre.

- Yo también Male - Pasó un mechón de mi pelo por detrás de mi oreja, dejó un beso corto en mis labios y prosiguió - Mucho - Finalizo juntando nuestras frentes y causando mi sonrisa enamoradiza.

- Tengo hambre - Hablé tocando mi estómago y separándome un poco del castaño. Hice un gesto estresada tras oír el ruido que hacía mi panza por la falta de comida en ella.

Rió y se paró en silencio.

- Comete esta - Llevó su mano a su entrepierna y la apretó mordiendo uno de sus labios.

- Ay Valentin - Solté una risa y miré para otro lado, a decir verdad si quería, pero algo en su mirada me hacía sentir tímida e insignificante.

Se sentó a mi lado y se acostó en mis piernas con su respiración tranquila. Llevé mis dedos a su piercing para jugar con él y entretenerme un rato.

Dió un suspiro pesado y balbuceó:

- Tengo unas ganas de tenerte encima mío sin ropa increíbles.

Abstraído; WosWhere stories live. Discover now