Día 3: Cita a ciegas.

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El que fuera nueva en ese país desconocido no significaba que podían manipularla... y eso mismo trataba de explicarle a su amiga, quien le rogaba por darse la oportunidad de conocer a alguien para de una buena vez "descongelar" su frío corazón.

—–Una vez, Rusia, ¡Una vez! No pierdes nada, al fin y al cabo estás acostumbrada a las decepciones amorosas.

Rusia le dedicó una mirada furiosa ante las palabras, queriéndole borrar de un puñetazo la estúpida sonrisa de su mejor amiga.

—–Como jodes, USA. Si accedí a venir aquí fue porque necesitaba un respiro de las relaciones, no para meterme en más problemas.

La estadounidense tomó a la contraria por los hombros, dejando caer aquella intensa mirada azulada en los ojos violetas de su compañera, tensando los músculos y mostrándole la expresión más seria que era capaz de hacer.

—–Escúchame bien, querida. Te vas a vestir de la manera más ardiente que puedas y vas a salir de esta maldita casa a divertirte un día.

Presionó ligeramente los hombros de la más alta, dedicándole una sonrisa inocente pero con una mirada asesina.

—–¿Por qué insistes tanto en el tema, USA? Acabo de terminar una relación.

Un rápido pero molesto dolor se hizo presente en el pecho de la rusa al decirlo, aún extrañaba a su exnovio, pero sabía que su ruptura había sido la mejor opción.

—–Porque te conozco como a la palma de mi mano, Rusia. Estás poco a poco hundiéndote en tu miseria, y acabarás borracha en las calles por las noches; y enserio no quiero eso.

Las miradas de ambas chicas se suavizó, se querían mucho, eran muy grandes amigas, y aunque su amistad no había sido la mejor al inicio, habían podido superar sus diferencias y hacer de ellas su nueva unión.

—–Sólo ve esta noche, por mí, ¿Sí? Ya si de plano no quieres nada más después de hoy, entonces me rendiré.

La soviética soltó un suspiro rendida, a lo que la estadounidense dio un gran brinco de alegría.

—–¡Sí! Gracias, Rusia. No te arrepentirás, ¡Ya verás! Haré que olvides a ese idiota en un santiamén.

•-•-•

Le gustaba mucho la moda y vestirse bien, y aunque a veces tenía algunos problemas con la talla por su altura, nada le impedía a la rusa ponerse bellas prendas para presumir su belleza.

Así pues, si iba a cumplirle el capricho a su amiga, al menos lo haría aprovechándolo al máximo.

Tomó un vestido rojo intenso, el cual contrastaba con su bonita piel blanca, además de unos botines negros y unas medias de redillas del mismo color. Amarró su cabello en una coleta con algunos mechones sueltos y se puso algo de maquillaje, tratando de resaltar sus ojos únicos y sus tenues pequitas, además de un labial que acentuaban sus delgados labios.

Tomó un bolso de mano, donde guardó su celular, sus llaves, cartera y demás cositas.

Finalmente salió, sintiéndose hermosa y capaz, así como no se había sentido desde su ruptura con el innombrable muchacho

Fue hasta donde estaba su amiga, la cual vio de arriba a abajo a la rusa sin ningún pudor, soltando un chiflido después y aplaudiendo levemente con sus manitas juntas.

—–¡Qué belleza! Envidia le tengo a tu cita, te lo digo enserio.

Rusia soltó una risita, dándole un golpe en el hombro a su amiga, para después modelarle un poco, moviendo su cuerpo de un lado a otro para que la vea bien.

RusMex Week.Where stories live. Discover now