VI

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YoonGi mira fijamente la lona color hueso sobre su cabeza. Luce avejentada y no alcanza a protegerle bien del frío de la noche, pero sigue siendo mejor que nada. Aunque está agotado, el sentimiento de ansiedad que apretuja su estómago le impide cerrar los ojos incluso dentro de su tienda. No puede esperar a que JiMin responda sus dudas, si en verdad piensa convertirse en un prófugo errante de la Nación del Fuego, tendrá que actuar pronto. El barco que los alejaría de ese lugar zarpaba al medio día y para entonces, sería demasiado tarde. Volvería a la Nación del Fuego y otros serían enviados a la Roca Hirviente a cuidar prisioneros. Con un pie en el barco, sus oportunidades se reducían a cenizas. Anhelos que jamás llegaría a vivir.

Puede escuchar el canto de los grillos atravesar la lona, y uno que otro ronquido del exterior.

Esta bastante seguro de que todos en el campamento están dormidos. Ha sido una tarde agotada limpiando el barco y alistando el cargamento y fue inevitable la ola de tristeza que golpeó a todos cuando SonZung avisó de sus nuevos deberes y supieron que tendrían que separarse. Era un grupo joven, el corazón de YoonGi dolía cada vez que veía a los más pequeños de la tropa afrontar su deber con puños temblorosos, pero con la frente en alto, siendo más hombres que el mismo Señor del Fuego. Ni siquiera los que solían tener mejor animo quisieron bromear durante la cena y muchos de ellos se acostaron temprano.

Observó a SonZung durante la cena, lucía cansado. No era raro después de todo, pensó YoonGi, el hombre acababa de hacer un viaje de cuarenta y ocho horas en barco. El pálido fue el último en abandonar el lugar y, tras voltear un cubo de agua sobre los restos de la fogata, entró en su tienda.

A esperado desde entonces a que todos se durmieran, tiene miedo de salir y encontrar a alguien deambulando por ahí...

Pero no puede seguir esperando.

Sale de la bolsa de dormir, y el silencio que lo rodea se deshace en medio de los susurros que ocasionan la camiseta y los pantalones al deslizarse por su cuerpo. Iba a ser mucho más fácil solo irse si no dejaba rastro alguno de él, eso incluía su ropa doblada en la orilla del río.

Hace frío esa noche, espera que JiMin no esté esperando ahí afuera en el agua. Inhala con lentitud, sintiendo como su temperatura corporal va en aumento, hasta que con un asentimiento y el corazón latiéndole frenéticamente, atraviesa el campamento lo más silencioso que sus pies descalzos le permiten.

Se sumerge con cuidado en la orilla y sus ojos buscan en medio de la completa oscuridad interrumpida por los rayos plateados sobre la superficie líquida, sonríe cuando la encuentra. La silueta de JiMin alza los brazos en su dirección. A zancadas, YoonGi comienza a cruzar el espacio que los separa.

-YoonGi - saluda el castaño, y la alegría en su voz le hace sonreír enternecido. Nadie nunca se alegraba de verle. Está cerca, unos pasos más y podrá ver mejor su rostro. - Comenzaba a creer que no vendrías - el pelinegro se detiene delante de él. Puede ver las pecas sobre la piel miel iluminada por la luz lunar, los gruesos labios algo agrietados le sonríen con dulzura.

Le emociona ver a YoonGi, aunque fuese un maestro fuego, es la primera persona con la que JiMin habla desde que se fue de casa.

Lamento tanto que tuvieras que esperar ¿cuánto tiempo llevas en el agua?  el ceño del castaño se frunce ligeramente, pensativo.

Puede que dos, tal vez tres horas los ojos dorados le miran con horror y se mueve antes de siquiera pensarlo. Sus manos sujetan la cintura contraria, JiMin se sobresalta cuando el calor que irradia el tacto del pálido, le atraviesa. Traga con dificultad y no puede detener el sonrojo porque esta oscuro y puede que YoonGi esté un poco - demasiado - cerca de él.

The fire soldier│ YoonMinWhere stories live. Discover now