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❝Aunque el tiempo pase, los sentimientos jamás se irán.❞
Paso a paso, Horacio llega a algo muy grande. Pero antes de llegar a la cima, siempre habrán muchos tropiezos, el amor, la amistad y la muerte. Para llegar arr...
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Arrastrando y arrastrando sus pies, sin un rumbo fijo, sólo se movía hacia delante, con ambos ojos borrosos en gris.
Fue abandonado en una iglesia, sólo con una carta que decía “Gustabo García”, un nombre, su nombre. Lo habían criado de forma estricta, haciéndole rezar hasta cansarse durante todo el día, siempre limpiando y siguiendo órdenes. No lo dejaban salir nunca a jugar con otros niños del lugar, siempre lo alejaban de todos, no entendía realmente porqué.
Y así creció, entre ecos y coros. Niños siendo adoptados por sus padres, todos menos él. A la edad de 8 años, ya estaba mostrándose más hostil con las personas que supuestamente lo cuidaban, principalmente porque ya estaba harto de ellas y de que le den órdenes, órdenes que si no eran seguidas, terminaban con el castigo de reglazos o ser encerrado en un agujero profundo por horas.
A los 10 años, ya decidió que era suficiente, que ninguno era necesario. Con una pequeña sonrisa y una vela, todo lo que le molestaba terminó ardiendo frente a sus ojos. Al final huyó de ese lugar.
Llegó a una ciudad sin darse cuenta, no le prestó atención a nada, sólo caminaba y caminaba.
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