Capítulo 2

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Estoy de pie en la acera que está frente al taller mecánico donde trabaja Cody. Mis piernas tiemblan y no tengo idea porqué. Suspiro y cruzo la calle de mala manera ya que no lo hago por la senda peatonal. Entro al taller sin emitir sonido alguno y la música de la radio local suena en todo el taller.

—¿Hola? –pregunto ya que no veo a nadie.

Hay tres autos en fila con sus capó abiertos. ¿Nadie trabaja aquí?

—¡Hola! –dice alguien detrás de mí.

Me sobresalto y un grito desesperado se escapa de mi garganta. Me giro y veo a Cody de pie. Está cubierto de grasa para motor y tiene una sonrisa en su rostro.

—Eres un maldito idiota. –digo al borde de un ataque.

Su sonrisa de desvanece y se acerca a mí.

—Lo siento, Eider, lo había olvidado. –dice apenado.

Asiento mientras me dejo recuperar del susto. Cody baja su vista a mis brazos y sonríe nuevamente.

—¿Es para mí? –pregunta.

Vuelvo a asentir.

—Tu madre me visitó a la salida de la universidad hace un rato. Me pidió que te trajera el almuerzo hoy y durante unas semanas hasta que su horario en el hospital se modifique nuevamente. –le explico.

Él me mira y asiente seriamente.

—Si no quieres hacerlo lo entiendo. –dice.

—Está bien, Cody, supongo que tengo que hacer algo al respecto.

Nos sentamos junto al mostrador y Cody comienza a almorzar, en un momento me ofrece de su comida pero niego, no tengo hambre casi nunca y ahora no es la excepción.

La canción en la radio finaliza para dar comienzo a una canción turca que he oído muchas veces, Sakli Cennet. Es extraño que Cody escuche este tipo de música.

Cody comienza a mover su cabeza con la introducción de la canción y mueve sus dedos como si estuviera tocando una guitarra invisible. Sonrío ante lo gracioso que se ve y él deja de hacerlo para golpear sus rodillas cuando el verso comienza a sonar.

—Oye, Rude, tienes que oír esto. –grita y sube el volumen del marcador.

¿Rude? Conozco ese nombre, trato de recordar en donde lo he oído pero ninguna información llega a mi cabeza.

Luego de unos segundos, una figura se hace notar desde dos autos de distancia a nosotros. No es hasta que lo tengo frente a mi que reacciono a lo que estoy viendo.

Este tal Rude es guapísimo. Su altura debe estar entre el metro ochenta y el metro casi noventa, tiene unos ojazos azules que podrían cegar a cualquier persona con sólo mirarla y unas pestañas flipantes, le dan a su mirada un aspecto dulce pero duro a la vez. Lleva su cabello café claro rizado a un estilo corto casi rapado, sus labios son carnosos y rosados, dándome el pensamiento de cómo se sentirá besarlo.

Borro esa imagen de mi cabeza cuando su mirada se encuentra con la mía.

—¿No que no estaba permitido que las mujeres ingresen? –le pregunta a Cody sin dejar de mirarme. —Ya sabes lo que sucedió la última vez.

El tono de su voz es grueso, el tono de voz que oí con más fuerza alguna vez. Abro los ojos cuando me cae la ficha. Es él. El tal Rude es el que le habló de mala manera a Hera anteayer por la tarde.

Se dirige hacia una caja de herramientas y saca una llave maestra.

Lo miro incrédula por un segundo y paso de su indirecta.

Tormented Where stories live. Discover now