30 Days of Smut (Hyunghyuk)

2. Voyeurismo

"La gente te va a mirar fijo. Has que valga la pena"

–Ugh, de nuevo el imbécil está mirando hacia aquí –murmuró con asco Hyungwon, luego de abrir las cortinas de su habitación, dejando entrar la nula luz de un día nublado, y encontrarse con la para nada sutil mirada de su vecino de enfrente. Había vuelto de la universidad y se encontró con Minhyuk a medio camino para ir directo a su departamento. Tenían un plan simple y recurrente: divertirse, cenar, volver a divertirse y dormir. Esa era la base de su extraña, pero funcional relación.

–¿Cuál imbécil? –preguntó Minhyuk, apareciendo a su lado, luego de dejar su mochila sobre la cama, pasando los ojos por la vista al otro lado de la ventana. Visualizó entonces a un hombre de unos cuarenta años, ubicado en un balcón al otro lado de la calle, en el edificio de enfrente. Parecía perdido en su mundo, sentado en una silla de madera de exterior, el mentón apoyado en la mano con el codo en la rodilla, pero sus ojos estaban clavados en ellos dos, incluso parecía no moverse ni un poco en su postura.

Hyungwon vivía en uno de los últimos pisos de un edificio bastante sencillo y elegante. El cuarto principal daba a una calle tranquila y angosta, y en vez de balcón tenía un ventanal por lo que a veces notaba a las personas del edificio en frente cuando se asomaban por sus balcones o ventanas. Estaba seguro de que si él los veía, bien también ellos podían verlo a él.

Ciertamente no se quedaba viendo a ninguno de sus vecinos, pues no le interesaban en lo más mínimo, pero este hombre captó su atención porque no dejaba de mirar en su dirección. Había notado que algunas veces por la tarde, cuando volvía de trabajar y abría las cortinas, aquel vecino lo miraba fijo desde su balcón, siempre en la misma posición. No parecía interesado en algo en particular ni le dedicaba miradas como algún pervertido, tampoco notaba algún movimiento extraño de su parte. Si tenía que ponerse a adivinar incluso podría estar mirando los detalles de su cuarto y preguntándose qué tipo de madera tendría el piso o qué clase de cama tenía, porque se veía muy cómoda. También era posible que aquel hombre no estuviera mirando nada y solo fuera su mirada perdida que casualmente apuntaba al departamento.

El punto es que al platinado le molestaba de sobremanera tener un vecino tan chismoso, sea cuál sea la razón de la tan insistente atención. Por eso lo había apodado "el imbécil".

–¿Es por eso que cada vez que tenemos sexo aquí cierras las cortinas? –preguntó Minhyuk, como si de repente ese pequeño detalle que rondaba en su cabeza por meses tomase sentido. Rodeó al menor con sus brazos por la espalda y metió las manos bajo su camisa, acariciando su abdomen, donde delineó con las yemas de los dedos aquellos abdominales que bien escondidos tenía –. ¿No te gusta que te vean? ¿O no quieres que me miren a mí? –le susurró al oído. Pudo sentir el cuerpo delgado estremecerse un poco ante la cálida respiración contra su piel y suspirar profundo.

Hyungwon rodó los ojos ante las palabras tan confiadas y vanidosas que de una forma u otra se acostumbró a escuchar. Cerró las cortinas una vez más y se giró en el agarre que lo mantenía en ese lugar, y ya lo esperaban con una tan conocida sonrisa coqueta. Subió las manos hasta el cuello contrario y pasó ambas por la nuca por debajo del cabello, masajeando con muy poca presión. El mayor cerró los ojos y gruñó de placer. Tenía el cabello muy suave, ni siquiera parecía que fuera teñido con frecuencia.

–No me vas a comprar con masajes, Wonnie. Hoy es mi turno –le informó, aún disfrutando del cariño gratuito. Detuvo sus movimientos tomándolo por las muñecas y unió sus labios en un lento y tranquilo beso. Era superficial, un simple movimiento de labios, para nada necesitado. Tomó el labio superior del menor entre los suyos y succionó levemente, acentuando el piquito natural que tenía. Esa pequeña acción final se le había hecho costumbre, pues le gustaban demasiado sus labios carnosos y con una forma tan particular.