12. Vuelve

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"Ya déjame ser tu amiga, Hades".

Hades.

"¿Qué estoy haciendo aquí?"

—¡Y es por eso que se llaman cangre-burgers! —Sonríe como una niña pequeña y me señala con la mano, el asiento vacío de una mesa para dos, en el local de comida rápida—. Vamos a sentarnos.

Mi mal humor se mantiene. No quería venir.

Y sigo molesto con ella, pero... insistió tanto.

—¿Y qué opinas del lugar? Es bonito, ¿no? —inquiere una vez sentados frente a frente.

—He visto mejores.

Es común como cualquier otro. Con tonalidades amarillas y naranjas en las paredes. La tradicional estructura de una hamburguesería americana. Hay poca clientela y eso es un punto a favor para esta chica.

—Tu humildad supera mi autoestima —dice con sarcasmo meneando la cabeza—, y bueno... no es como si fuera un restaurante de lujo, no tengo el presupuesto para invitarte a un almuerzo de cinco platos. Así que lo siento. Esto es lo que puedo ofrecer y lo hago de corazón.

Y aunque odio admitirlo, este lugar no me molesta para nada. Al contrario, detesto los lugares de suma y extravagante etiqueta, que solo cumplen con miserias a altos costos. Esas cosas se las dejo para Zeus y los demás.

Lo mío es más... simple.

—Está bien —respondo de manera indiferente, después de todo, yo fui quien accedió—. No es tan malo.

—Sinceramente, no esperaba que aceptaras.

Yo tampoco.

"¿Por qué lo hice?"

—Pero me alegro mucho de que lo hicieras.

A ti, no a mí.

—¡Buenas... buenas tardes, señores! —Un chico flacucho con exceso de acné, se acerca a nuestra mesa, interrumpiendo—. ¡Bienvenidos, a Dulce Hogar! ¡El lugar donde todos son felices! ¿Qué va a ordenar la dulce pareja?

Que te vayas.

—Hola, eh, yo quiero... —La chica castaña, observa el menú en la mesa, y tras segundos de pensarlo, ordena—: El combo grande de papas fritas, La hamburguesa gigante, con doble... no, triple ración de papas, extra tocino, queso, con salsa suculenta; y mejor... tráigame dos. Y el especial de costillas, también.

El mesero la observa sorprendido, y traga seco ante el enorme pedido de la humana.

—¿Todo eso? ¿No le gustaría una ensalada, señorita?

—No gracias, hoy es viernes, y vengo a ahogar mis penas en comida, así que si no le importa... —El mesero no vuelve a cuestionar más y levanta las manos en señal de rendición.

Ella sonríe mientras hojea las láminas, observando maravillada los platos a disposición.

Parece que come mucho, ¿pero a donde se va todo eso?

—Y a usted... ¿mi estimado y galante caballero?

—¡Oh, sí! ¡Para él, traiga el combo! —La intromisión de la mortal, logra que ambos enfoquemos nuestra mirada en ella—. Tranquilo, vale la pena —me confía, intentando guiñarme el ojo, pero sí que lo hace mal.

—¿Entonces eso será todo? —Asiento, sin mirarle.

Ante mi silencio y la respuesta de la chica; se ve obligado a terminar rápido.

HADES | Dioses latentes #1 (PAUSADA POR CORRECIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora