Capítulo 15

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CARTER

Observo a Orbela con su nuevo pelo rojo destacando sobre su negro atuendo ir de acá para allá, sirviendo agua con una deslumbrante sonrisa a los clientes. Aprieto el brazo de mi padre pidiéndole con la mirada que se recomponga antes de que ella llegue de nuevo a la mesa. Se que mi padre llora por pena, pena de que mi madre no haya podido conocer a una persona tan especial como lo es Orbela, pena de que se fuera tan pronto, pena de no ver el magnífico azul de sus ojos, pero sé que también llora de alegría, de alguna forma Orbela le recuerda a mi madre, siente que ella está presente en la joven, que fue ella la que truco al destino juntando nuestros caminos.

Se sienta con una sonrisa notablemente fingida, mi padre ya ha cambiado el gesto y rápidamente cambiamos también el tema de conversación.

— Orbela, ¿de cuántos trabajos te han echado estos días por mi culpa?

— de dos señor Carter.

— ¿el del club era el que más dinero te daba?

— sinceramente si. No me siento bien, pero la mayoría de los babosos que intentaban pasarse conmigo volvían sin dinero para casa, además de las propinas que ganaba tras la hora feliz y el sueldo al final de mes.

— ¿cuánto ganabas en total? — Mi padre entra enfurecido en la conversación.

Él y yo habíamos hablado y no estábamos de acuerdo en que Orbela trabajase en un sitio así, que al final la despidieran causó alegría en ambos, recuerdo que llegué al taller de mi padre gritando la noticia, aunque sabíamos de los problemas económicos que acarrearía si no conseguía otro trabajo.

— pues a final de mes ganaría de media... unos... dos mil quinientos.

— te puedo preguntar qué haces con todo ese dinero.

— pues a ver, al mes en total ganó unos tres mil como mucho. El dinero de las clases particulares, el que robó en el club y las propinas que serán más o menos unos 500€ los ahorro, a parte de alguno de los trabajos de murales y esas cosa que también los ahorro.

        « Mi padre no está al tanto de muchos de mis trabajos, así que puedo permitirme el lujo de guardar algo de dinero. Después con lo que sobra... 1500 € van para un par de créditos en el banco, 900 van para deudas por ahí sueltas y otros 100 van para el crédito que le debo a la universidad por lo que de mi dinero ya no queda nada. Luego está el sueldo de mi padre.  
    
        « Al mes serán unos 1500, aunque se de sobra que hace algún que otro trabajo por ahí y se guarda el dinero, no le culpo, hago lo mismo. Bueno, de ese dinero 500€ se van para la hipoteca, otros 500 se van para deudas de amigos; 200 para facturas; 150 se van para un abogado, al que todavía le debemos dinero desde la muerte de mi madre; 50€ se van para la comida del perro... Lo que nos deja 100€ para comida. Y eso calculando que no haya imprevistos... como por ejemplo que se nos rompa la caldera o algo por casa y haya que cambiarlo.

— y ese dinero que ahorras, ¿porque no retiras una parte para que podáis comer en condiciones?

— pues... a ver, en casa siempre hay algo de comida pero casi nunca hay tiempo de pararse a preparar algo. Además, ese dinero lo estoy ahorrando para un coche para mi padre. Hace años tuvo que dar el suyo al banco, ya que si no, nos embargaban la casa. Llevo casi cinco años y medio ahorrando, solo me faltan 1000€ este mes y se lo regalare por navidad. Además mucho de ese dinero ahorrado se va para las personas... bueno, las personas con las que hice negocio a los dieciséis para poder pagar un crédito del que mi padre no tiene consciencia.

— ¿con quién negociaste Orbela? — Pregunto preocupado, ya que parece que mi padre tampoco tiene idea de que habla la pelirroja. Ante el silencio de Orbela y su sonrojo me temo lo peor —. ¿Narcotraficantes? — ella no responde lo que responde a mi pregunta, mi padre aparta la cara y ella se encoge más en la silla —. ¿Estas endeudada con narcos?

— más o menos. Trabajé para ellos una temporada, saben que soy de confianza por eso nunca me han amenazado si es lo que le preocupa.

— ¿Trabajaste con drogas?

— lo siento Dereck, pero no conoces ni la mitad de mi pasado. Nunca me metí nada, conocía de cerca los efectos y no quería acabar siendo una drogadicta.

— ¿estás loca?

— estaba desesperada Carter, es diferente. Eso ya quedó en el pasado, no hay porqué remover viejos recuerdos, además tengo muy buenos contactos gracias a esos tiempos.

— ¿contactos para que? ¿para conseguir una buena droga al mejor precio?

— para ayudarme con problemas que no le voy a explicar.

Mi padre me da una patada por debajo de la mesa pidiendo que deje el tema.

— es muy bonito lo de comprarle el coche a tu padre pero... ¿no preferirías comprarte tu moto?

— Dereck, sabes que lo haría a ciegas, pero mi padre está cansado del transporte público, pilla gripes cada dos por tres y los horarios pocas veces coinciden con los suyos. Sé que el coche solo otorgará más gastos, pero tengo muchas horas libres.

— Orbela, no deberías trabajar tanto, vas a terminar por explotar.

Mi padre la mira como un padre preocupado por su princesa, acuna su cara con la mano y sonríe tristemente.

— no puedo dejar a mi padre solo en esto, no quiero que acabe como Ron —. Me siento ajeno a la conversación, escuchó a Orbela hablar, entiendo lo que dice, nunca he tenido problemas económicos pero sé que no dejaría jamás a mi padre de lado.

— ¿qué le pasó a Ron?

— en resumen señor Carter, Ron vivía con su hijo después de que su mujer los abandonara. Nunca habían tenido problemas de dinero, vivían bien, la huida de su mujer no les afectó, pero su hijo tuvo un accidente y se mató. Ron entró en depresión, dejó el trabajo y se endeudó, se quedó sin amigos ya que se había vuelto loco, siempre estaba borracho y su familia le dejó de lado, le embargaron la casa y acabó en la calle. Tras ver que el único paso que podía seguir era la muerte, dejó de beber y cambió el chip, ahora es una persona que mira la vida de forma diferente. En parte creo que fue por la ayuda que le otorgaron los desconocidos, empezó a ver lo bueno en las personas.

— bueno, ¿y si cambiamos de tema?

— vale papá, ¿de qué quieres hablar?

— ¿de tu cumpleaños?

— papá... soy muy mayor para celebrar mi cumpleaños.

— Carter, cumple 22 años, no es mayor ¿cuándo cumple?

— en seis días.

Asiente hacia mí sin saber qué más decir y el resto de la comida la pasamos hablando de temas triviales, hasta que Orbela acaba su descanso y abandona la mesa dejándonos a solas a mi padre y a mi.

Señor CarterWhere stories live. Discover now