Capítulo 1: El crimen de Griddy's Doughnuts.

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1.
EL CRIMEN DE GRIDDYS DOUGHNUTS

A tan solo días para su cumpleaños 16, Cinco salió esa noche de su habitación pasada la media noche después de haber obtenido la ecuación del apocalipsis. Necesitaba un gran café, oscuro.

Se teletransportó a la cafetería más cercana, la que solía visitar; pues era atendida por una vieja rubia que se veía muy cansada para querer intervenir en los asuntos de sus clientes. En otras cafeterías, los meseros habrían cuestionado a un niño de 15 años y uniforme desaliñado exigiendo un café, pero la anciana de Griddy's Donuts no se metía en sus asuntos.

Las luces encendidas le iluminaron la cara, y sonrió al encontrarse el local vacío. Suspiró y se encaminó a la entrada.


—Es hora de cerrar, Mel — dijo Agnes poniendo la mano en el hombro de la joven de cabello oscuro
—¿Tan pronto? — cuestionó la chica —. Tú sabes que siguen habiendo clientes aún después de las 12, abuela.

La anciana de dirigió una mirada cuestionable mientras guardaba sus cosas en su bolso rosado.

—Déjame quedarme este turno, necesito el dinero — pidió Melanie.
—Sólo una hora, te esperaré en el auto — accedió Agnes.
—No tienes que dormir en el auto otra vez, vete a casa.

Agnes sonrió dulcemente mientras negaba con la cabeza. Luego, salió por la puerta trasera y se metió en su pequeño auto azul. Se acomodó en el asiento trasero y se durmió.

Dentro de la cafetería, Melanie oyó el sonido de la campanita de la puerta de entrada. Tenía las manos sucias por la dona de mora azul que estaba comiendo y además se había quitado el delantal. Se apresuró a limpiarse y buscó ese chillón delantal rosa con la mirada pero no podía hallarlo. Escuchó que la silla de la barra se arrastraba. Alguien estaba esperando.

Apresúrate!", se dijo.

Entonces, se volvió a oír la campanita de la entrada.

"Maldición...", pensó Melanie, apresurándose lo más posible.

—¿Me han seguido hasta aquí? — dijo una voz del otro lado de la puerta que conducía a la barra. Era una voz joven, pero gélida y áspera.

Melanie tenía una gran imaginación, con la cual se había puesto a ella misma en escenarios improbables y de fantasía, pero ninguna de sus películas falsas la podría haber preparado para lo que sucedió a continuación.

La joven se agachó para comprobar el último lugar donde podría estar su delantal, y entonces se dio cuenta que ese estúpido delantal le había salvado la vida; el estante arriba de ella estalló en un chirrido y los ingredientes de colores cayeron encima de ella. Levantó la mirada sin ponerse de pie, completamente asombrada, pero sin una pizca de miedo. ¿Algo interesante por fin estaba pasando en su vida?

Pronto otras cosas se oyeron caer, y en el piso Melanie pudo observar: balas.

"¿Es un maldito asalto?"

—¡Púdranse! — dijo la misma voz de la vez anterior.

Finalmente, Melanie se animó a mirar por la ventanilla de la puerta: había mucho humo, focos rotos, un trío de grandes hombres con pistolas — de los cuales 2 estaban muertos —, y un chico.

Extrañamente atractivo, aunque Melanie no le había visto la cara, el joven peleaba con la agilidad de un personaje de película de acción. Y de repente, la joven mesera se dio cuenta, ese niño tenía puesto un uniforme, el uniforme de la Academia Umbrella.

Nadie hubiera podido explicar la cara que puso Melanie en ese momento. Su manó se colocó, casi inconscientemente, en el manojo de la puerta. Como ida en un trance, Melanie se dirigía hipnotizada hacia él. Estuvo a punto de abrir la puerta, cuando el niño mató al último hombre y paseó la mirada por todas partes para asegurarse que estaba libre de testigos.

Pero no lo estaba.

Agnes apareció detrás de Melanie gritando cosas inentendibles para la joven, que tenía algo más interesante en que poner atención: el gran chico de la pelea la estaba mirando. Se había dado cuenta de que ella había estado ahí todo el tiempo y que detrás de ella la anciana estaba llamando a la policía.

Melanie abrió la puerta, asombrada. Estaba a metros de un integrante de la Academia Umbrella, y no se lo estaba imaginando.

Las luces de rojo y azul interrumpieron su momento de credulidad. Sus oídos, que antes parecían estar sordos, volvieron a la realidad y entonces todo la abrumó. La policía estaba llegando.

"Tiene que largarse de aquí, ¡ahora!"

Como si le hubiera leído la mente, el joven salió corriendo y, por la ventana, Melanie pudo ver como desparecía entre un destello de luz azul.

Miró al piso de la cafetería, donde todo estaba hecho un desastre. Quizás esperando que el desconocido hubiera olvidado algo para que volviera y ella pudiera volverlo a ver. Aunque, técnicamente, no era un desconocido; Melanie había pasado años de su niñez deseando ser una de ellos, una integrante de la Academia Umbrella. Ahora tenía 15, y todo parecía diferente, había olvidado sus rostros, siempre ocultos tras una máscara peculiar, esas hazañas que transmitían en televisión, la forma en que los admiraba porque eran como superhéroes, pero eran reales.

Eso había pasado hace años, ahora ella era una adolescente huérfana y tenía que ocuparse de sus asuntos, incluso si el mundo se acababa.

Y en ese momento de crítica personal, Melanie se dio cuenta de la presencia de un extraño maniquí sin piernas que parecía mirarla. Tenía una blusa blanca de puntos negros y no portaba peluca. Era singularmente bonita. La joven se acercó y tomó el extraño maniquí, para después llevarlo al armario de objetos perdidos. No tenía nada que perder.

Mientras la policía entrevistaba a Agnes, la joven estaba de pie ante los grandes ventanales que no le mostraban más que una ciudad oscura, vacía y, aunque ella no lo sabía, una ciudad a la que le quedaban pocas semanas de existencia.

Mientras la policía entrevistaba a Agnes, la joven estaba de pie ante los grandes ventanales que no le mostraban más que una ciudad oscura, vacía y, aunque ella no lo sabía, una ciudad a la que le quedaban pocas semanas de existencia

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𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐀𝐊𝐄𝐑𝐘 ; 𝘕𝘶𝘮𝘣𝘦𝘳 𝘍𝘪𝘷𝘦Where stories live. Discover now