Capítulo 22: Enfrentarlo todo.

782 86 13
                                    


22.
ENFRENTARLO TODO

Melanie durmió sólo cuatro horas, pues la insistente alarma de misión sonó sin parar a las 7:00 a.m del nada esperado 3 de Octubre. Por segunda vez, despertó sobresaltada saltando de la cama. Oyó gritos que venían del primer piso:

«¡Date prisa, Luther!» «¡No encuentro mi máscara!» «¿Y mis cuchillos?»

No hubo tiempo para analizar la situación: Grace abrió la puerta sin siquiera tocar y le tendió a Melanie el uniforme limpio y una máscara oscura.

—Date prisa, cariño — dijo Grace con su dulce voz.
—Ajá..., seguro — contestó Mel cerrando la puerta.
—¡Número Cero! — vociferó Reginald, tan fuerte que todos lo escucharon.
—¿Estás loco? ¡No iré! ¡Envía a tus hijos!
—Tú eres mi hija. Tienes un minuto para bajar — gritó.

Melanie bufó.

—Si muero, será su culpa — maldijo mientras se cambiaba lo más rápido que podía. Le dolía la cabeza por sus escasas horas de sueño —, ¿cómo se le ocurre enviarme a una misión? Ni siquiera me enseñó a pelear...

Ese era el punto, ¿por qué Reginald obligaría a Melanie a ir a la misión si ella no tenía un poder de ataque, ni sabía pelear?

Finalmente, la joven no supo ponerse la máscara, así que abrió la puerta y salió corriendo con ella en la mano. Cuando bajó el último escalón, casi estalla en carcajadas: todos se veían extrañamente graciosos formados frente a la puerta con sus uniformes y sus antifaces, esperando por ella.

—Ven aquí — dijo Grace. Cuando Melanie se acercó, quién sabe cómo, le colocó la máscara.

Cinco no dejaba de mirar a Melanie desde que ella había aparecido por las escaleras, ni dejó de hacerlo durante el trayecto. Era una mañana fría y apenas estaba amaneciendo, pero la adrenalina de las misiones hacía que todos entrasen en calor.

Dentro de la camioneta donde todos se dirigían al banco, la joven Cero era la más distraída. Su plan era sencillo: se escondería hasta que los hermanos acabaran con la misión. Era obvio que no pelearía, lo que Ben le había enseñado no era suficiente para defenderse de adultos delincuentes. Y ver el futuro no serviría de nada, se volvió a preguntar por qué Reginald la había enviado.

Cuando estuvieron lo más cerca posible, se escucharon disparos y gritos. Los chicos se sobresaltaron y trataron de mirar por la ventana.

—¿Y bien? — dijo Melanie. Todos voltearon la vista a ella —. ¡Vayan a salvar el mundo!
—No es tan fácil — contestó Diego con un tono extrañamente amable —, no deben vernos entrar.
—Cúbreme, entremos por el frente y... — empezó Alisson.
—No, yo iré adelante — interrumpió Luther.
—Muy romántico — se burló Mel —, pero ir por el frente es estúpido: supondría salir por detrás y eso es exactamente lo que esperan que hagan. Suban por el balcón de la derecha y luego tendrán dos opciones para huir — señaló.

Los hermanos la miraron sorprendidos.

—No esperaba menos — susurró Cinco mirando la ventana. Esperando una señal.
—Parece que tienes experiencia — dijo Ben.
—Algo así — afirmó Melanie mirando a Cinco. Él era el único que conocía la verdad.
—Pero, irás con nosotros, ¿no, Melanie? — preguntó Klaus.
—Sería un honor cumplirle la fantasía a la Melanie de 11 años, pero no — respondió sonriéndole.
—Claro que vendrás — dijo Cinco volteando la mirada para verla, aguantó un par de segundos y luego volvió a mirar la ventana.
—Órdenes de papá — aclaró Ben.
—¡No pueden obligarme! Voy a morir ahí, ustedes lo saben — rogó Melanie con el ceño extremadamente fruncido.
—Nadie va a morir — declaró Luther —. Los protegeré, a todos. Incluida la rara de la risa malévola.

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐀𝐊𝐄𝐑𝐘 ; 𝘕𝘶𝘮𝘣𝘦𝘳 𝘍𝘪𝘷𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora