Extra #4

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Extra #4: Queriendo cambiar.

Los Ángeles
Lunes:

7:30 am

Una de las cosas que Silene quería dejar atrás era la actitud arrogante y superior que caracterizó a su versión pasada. Durante mucho tiempo trató a personas buenas de formas en que no lo merecían, todo porque así llegó a sentir que mantenía el control de todo. Así se sintió segura.

Sin embargo, estaba harta de basar su seguridad en las inseguridades de otros. Quería seguir adelante por sí misma, no por hacerle daño a las demás.

Se despertó gracias a la alarma de la mañana, al menos esa noche había logrado dormir sin pesadillas de por medio. Escuchó a Adam quejarse a su lado y, en lugar de levantarse, él aumentó el agarre en la cintura de Silene y la atrajo más a su cuerpo. Se aferró a ella y se negó a despertar, a pesar de que el despertador estaba puesto para anunciarle que él debía ir al trabajo. Ella rodeó sus brazos y soltó una carcajada.

—¿Me estás usando como osito de felpa, Blake? —cuestionó ella. Él la abrazó mucho más. 

—Eres más cómoda que un osito de felpa, la verdad —aseguró él. Lejos de levantarse, ella lo sintió ponerse aún más cómodo en la cama. 

—Tienes que ir a trabajar...

—No quiero —se quejó, rehusándose a abrir los ojos —. ¿Y si finjo estar enfermo y me quedo contigo todo el día?

—Yo estaría encantada, pero sé que la farsa te duraría dos horas y luego irías al gimnasio porque odias dejarles tus responsabilidades a Don y Sanne.

—Ugh, a veces es una mierda ser tan buena persona.

Ella soltó una carcajada y se dio la vuelta para verlo cara a cara. En un principio, él cerró con fuerza los ojos para impedir despertarse, pero tuvo que rendirse al cabo de unos segundos. Poco a poco, fue abriendo los ojos y se encontró con la misma espectacular vista de todas las mañanas.

De verdad agradecía que cada  despertar le perteneciera a Silene y a su hermosa mirada color café que lo observaba con incluso más cariño que el día anterior.

—Buenos días —susurró ella, peinando con sus dedos el cabello rubio de Adam que cubría sus ojos. Él se inclinó un poco y dejó un beso en sus labios.

—Buenos días, princesa —respondió él, con una sonrisa adormilada. Luego, bostezó —. En serio estoy odiando un poco mi trabajo ahora. No quiero irme cuando te tengo aquí.

—No me uses como excusa, Adam Jeremy Blake.

—Oye, no te ofendas —habló él, sonriendo con diversión. Luego, la acercó más a él —. Eres una muy buena excusa, princesa.

Ella rodó los ojos, pero sonrió sin siquiera poder evitarlo. Un mes viviendo junto a Adam como su novio les permitió dejar poco a poco la incomodidad del principio y disfrutar de su relación. Todavía había ciertos momentos de inseguridad, sobre todos porque Sile todavía no superaba sus miedos. Sin embargo, la mayoría del tiempo, había una atmósfera cómoda y agradable entre ellos dos.

Una que hacia que ambos se enamoraran cada vez más...

Él dejó un suave beso en el cuello de Silene, y luego otro, y luego otro más...Hasta llegar a sus labios y besarlos con una dulzura que se fue perdiendo al tiempo en el que el beso se hizo más profundo. Ella sonrió con diversión sobre sus labios, sabia exactamente lo que él estaba intentando.

—Tienes que ir a trabajar...—canturreó ella, aun con su boca sobre la de él. Adam se separó y soltó un resoplido antes de dejarse caer en su lado de la cama. Se cruzó de brazos y arrugó la nariz, fingiendo estar enojado.

Extras de Rosas|| libro #3.2Where stories live. Discover now