Extra #6

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Extra #6
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5:25 am

Los Ángeles

Ver no es lo mismo que observar.

Ver es el simple hecho de que tus ojos funcionen.

Observar es tener la habilidad de saber usar tu vista. 

Aviv comenzaba a entender eso ahora que llevaba un mes y medio viendo. Todavía se confundía un poco con los colores y objetos, al igual que con las letras y profundidades. Cosas tan sencillas como las sombras lo descolocaban y el brillo del sol le dolía en sus pupilas. Pero, dentro de todo, no estaba para nada mal.

Estaba descubriendo un nuevo mundo, uno en el que poco a poco empezaba a encajar. Le gustó descubrir que forma tenían las sonrisas, sobre todo las de sus seres queridos. También le agradó poder reconocer finalmente su reflejo, eso fue algo que lo llenó de una increíble satisfacción en su momento: jamás creyó que tendría una imagen propia de sí mismo. 

¿Pero sabes qué amaba observar? A quien se había convertido en el sinónimo de cada amanecer. 

Pts, Everton —escuchó a su lado. Sin embargo, no abrió los ojos —. Avi, despierta.

Se removió en el colchón, sintiéndose muy cansado como para hacerle caso. Sanne era una mujer de mañanas, que se levantaba e iba a trotar en la playa cada madrugada. Aviv...Aviv era un hombre al que le encantaba su cama y prefería simplemente esperar a que ella volviera de su rutina matutina para que así ella fuese lo primero en veía al despertar.

Sin embargo, estaba muy seguro de que ella no había ido a trotar aún y que era demasiado temprano. No sentía los rayos de sol en su rostro, como cada mañana y estaba cansado, así que solo ignoró a Sanne y se dio la vuelta para seguir durmiendo.

—Oye, en serio, despierta —ella comenzó a tocar su hombro una y otra vez, logrando que él se quejara —. Vamos, Everton. No te hagas el difícil.

—Es muy temprano —se quejó, con voz adormilada —. ¿Qué quieres, Sanne?

—Que abras esos bonitos ojos y que me mires, bombón. 

—¿Bombón? ¿Todo bien contigo? —con todo el pesar del mundo, abrió uno de sus ojos y alcanzó a ver una mirada muy cerca de él —. A ver, ¿y desde cuando soy un bombón?

—Solo estaba probando si eso te hacía despertar —ella sonrió antes de besar sus labios. Él tampoco pudo evitar sonreír cuando la sintió a ella enredar sus dedos en su cabello —. Sabes que yo no soy de apodos demasiado cursis, a mi me gusta llamarte Everton. A veces, cuando estoy de buenas, capaz y te llamo cariño, pero bombón jamás.

—Así que me engañaste al llamarme bombón solo para despertarme y luego romper mis ilusiones.

—Exactamente.

Él soltó una breve carcajada antes de abrir por completo sus ojos. Entonces, la observó:

La piel tersa que reconocía muy bien con su tacto era de un color hermoso que parecía brillar en contraste con las sábanas pálidas que la cubrían. Ahora sabía que el tono en la piel de Sanne era igual al del café con a penas un poco de leche, así como el color de sus labios resultaba ser un rosa muy oscuro. Ahora que veía, podía entender porque ella besaba con tanta suavidad, pero con un justo toque de seducción que lo enloquecía; es que su boca tenía la forma exacta para provocar esa sensación: su labio inferior era tan solo un poco más relleno que el otro y, cuando lo mordía como en ese momento, provocaba sensaciones en Aviv que él jamás habría descubierto estando ciego.

Extras de Rosas|| libro #3.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora