Capítulo 6: La fiesta

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Ese día era la fiesta a la que James me había invitado. Habíamos quedado de vernos a las siete afuera de la entrada del internado y luego ir juntos.

Cuando salí hacía el patio delantero, noté que Eiden estaba saliendo de la reja, supuse que iba a su casa así que me quedé quieta un momento, esperando a que se fuera. No quería topármelo.

Cuando salí del internado, esperé a James afuera hasta que apareció. Estaba vestido con una polera negra, unos jeans rotos en las rodillas y una chaqueta de cuero sintético.

La baba estaba a punto de caer de mi boca, hasta que él me habló.

—Te ves bien.

Sentí mis mejillas calentarse y no pude evitar sonreír.

—T-tú también.

Yo estaba vestida con un vestido corto y ajustado de lentejuelas plateadas, unos botines altos negros y una chaqueta de cuero sintético. Podía decir que combinábamos a la perfección.

—Un amigo pasará a buscarnos.

En unos minutos, un auto negro y moderno apareció frente a nosotros. La ventana del copiloto bajó y el conductor se asomó.

—James, ¿Qué hay amigo?

James se acercó y chocaron sus puños.

—Sube —me dijo James.

Yo subí, tímidamente, a la parte trasera del auto. Debía decir que me ponía algo nerviosa subir a un auto con dos hombres desconocidos. Lamentablemente las mujeres no podíamos confiar en cualquier sujeto en esa asquerosa sociedad.

Revisé las puertas, mientras los otros dos conversaban en los asientos de adelante, buscando alguna forma de escapar en caso de que eso fuera un intento de secuestro.

¿En qué pensaba mi madre cuando me quitó el celular? Andar sin celular por ahí no era una buena idea, no en caso de que pudiera sufrir algún accidente.

Noté que nos adentramos por unas calles que llevaban al barrio más alto de la cuidad, por donde estaba mi casa, por lo que me sentí un poco más tranquila.

«¡Idiota! ¿Y si te quieren vender a un viejo ricachon?».

Rodé los ojos ante la idea de mi conciencia.

«Esto no es un libro erótico para adolescentes, conciencia».

Me quedé mirando por la ventana.

«Claro que no es uno, en esos libros no hay viejos ricachones; hay hombres medianamente jóvenes, guapos y con un pene del tamaño de...».

Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en tonterías y decidí disfrutar del maravilloso paisaje nocturno.

Unos minutos después oí el sonido de música y gritos de felicidad... una fiesta.

El amigo de James estacionó el auto y James se volteó a verme.

—Aquí es.

Yo sonreí y me bajé con él.

—Tengo que admitir algo —le dije a James cuando bajamos—. Estoy un poco nerviosa.

—Tranquila, a mí me conocen aquí, yo te presentaré a los demás.

Debía decir que, aunque a simple vista, James parecía rudo y frío; su voz era muy dulce y decía todo con mucha amabilidad.

No me costó demasiado adaptarme al ambiente, había logrado llevarme bien con todos los que había hablado y estaba disfrutando de la fiesta.

En ese momento, estaba en el patio con una chica; amiga de James, fumando marihuana en una pipa. No tenía mucha conciencia de cuanto había bebido y fumado, pero no me sorprendería si me encontraban muerta en una tina intoxicada. Podrá sonar irresponsable e idiota de mi parte, pero en ese momento no estaba midiendo la cantidad de estupideces que hacía... nadie, en realidad.

Un Caos Al InternadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora