Capítulo 25: Casa sola

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Michel tenía razón. Eiden tenía muy buen cuerpo. Claro que con tanta ropa ridícula que se ponía no lucia nada, pero sin ella... olvidando que era él, me gustaba bastante.

Ya debían ser casi las seis, por lo que yo estaba debatiéndome entre si bajarle los pantalones o dejarlo hasta ahí.

Yo estaba sin camisa, sobre él, mientras él estaba con él torso desnudo con sus manos en mi cintura apretándome contra su entrepierna... ¿era posible detenerse en ese momento?

«Heather, Zafiro llegará y entonces... ».

Reprimí la voz de mi conciencia y metí mis manos bajo el pantalón de Eiden, haciendo que se sobresaltara.

—Heather, espera.

No me gustó como sonó eso, pero me detuve.

—Hay algo que tengo que decirte —pude notar que se sonrojó levemente—. S-soy... soy virgen.

Yo iba a soltar una risa, pero me aguanté al notar que sonaba sincero.

—¿En serio? —él asintió.

No era una broma. Él no mentiría con esa clase de cosas... Además, no me sorprendía, con Estela de por medio y su forma de ser, probablemente ni siquiera había estado cerca de hacerlo.

Yo asentí.

—Está bien... yo te puedo guiar.

Volví a besarlo y cuando estaba a punto de volver a meter mis manos en su pantalón, mi celular comenzó a sonar.

«¡Ay, maldición!».

Me separé de Eiden y contesté.

Heather, voy en media hora —avisó mi madre—. Quiero que estés lista.

—Está bien, mamá.

Ella colgó y yo suspiré con algo de frustración.

—¿Qué pasó? —preguntó Eiden.

—Mi mamá llegará antes.

—Bueno, no te preocupes.

Yo podría haber dicho: "en media hora alcanzamos", pero no lo hice. Aunque el tema de la virginidad a mí no me parecía importante, había gente que sí, e imaginaba que Eiden era una de esas personas.

Me salí de encima de él y ambos comenzamos a vestirnos.

En el momento que Eiden iba a salir, Zafiro entró al cuarto y nos miró atónita.

—¡No es lo que parece! —exclamamos los dos.

—Ajá... claro.

Zafiro se movió hacia su cama sin quitarnos la mirada de encima.

—¿Sabían que yo soy Batman?

Yo rodé los ojos y casi empujé a Eiden hacia afuera.

—No digas nada —le dije a Zafiro después de cerrar la puerta.

—No puedo evitarlo —se sentó en su cama—. Solo ten cuidado con Estela, no tienes idea de lo que puede hacerte.

—No hay nada tan terrible que me pueda hacer.

O al menos, eso era lo que yo esperaba.

No había muchas personas de ese lugar que fueran un rival para mí y Estela no era la excepción.

Quizás, la zanahoria irritante era muy lista y parecía tener algunos rasgos psicopáticos, pero yo era experta en la rama de la vida y las malas ideas. Si ella se atrevía a molestarme, yo explotaría su casa con petardos cuando estuviera vacía... ¿o era demasiado extremo?

Un Caos Al InternadoWhere stories live. Discover now