CAPÍTULO 28. RISA.

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Era bien entrada la mañana cuando despertaron. Draco la tenía abrazada por la espalda y besaba su mejilla, cuando su estómago empezó a rugir por el hambre, lo que provocó la risa de Hermione.

—Espero que los elfos hayan preparado bastante desayuno. Apuesto que te comerías lo de todo un regimiento.

—Y yo que estaba pensando en una mejor opción de desayuno —murmuró en su oído con tono seductor, ella negó traviesa con la cabeza, por lo que, con un rápido movimiento, él se sentó a horcajadas sobre ella y empezó a hacerle cosquillas en ciertos puntos que bien conocía, eran su debilidad.

Hermione trataba de defenderse, pero obviamente Draco era más fuerte y la inmovilizaba fácilmente con sus brazos y piernas.

—¡No es justo! Sabes que no me gustan las cosquillas —le dijo haciendo un puchero y rindiéndose luego de pocos segundos.

—Lo sé, pero a veces me gusta provocarte —sonrió para después de unos segundos ponerse serio. Poniendo sus manos sobre el vientre de su esposa, murmuró—. ¿Crees que ya haya un pequeño Malfoy creciendo en tu interior?

Un ligero rubor cubrió las mejillas de la joven.

—Por falta de intentos no sería —prosiguió Draco con picardía.

—¡Draco! —se tapó la cara con sus manos, avergonzada por sus palabras, pero riendo ante el comentario.

—Me encanta cuando te pones así —rió divertido, contemplando el rubor de su rostro para luego besar el sonrojado semblante incontables veces—. ¡Tú ganas! —repuso minutos después—. Desayuno con comida real entonces. Que luego no se diga que la madre de mi hijo no se alimenta bien —y la alzó como si fuera tan ligera como una pluma para llevarla a la ducha.

—¿Qué vamos a hacer hoy? —inquirió la joven mientras desayunaban.

—No tengo ningún plan, pero se me ocurre que podríamos ir a comprar todo lo del cuarto para el bebé —sus ojos brillaban con ilusión.

—¿No crees que es algo pronto para eso? —preguntó con sorpresa—. Al menos deberíamos esperar a que haya un bebé acá —señaló su vientre.

—Mmm... —frunció el ceño ligeramente, fingiendo enojo—. Debieras complacerme. Es mi primer bebé y quiero tener todo listo con buen tiempo.

—Hagamos un trato —utilizó un tono serio lo que puso en alerta a Draco. La conocía bien y sabía que se avecinaba algo que quizá no le iba a gustar—. Vamos hoy de compras para el bebé si me dejas elegir quiénes serán sus padrinos.

—Eso es un vil chantaje. No hay que ser adivino para saber que Potter y su mujer serán los elegidos... —respondió con voz compungida.

—Y no te molesta, ¿verdad?

—¿Potter y yo compadres? Qué podría ser peor... —se quejó alzando los hombros con un gesto de total y fingida resignación—. Me has utilizado... esos han sido siempre tus más oscuros propósitos: emparentarnos —su rostro era de lo más cómico en un intento por hacer una rabieta, por lo que Hermione no pudo evitar estallar de la risa. Quién hubiera pensado años atrás que, su marido, tuviera madera para comediante.

—Eres un exagerado —le dijo luego de darle anchas a sus carcajadas—. Sabes bien que son los mejores para esa tarea.

—Lo dices porque son tus mejores amigos. En ese caso, yo quisiera que fueran Theo y Pansy.

—Pero tú quieres ir de compras hoy, ¿verdad? —lo miró con picardía y él refunfuñó algo que ella no alcanzó a entender—. Tus amigos serán los padrinos del siguiente —dijo tranquilamente.

Draco siguió refunfuñando... no recordaba en su árbol genealógico algún Malfoy que hubiera tenido más de un hijo, pero para qué comentarlo. Su mujer llevaba las de ganar siempre y si eso la hacía feliz, él nada más existía para darle toda la felicidad que ella quisiera.


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