El cura y la criada
En la población de Ribadelago, había un sacerdote con una criada que se encargaba de todas las tareas. Un día un joven robó ciruelas y la criada gritó "un rapaz", entonces el cura dijo "lo que salga", desde ese momento y totalmente avergonzado por el malentendido decidió cortar el ciruelo y tallar santos a San Benjamín.
Hay otra versión de esta leyenda que cuenta que el árbol era un aliso y que lo cortó para que por un lado una burra comiera y por otra, tallar una imagen de San Sebastián.
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