CUENTO DE UN FUNERAL

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¡Olita de mar! Espero que esten bien. 

¡Uff termine! tenía la idea de hacer este cuentito para esta fecha, pero como siempre y para no perder la costumbre lo dejé todo para el final. Esta super cortito y extraño pero estoy feliz de sacarlo de mi cabeza. Yo diría que es fantasía en lugar de terror, así que tampoco me emociono tanto, porque si ya vieron Bunnyman ya sabrán que el terror y el suspenso no son lo mio. 

No os prometo la mejor historia del mundo XD

Nos leemos :) 

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El BARRANCO

Sostuvo el volante con la mano izquierda y con la derecha buscó en el pequeño espacio a su lado una cajita de chicles de menta. La destapo usando los dientes y engullo ambas pastillitas arrojando la cajita sobre el asiento de copiloto, junto a su mochila y su chamarra. Apenas salió de la ciudad perdió por completo la señal de la radio, era un auto viejo y el estéreo no funcionaba. Se quejó bajito mascando más aprisa, moviendo la perilla de un lado a otro en busca de una estación con algo de música, pero sólo se encontró con el sonido de la interferencia. Fastidiado por el ruidito, terminó por apagarlo.

—Supongo que tendré que cantar — se animó, tarareando una canción que recién había descubierto, de la que solo conocía un pedacito de la letra y parte del coro.

Unos metros adelante, tras pasar una curva pronunciada, se topó de frente con un letrero escondido entre la maleza "Santa María de las flores 80km" se leía.

— ¡Fui! Será un camino largo —expresó Naruto, esta vez más temeroso. Tenía poca experiencia conduciendo en carretera y tampoco conocía del todo el camino; pero era necesario, porque lo quería y esas cosas eran las que las parejas hacían en los momentos duros. Echo un vistazo por última vez a su móvil antes de adentrarse en el camino, él no había respondido y bueno, en esas circunstancias lo más probable es que no lo hiciera en un buen rato. De todas formas Sasuke no era la clase de persona que estaba pendiente del aparato. —Mendigo bastardo, tengo miedito Sasuke — se quejó haciendo un puchero y arrojó el teléfono junto a la maleta.

El pueblo de Santa María de las flores se encontraba a una hora y media de la ciudad donde vivía y el camino más corto era una carretera delgadita llena de curvas, que atravesaba una gran zona boscosa. El lugar no era conocido, no tenía nada de especial más que un par de hoteles de paso y una plazoleta con estatuas de animales donde los pocos visitantes se tomaban fotografías. Había estado ahí en compañía de amigos, pero jamás había manejado de noche.

A su madre casi le da un infarto cuando llamó para avisarle que iría, que faltaría a todas las clases del miércoles porque Sasuke lo necesitaba, tampoco es que ella pudiera hacer mucho, vivía lejos y aunque se negara Naruto iba a hacerlo de todos modos. Le prometió que la llamaría y ella le dio la bendición. Pensaba en eso mientras conducía y a la par que se alejaba de la ciudad el cielo se volvía cada vez más oscuro.

Dio un vistazo por el retrovisor, en la lejanía, la luminiscencia de la ciudad encandilaba la atmósfera y frente a él, la más oscura de las noches parecía recibirlo con los brazos abiertos. «Dos cielos en uno solo» pensó con la vista fija en la bóveda celeste. Extrañamente suspiró enamorado, no es que fuera un secreto pero era algo complicado admitir en voz alta frente a otras personas, porque Naruto tenía fama de miedoso y de hecho lo era, poquito, pero lo era. Y es que, aunque la noche podía parecer aterradora, la realidad era que la profunda oscuridad del camino le recordaba a los ojitos sombríos y felinos de Sasuke.

Naruto pensaba que eran como olas negras de un mar oscuro, bravío y misterioso. Ojos tan negros que de pasar mucho tiempo observándolos sentía que lo engullían en una caverna oscura de la que solo volvía porque Sasuke quería, porque él y sus ojos negros no toleraban la luz de su alma. Noches atrás había soñado con ellos, había soñado que se volvían de luna roja, que en la oscuridad lo seguían, que adivinaban donde estaba. Después despertaba y él estaba a su lado, con sus ojos negros que le sonreían de nuevo, a él, nada más a él. Así era desde que salían y Sasuke se quedaba en su dormitorio, si el muchacho no dormía a su lado, Naruto no soñaba con él ni con sus ojos.

One, Two, Three, Shots N/SWhere stories live. Discover now