Capitulo 1

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Lo único que pude ver al despertarme fue un ojo mirándome con destellos para que me despertara y saliera a disfrutar el día.

Aquella bolita negra miraba a través de su ojo mi vagueza en la mañana, y no, no me refiero a Nick Fury, el póster del personaje de Marvel que le da vida mi actor favorito Samuel L. Jackson, aún que debo admitir que su parecido era semejante.

Bostecé mirando la claridad del día en la ventana. No sabía exactamente porqué, pero tenía el presentimiento de que iba a ser una gloriosa semana.

Me levanté, siendo las nueve y media, y me vestí sin ninguna prisa dejando que el tiempo avanzara sin comprometerme.

Las escaleras algo escandalosas , prosiguieron en la mañana.

La única cosa que me importaba, eran los adornos y los días restantes para celebrar el nacimiento de Jesucristo. Mi primera Navidad en Alaska, en donde es posible ver la aurora boreal sobre el cielo mientras lluvias de estrellas daban para la noche. Una perfecta celebración como dios manda, no esperaba más.

Llegué a la cocina, y puse la cafetera en marcha. Puse unos huevos en la sartén mientras Mint me miraba del suelo de manera dulce, como si quisiera que yo fuera compasivo con mi desayuno.

Preparé también un tazón de leche con cereales y también hice tocino, lo cual todo ese conjunto desayuno de todos los días.

La gente podría pensar que mi apariencia consistía en tener más de 90 kg , con tatuajes, y un poco de cabello que dejaba entrada lentamente por el simple estrés que me acompañó en Irak, pero sin embargo, a pesar de ser exactamente una persona almacenadora de cualquier comestible, sostenía mis 73 kg de la mejor forma.

Mi cabello castaño aún no daba avisos de perderse, incluso cuando la preocupación apareció en mi vida.

Cuando estaba a punto de deleitar el huevo frito (conclusión de que el otro se lo devoró Mint) mojando tocino en el jugo de la clara, el teléfono sonó descontrolando mi tranquilidad.

Era un simple mensaje. El cuál tan solo tenía una palabra de un número desconocido, con un dígito verificador quedaba por sentado que era de New Orleans.

«Ayuda».

-Simpático. - respondí sin ninguna importancia pensando que la broma de alguien podría alegrarme más.

«¿Quién eres?»

No obtuve respuesta en ningún momento.

Sin embargo, lo ignoré prosiguiendo con mi día.

Hoy era el día en que me tocaba arreglar el pequeño árbol del salón por lo cual me daba una distracción asegurada.

Los adornos se finalizaron con colores rojos y amarillos, poniendo alguna que otra nieve artificial envolviéndolo de blanco.

La cena consistió en unas chuletas de cerdo, con puré lleno de vegetales. Mint tragó sus pastillas conforme al tiempo en que yo tragaba solo dos pedazos de mi comida. Supo esperar bastante para que yo le recompensara con un hueso, el cual lo estuvo saboreando en todo el tiempo en que yo juntaba la mesa y fregaba los útiles.

La tarde siguió de forma tranquila, y eso es lo que adoraba de Alaska. Cuando quise acordar, ya estaba en el sillón con la estufa a leña prendida durmiendo con un libro en mis manos.

Desperté por el ladrido de Mint, la cual me gritaba para darme cuenta que había dormido toda la noche en el sofá, además de que ya eran las once y que no se suponía que estuviera durmiendo a estas horas.

- Gracias mi vida. Si no fuera por ti, dormiría todo un día. -bostecé levantándome sin ganas-.

Después de ver un sombrío día el cuál la temperatura bajaba más de 3 grados, corrí hacia la escalera, en donde me encerré en el baño, con intenciones de tener una ducha tan caliente y relajada que me hiciera sentir feliz.

A Christmas Miracle •Where stories live. Discover now