Capítulo Final: Juntos

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Ai

El detective de Instituto Shinichi Kudo volvió a su cuerpo original, gracias a un prototipo a base de Baikal, sus bromas siguieron aumentando haciéndose mucho más efectivas en mí con ese cuerpo, el detective idiota llevó a Ran a un restaurante, aparte de hacer que Agasa lo siguiera, el detective inútil de Kogoro me obligó ir allí a espiar la "cita" de esos dos, todo estaba "bien" hasta que un grito lo alertó, con eso fue a la escena del crimen después de intercambiar unas palabras con Ran, claro que yo también lo seguí, investigó y acusó deliberadamente a un hombre de nombre Ooba-san, estaba riéndome en silencio por la actuación inocente frente al hombre, pero todo cambió cuando fue a hacer un examen de pólvora.

Shinichi... se acercó peligrosamente cerca a esa mujer, una gran molestia me inundó y solo puede verlo acercarse más a ella, de repente la apartó y habló con Takagi, antes de acercarse en mi dirección.

—Are, desde cuando espías a las personas. —lo escuché decirme.

Mierda, me descubrió...

—Cállate, idiota. —dije guardando el tapabocas y saliendo detrás de una mata.

—Hmm, ¿qué haces aquí? —me preguntó dulcemente, agachándose a mi altura.

—La hora estimada está por llegar. —le dije fríamente

—Ya veo, entonces terminaré esto rápido, para decirle a Ran mi decisión y luego a ti, ¿okay? —me dijo acercándose.

—Sí, supo... —paré mis palabras al sentir como besa mi frente, antes de marcharse feliz, tarareando una extraña canción. –E-Eh... —solté avergonzada tapando mi rostro con mis manos, pero los lentes de Kudo se interpusieron. —Maldición es un imbécil. —murmuré sintiendo las mejillas arder, ignorando por completo verlos irse a por lado.

Cuando volvieron Shinichi... estaba actuando extraño, se veía extraño, miré el reloj en mi muñeca antes de acercarme sigilosamente para escuchar.

—El crimen fue cometido a su lado, pero... nunca dije que usted lo notó, ya que sus ojos estaban cerrados a espaldas del elevador, ¡Ooba-san la besó lentamente! —exclamó Shinichi... ¿está sudando?

—¿Beso? —preguntó confundido Megure.

—La besó lentamente, ¿eso es? —preguntó Takagi.

—Sí. —dijo antes de acercársele de nuevo a esa mujer. —Bloqueó sus oídos usando...

No escuché más y me senté en el piso. —Shinichi Kudo es un idiota, imbécil, que se cree coqueteando de noche con esa mujer, sabiendo que estoy aquí, idiota, idiota, idiota. —pensé maldiciendo una y otra vez al joven del collar parecido al mío. —Eres de lo peor... Kudo, no eres más que un maldito, hijo de... —mis pensamientos fueron cortados por la luz que se cortó de repente, así que volví a mirar el lugar donde estaba Shinichi antes, aunque apenas lograba verlo.

—Pero si la iluminación era débil, no necesitaba preocuparse tanto, además, como acaba de darle un collar, ella iría al baño a ponérselo. —dijo Shinichi con su típica voz de deducción pero, su respiración entrecortada me preocupa. —Y así podía tirar el arma en el ducto de la basura, cerca del baño. —traté de ver mi reloj, pero era imposible debido a la oscuridad, no me quedó otra que buscar un lugar luminoso. —Ooba-san cuando le bloqueó los oídos y tocó el pendiente probablemente su mano izquierda estaba descubierta, es decir sus huellas digitales deben estar... —fue lo último que escuché, caminando lentamente por miedo a chocar con algo. Al salir miré rápidamente mi reloj, el terror pasó por mi rostro, el tiempo estimado estaba apunto de expirar, corrí rápidamente al baño de hombres, sacando un bolso escondido en las tuberías para abrirlo, adentró estaba mi ropa, obviamente yo tenía puesta la de Kudo, estaba por salir, pero un hombre entró al baño.

Entré en un pequeño pánico, ¿y si alguien lo veía aquí? Tome el bolso y lo metí en una cabina, lo acomode detrás del váter, cuando estaba por salir Shinichi entró al baño tambaleándose.

—Por aquí. —le susurré metiéndolo en la cabina.

—No me dio tiempo. —me murmuró divertido bastante débil.

—Eso no importa. —lo regañe por pensar en esas cosas cuando se veía tan mal.

—A mí sí, porque... —paró aspirando el aire que necesitaba, está por gritar, pero... si hacía eso nos descubrirían, sin pensarlo más hice lo único que se me ocurrió en ese momento... lo besé, era extraño besarlo, debido a la diferencia de tamaños, y el fogaje que trasmitía su cuerpo, aún así no me detuve.

A cada segundo sentía como su boca era más pequeña y me inclinaba más hacia abajo, hasta terminar de rodillas, nos separamos al ya no aguantar respirar, nuestras respiraciones aceleradas y el calor sofocante de su cuerpo disminuyendo.

—Bienvenido de nuevo, Conan. —lo saludé como pude.

—Estoy de vuelta Ai, está ves a tu lado, siempre. —me dijo con una sonrisa rodeando mi cintura con sus brazos.

—¿Eh? —mascullé confundida.

—Mi decisión eres tú, siempre has sido tú, así que esta vez... por favor sal conmigo, en serio. —me dijo mirándome directo a ojos, fijamente sin dejarme escapatoria.

Aunque no creo que la haya tenido en primer lugar. —pensé devolviéndole la sonrisa. —Si... de verdad quiero salir contigo, seriamente. —le respondí apoyando mi frente con la de él.

—Pero creo que este no es el momento para descansar aquí, el Profesor y Ran siguen en el restaurante. —me dijo divertido antes de darme un ligero beso en los labios y levantarse, ayudándome de paso.

—Sí. —le respondí volviendo a la normalidad, aún sin dejar de verlo.

—¿Qué? —me preguntó.

—Date la vuelta. —le dije con indiferencia.

—¿Eh? Pero...

—Solo hazlo. —le respondí tajante.

—Bien. —murmuró en reproche agarrando su camisa que le quedaba grande, lo cuál es lo único que lleva. ¡No pienses esas cosas ahora! —me recriminé, cambiándome lo más rápido que podía.

————

—¿Eh? Él... ¿se fue? —preguntó con tristeza, la conversación que tuvo con la empleada se fue al carajo.

—S-Sí, dijo que luego te diría eso importante y que podíamos pedir lo que quisiéramos. —dijo el pequeño Conan, como todo un niño pequeño.

—Oh... ya veo. —dijo melancólica la Karateca. —Pero qué importa él, mejor comamos hasta llenar nuestros estómagos y celebrar por tu recuperación Ai-chan. —habló con una sonrisa, aún sin poder esconder lo que de verdad sentía, claro que estos le pusieron la excusa de la celebración de la recuperación de Ai y por eso ella estaba allí, y claro Agasa.

—¡¡Sí!! —exclamaron los dos niños felices, sintiéndose mal, al ver a esa chica así.

—Bueno, entonces el profesor también puede venir. —volvió a decir amable, dejando a los dos niños se fueran para llorar un poco.

Después de todo, a la chica la dejaron plantada en ese lugar, aunque claro que se divertía mucho con sus protegidos y el profesor.

—¡Maldición, ¿dónde está ese mocoso? —gritaba Kogoro en el estacionamiento esperando hace más de tres horas a los que vivían con él.


¿Fin?

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