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—Hola, Cora —susurra Grethalyn, confundida tanto por verme en la puerta de su cobertizo como por mis palabras—. ¿Estás bien?
No es una pregunta que viera venir de su parte o la de alguien en general. No estoy segura de quién fue la última persona que me preguntó si estaba bien. Probablemente mi mamá, pero a las madres se les miente. No puedo decirle que, en el fondo, no estoy bien. Se le partiría el corazón, y como ya lo tiene roto porque papá la dejó, no voy a dejar caer el peso de mi infelicidad sobre ella.
—Claro que estoy bien. —Me encojo de hombros—. Solo necesito un favor. Sawyer y yo pasaremos la noche fuera, pero ya sabes cómo es mi padre. Para ser doctor, a veces es tonto. Cree que la gente solo tiene sexo de noche.
—¿Pasaremos la noche fuera? —repite mi novio, apareciendo tras Gretha—. No lo sabía.
Asiento. Yo tampoco lo sabía, pero no soporto estar dentro de esa casa. Me siento como un globo al que inflan sin descanso. Estoy por llegar al límite, así que intentaré desinflarme antes de estallar.
En la cena de anoche mi padre hizo uno de esos chistes que tanto odio. Me llamó Cruella De Vil por la pintura blanca que tenía en el cabello. Me reí, como siempre hago, porque llorar en una mesa frente a dos extrañas no es una opción.
Hasta Gretha abrió la boca para reír a costa de mí.
Sé que bajo cada broma hay una crítica. Él detesta que haga arte. Lo ve como un desperdicio de tiempo y no le faltó repetirlo anoche. A Gretha la elogió por la cena y le preguntó qué quería hacer al terminar la escuela. Cuando ella respondió que no estaba segura, la tranquilizó al decir que tenía tiempo para decidir y que, eligiera lo que eligiera, le iría muy bien.
«Y si estudias cocina, ¡seré tu primer cliente cuando abras un restaurante! Esta cena es una delicia». Luego, a Marion: «Me encanta la forma en que te queda ese vestido, estás preciosa».
Fue un bucle infinito de halagos para todo el mundo, menos para mí.
¿A mí no me iría bien en lo que quisiera elegir? ¿No me veía linda con el maldito vestido que llevaba puesto? Que era, para que conste, el mismo que el de Marion pero en diferente color.
—¿Estudiaste lo suficiente, Cruella De Vil? —preguntó con una sonrisa mientras cortaba esa carne malditamente tierna—. En la facultad de Medicina no tendrás tiempo para experimentar con tu cabello, vete acostumbrando... —Dio el mordisco y frunció el ceño—. ¿Y una B+ en biología? Hasta donde sé, una A es la nota más alta. Deberías apuntar a eso... No, espera, mejor a una A+. Vamos, Cora, esfuérzate, cariño.
—¿Hay alguna forma en que pueda ayudarte sin tener que mentir? —La voz de Gretha me trae de nuevo al presente.
Cuando Sawyer dijo que vendría a una reunión, tuve que resistir el impulso de pedirle que se quedara conmigo. Estábamos bien entre las risas, los besos, el sexo oral y las caricias, en un mundo que me distraía del real. Entonces, salió por la puerta y al rato entró mi padre. Debí tragarme cada comentario pasivo-agresivo que dijo mientras me dejaba una caja llena de sus viejos libros de Medicina.