46. Despreciable.

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Salí de cuerpo cuando me di cuenta que le estaba costando respirar, yo era pesado, y aunque Ian no era pequeño, mi peso no era menor.

Ian no se acurrucó a mi lado, como siempre lo hacía, pero por lo menos no se alejó de mí.

—Te amo Ian —dije nuevamente, sólo para recordárselo.

Él rió con desgano y se giró para dejar su frente en mi hombro y apoyar su mano en mi abdomen donde aún había rastro de su descarga.

—Deberás esperar un poco para que lo diga —susurró.

—¿Por qué? Yo sé que me amas ¿Qué mal haría?

—No estoy preparado aún Polo, a pesar de que lo sepas, no quiero decirlo todavía —dijo más o menos enojado. Suspiré. Bueno, él podía no decirlo si quería, no es como si fuera menos cierto porque no lo diga. —Y ahora deberías ir a tu casa.

—De acuerdo —dije suspirando con fuerza antes de sentarme. —Pero tú vienes conmigo, ni pienses que me echarás luego de tener sexo. Porque claramente lo que pasa entre nosotros no es sólo sexo.

—Eres muy intenso a veces —se quejó de mala gana empujándome fuera de la cama con sus piernas. —No iré.

—Tú irás. Porque te amo, porque me amas y quiero que estés conmigo. De ahora en más, para siempre.

—Eso sonó a una declaración seria —se buró de mala gana. —Cuida tus palabras.

—¿Por qué? Si es la verdad —dije encogiéndome de hombros, pero él claramente me ignoró. —Vamos, quiero llegar al almuerzo. Apuesto que mamá y Delia también estarán felices de recupérate.

—Tú no me "recuperaste" —dijo y me giré a mirarlo.

—¿No? —consulté desafiante. Él rodó los ojos. —Contra más difícil pongas todo, más divertido será Ian —dije inclinándome a sus labios. Obviamente él respondió, sólo intentaba ser duro.

Lo guie hasta la ducha, entre protestas, y nos bañamos rápidamente antes de dirigirnos a mi hogar. No solté su mano durante todo el viaje y, sinceramente, él no pareció molesto, de hecho había una sonrisa mal disimulada en su rostro.

Incluso cuando descendimos y entrelacé mis dedos con los suyos, sólo escondió su rostro en mi hombro antes de comenzar a caminar. Luego de unos pasos, él levantó su mirada e infló su pecho orgulloso. Esa sería la presentación formal a mi familia. Ambos estábamos nerviosos.

Abrí la puerta anunciando mi llegada y Delia casi corrió a mí desde la sala, pero se detuvo y empalideció cuando vio a Ian. Sus ojos atención se fijó en nuestras manos unidas y su gesto fue de absoluto terror. 

Yo esperé alguna reacción, algunos gritos y festejos, pero ella simplemente se congeló. Ni siquiera estaba pestañando.

—Me da gusto verte también —dije de malhumor tirando de un tímido Ian para moverlo. Era evidente que luego de todo lo que Delia había dicho o hecho anteriormente él esperaba una reacción diferente, como yo.

—Es mejor que

—¡Cariño! —interrumpió una fina y dulce voz. —Pensé que no llegarías nun

Carla apareció en la nuestro rango de visión y se detuvo al encontrarse con nuestra presencia. El color de su rostro se perdió incluso más rápido que el del de Delia y sus ojos fueron directamente a nuestras manos unidas.

Ian se desligó con rapidez y hasta se movió un paso lejos de mí. Yo tragué saliva, eso iba a ser difícil y todo era mi culpa, no iba a culpar a nadie más que a mí.

AtemporalWhere stories live. Discover now