17

176 27 20
                                    

El timbre de mi casa suena a las seis en punto, la hora acordada con Mors para que Olympia venga a recogerme. Sigo sin saber qué vamos a hacer ni por qué tengo que pasar la noche en La Guarida, pero Mors me ha explicado que es muy importante que asista.

Y tengo miedo porque sé que no va a ser especialmente una fiesta de pijamas.

Sin embargo, tal y como el mismo Mors me ha indicado esta mañana, he necesitado una excusa convincente para que mi madre no sospeche nada. El simple hecho de llevar más de un año desolada a causa de todo lo que me ha afectado la muerte de Will, hace que mis padres se hayan emblandecido en lo que a salir respecta.

A ver, nunca han sido padres superestrictos conmigo o con Isaac, pues pasan mucho tiempo fuera de casa y no tienen tanto control sobre nosotros, pero mi madre es especialmente curiosa en cuanto a mis amistades y las de mi hermano. Suele estar bastante atenta a la gente que nos rodea y, como le tenía mucho aprecio a Will, evidentemente también le afectó su muerte.

Además, verme tan triste y con problemas de entablar amistades tras lo ocurrido, sobre todo durante los primeros meses, ha hecho que agradezca cualquier gesto de afecto hacia mí. Por eso también le tiene mucho cariño a Marcus, aunque desconoce nuestro reciente distanciamiento.

Meto a toda prisa mi material escolar, un pijama y ropa de recambio en un bolso extragrande que llevo tiempo esperando utilizar, ya que hace más de un año que he rehusado a asistir a las fiestas de pijamas de Blair o Elina, y salgo de la habitación a toda prisa. No obstante, cuando llego al pie de las escaleras, Olympia ya está en el recibidor rodeada de mi padre, mi madre y Isaac.

Va vestida con uno de sus característicos vestidos con un escote más notable de lo habitual y ajustado, unas medias finas y unos tacones altos que resaltan su figura. Todo lo que lleva es negro, evidentemente, y advierto cómo se ha hecho algunos rizos en su pelo oscuro, que normalmente es liso.

Habla animadamente con mis padres, que la miran con adoración, y mi hermano, que le dirige miradas con la boca abierta. Casi se le cae la baba y esta situación empieza a ser más repugnante que rara, sobre todo por parte de Isaac.

—¡Live! —exclama Olympia cuando me ve.

Se acerca a mí para abrazarme y siento las miradas clavadas de mis padres en mi nuca cuando me inclino hacia ella. Parecen fascinados por el hecho de que me deje abrazar por alguien que no sea Marcus después de un año rechazando cualquier muestra de aprecio de los demás hacia mí.

—Antes de que vinieras estábamos hablando de que Olympia está planteándose estudiar Derecho —explica mi madre conteniendo la emoción.

Olympia le sonríe y creo que Isaac está estremeciéndose ante ese gesto que ni siquiera iba dirigido a él.

—Le he propuesto llevarla a los juzgados algún día de estos —prosigue mi madre—. También podrías venir tú.

El entusiasmo de mi madre es tan notorio que no quiero resultar cortante y chafarle la admiración que tiene hacia Olympia, especialmente teniendo en cuenta que le ha mencionado una de sus grandes pasiones: su trabajo. Siempre le ha fascinado y ha intentado animarme a estudiar algo relacionado con el mundo jurídico, pero no es que me resulte muy atractivo, la verdad, así como el oficio de mi padre, que es banquero.

—Claro, cuando queráis —accedo.

Mi madre se contiene mucho para no empezar a dar saltitos.

—Genial, estoy deseando que llegue el día —dice Olympia—. Pero bueno, antes tenemos que enfrentarnos al examen de Álgebra de mañana. Vamos a intentar estudiar tanto como podamos esta noche, ¿verdad, Live?

Hasta que la vida nos separeWhere stories live. Discover now