Un año después ya nada es igual. Lina ha dejado todo atrás: el internado, la gente, la ciudad... o por lo menos eso es lo que ella quiere pensar. Una parte de ella sigue anclada al pasado. Un pasado que está lejos y que ha abandonado, a excepción de su trabajo como camello. Todo parece ir bien hasta que una mañana recibe una nota y al autor de esa nota, todo en unas pocas horas. La tranquilidad que le había aportado la mudanza se tambalea y ella se encontrará nuevos problemas como la aparición de un nuevo chico o sus dudas sobre su orientación sexual. Aviso: esta es la segunda parte de Bandas, por lo que, si no te los has leído, te recomiendo que salgas de aquí y que vayas al otro libro.