2018 - Abril - 1 año y un mes

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Ya había pasado nuestro aniversario, no fue muy memorable. Fuimos a un hotel, tratamos de tener relaciones, lo hicimos, pero nos habíamos intoxicado con la comida. No fue muy placentero. Yo traté de cumplir tus expectativas igual, el sexo para ese entonces ya no era nada grato, al menos para mí.
Después de esto habíamos tenido una pelea súper fuerte, casi te dejo, casi tomo el valor y te dejo.
Lo recuerdo bien, me dijiste que querías ir al cine con tu papá y tus hermanitos, y me pareció perfecto, y querías invitarlos tú, por ende, tenía que pagarlo yo a todo, porque yo siempre pagaba todo, nunca pagabas nada. Y accedí, para que no te enojes conmigo por no ayudarte, pero, el día del cine tuve un inconveniente con mi padre, él era el que me daba dinero todas las semanas, y ese día tarde más de la cuenta en ir a buscar el dinero para luego ir a la casa de su padre donde todos saldríamos de ahí para el cine. Llegue para ti tarde en llegar, la película empezaba en 1 hora. El padre todavía no llegaba y tardamos más en salir por tu padre que porque yo llegué tarde, peor yo era el monstruo que llegó tarde, y te hacía pasar vergüenza con su padre que llegó 5 minutos antes de que llegara. Recuerdo lo que me dijiste antes de entras.
-Mas vale que te comportes y no me hagas pasar vergüenza-
Esa frase se quedó calada en mi memoria como fuego, me hizo sentir horrible, que yo era horrible, que era una mierda, que tenía que medir hasta como respiraba para que tú no te enojara conmigo, tenía miedo.
En el transporte que nos llevaba al cine pasaba cerca de mi casa, yo estaba sentada a tu lado, y seguías diciéndome como pude llegar tarde y la vergüenza que te hizo pasar, tu familia siempre me trató bien no le importo eso, pero a ti si te importo. Nunca había sentido tantas ganas de saltar de la ventana de un colectivo.
Paso la función, tus padres se fueron, y explote. Fue la primera vez que te planté cara y te dije que como te atrevías a decirme semejante cosa, como te atrevía a hablarme así. Me sentí tan bien. Automáticamente empezaste a decir que no era lo que quisiste decir, que había entendí mal, que te escuché, que me amabas. Y te dije, que me dejara ir. Me dirigí a la parada del transporte y justo pasaba, nunca te había visto más pálido. Me subí al transporte y obvio subiste conmigo. Al bajar en la estación siguiente pidiéndome disculpas.

En el viaje me empecé a hacer sentir culpable, de cómo podía tirar 1 año entero juntos por esto, no era solo eso, pero lograste lo que querías, mi culpabilidad y ese sentimiento tan horrible que me hacías sentir, ganaste, y te pedí perdón. Otra vez.
Llego abril, tu cumpleaños y el segundo peor momento de toda mi vida. Estuve ese día tan concentrada, pero TAN CONCENTRADA, en que todo saliera perfecto. Te cociné, hice una torta para ti y para que le lleves a tu familia, porque en el cumpleaños con tu familia no estaba invitada. Tenía tanta presión en que todo saliera perfecto que no me di cuenta si no fue hasta que te fuiste a la noche a tu cumpleaños con tu familia, que mi gata, que era mi mundo, no estaba.
Y si efectivamente se había escapado, cuando mi madre se fue a trabajar, y los perros de afuera del barrio la mataron, unos vecinos simplemente la tiraron en una bolsa de basura y la pusieron en los cestos que hay dentro de mi barrio.
Yo estaba desconsolada, destrozada, me quería morir del dolor que sentía. No podía, y te llamé, te dije que mis vecinos la vieron temprano pero no sabían que era ella. Te enojaste, te enojaste porque te había arruinado tu cumpleaños porque mi gata había muerto, cuando sabías lo importante que era para mí.
Al día siguiente viniste, te dije que quería buscarla. Que no quería dormir hasta que ella no estuviera conmigo. Y la fuimos a buscar, estabas enojado. No entendías porque me afectaba tanto, porque a ti se te morían todas tus mascotas y estabas acostumbrado. Pero mi gata llevaba 6 años conmigo. Era mía, mi todo.
Y la encontré, no me dejaste despedirme como quería, me hiciste sentir ridícula por estar tan mal por encontrarla que solo dejé que la enterraras, hiciste el poso en el jardín de mi casa de mala gana, me la mostraste y solo la tiraste. Yo quería abrazarla, aunque sabía que estaba muerta, quería abrazarla y decirle adiós bien y que lo sentía. No dije nada, porque ya estabas muy enojado. Después de eso, ya no lloré por ella. Me lamentaba, pero no lloré más.
Dos semanas después hiciste lo que creo que fue lo más hermoso que pudiste haber hecho. Me regalaste una gatita, mi pequeña bebé, todo mi mundo quedo eclipsado por esa pequeña bola de pelo. No era mi amada Trixi, pero no iba a fallarle a esta bolita de pelos. Mi pequeña Mina.
Luego de traérmela empezaste a ponerte más celoso, celoso por todo. Estabas celoso porque las fotos que subía de ella tenían más like en Instagram, celoso porque subía más fotos de ella que contigo, celoso porque nuestras fotos tenían menos like que las fotos de la gata y en las que aparecía sola. Prácticamente celoso porque mi mundo no giraba a tu alrededor, porque era la única forma en la que debía girar mi mundo. Y a partir de ahora todo se puse de mal en peor, y peor, y peor. 

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora