38.

461 31 1
                                    

La felicidad estaba volviendo con lentitud a ella, pensó mientras se observaba en el espejo y terminaba de peinarse. Se colocó el albornoz que cubriría su bata de seda azul que había comprado aquel día. Y por unos segundos pensó en ir a hacerle compañía a Sergio en la ducha, pero no lo hizo. Bajó a la sala para poder tomar un sorbo de agua, hasta que se topó con el celular de Sergio. Lo miró con recelo y se dijo que quizá al revisarlo podría unir los pedazos del rompecabezas del día del accidente.La pantalla del iPhone se encendió.

Virginia."-Hace tres años..."

Raquel parpadeó al escuchar aquella voz. Era una voz de mujer; suave, sensual y dulce. Sabía que había sido la amante de Sergio, ¿no? Pero... ¿Por qué su voz resonaba en su mente y ella no la recordaba? ¿Tendría que ver con el día del accidente? ¿Qué habría pasado el día del accidente? Las preguntas la iban a volver loca. Quería recordar, pero simplemente no podía. Quería llenar la hoja en blanco que había en su mente, pero no encontraba las palabras. Los recuerdos no venían a ella.

¿Sería algo muy importante? Tendría que investigar un poco sobre el tema. Los médicos no le habían dicho mucho, simplemente que poco a poco todo regresaría, que poco a poco todo volvería, pero no lo estaba haciendo. Y si era honesta consigo misma se sentía... ¿Extraña? Sí, algo así, al estar en compañía de Sergio. Ni siquiera sabía porque estaba con él. Se suponía que su matrimonio se había acabado pero... ¿Ahora qué?

Negó con la cabeza y frunció el ceño mientras se sentaba en el mueble. Tenía que recordar. Debía hacerlo. Quizá aquel día había pasado algo importante. Algo que esclarecería un poco lo que había pasado hacía tres años.Tenía que pensar.

¿Quién era Virginia?La amante de Sergio, sí, eso ya lo sabía.¿Cómo lo sabía?Cerró los ojos y dejó que los recuerdos la transportasen a aquella fría noche de Julio.

**Nunca se había sentido tan feliz como aquel día. Su ginecólogo le había confirmado que iba a tener una niña, y hasta el momento los siete meses de embarazo, iban excelentes. Aquel día había estado buscando unos cuantos nombres para su hija, y le había encantado uno en especial; Antonella.

Antonella Murillo. No Marquina.

Sintió una punzada de dolor en su corazón al saber que Sergio no conocería a su hija. Y que su hija no conocería a su padre. ¿Pero, por culpa de quién? ¿De ella o de Sergio?Eso era lo de menos, se dijo. Tenía que decirle lo de Antonella para tener la conciencia tranquila. Si él decidía dejarla aun sabiendo lo de su hija, era problema suyo, no de ella. Se imaginó dentro de unos años con una hermosa niña corriendo por el parque; con los ojos de ella, y con el cabello de Sergio, o viceversa. Fuera como fuera, su hija iba a ser definitivamente hermosa, ¿por qué? Por el simple hecho de ser fruto del inmenso amor que en algún momento ella le había tenido a Sergio. Quizá ahora no lo sintiera, o sí, o... No tenía claro sus sentimientos, lo único que sabía era que en el momento de la concepción de Antonella, habría nado la vida por Sergio.

Qué idiotez.

La noche cayó y después de pensarlo durante tanto tiempo, decidió ir a buscar a su ex esposo. Se colocó el cinturón de seguridad y emprendió la marcha al apartamento de Sergio. Mientras daba unos cuantos cruces para llegar a su destino, observó como las gotas de lluvia parecían repiquetear en el techo de su auto con lentitud. De acuerdo, ella no era supersticiosa ni nada por el estilo, pero sospechaba que aquello no era buena señal.

Subió por el ascensor, hasta llegar al apartamento de él, y se dio cuenta, que por fortuna o por desgracia, no había cambiado la cerradura, así que pudo entrar con el juego de llaves que tenía.El apartamento estaba en silencio, sólo se escuchaban las gotas de lluvia caer por la ventana. Las luces estaban apagadas, y Raguel comenzó a caminar con paso vacilante hasta poder llegar a la habitación, pero se detuvo al escuchar una voz femenina.

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora