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-¿Tienes sueño? –Preguntó mientras rodeaba los hombros de ella con su brazo izquierdo. Raquel se acomodó como pudo en el hombro de él.

-Anoche no dormimos mucho. –Susurró, escuchando como el piloto comenzaba a dar ciertos datos para el vuelo.

“Estaremos aterrizando en el aeropuerto internacional de los Ángeles en aproximadamente cinco horas.”

Raquel se incorporó al escuchar aquello, para después mirar fijamente a Sergio con el ceño fruncido.

-¿Los Ángeles?

-No hay vuelos directos a Hawái. –Sonrió.

-¿Hawái? –Preguntó, correspondiéndole a la sonrisa.

-Pensé en que ese sería un lugar digno de volver a visitar.

-Como nuestra primera luna de miel.

-Será aún mejor.

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Raquel dejó que el agua salada mojara sus pies. Estaba totalmente exhausta con aquel viaje. Aunque, valía la pena, estaba totalmente segura de que aquello resultaría inolvidable. Sonrió al observar como el sol se perdía en el horizonte, y su sonrisa se vio ampliada al sentir los brazos de Sergio en su cintura, y su mentón en su hombro. Raquel alzó su mano derecha para acariciarle la mejilla.

-Es una vista preciosa. –Comentó él.

-Es un paisaje increíble. –Susurró ella.

-Yo lo decía por ti. –Contestó con una sonrisa. Raquel se giró para poder observarlo. El sol continuaba ocultándose y aquello proporcionaba una luz preciosa que le daba cierto brillo al rostro del hombre al que amaba. Alzó su mano y comenzó a acariciarle la mejilla, mientras el ambiente era arrullado por el suave sonido de las olas. Gracias a Dios, el hotel tenía playa.

-Es increíble que volvamos a estar juntos. –Susurró, mirándolo con amor. Él se encargó de tomarla por la cintura y pegarla a su cuerpo.

-Lamento mucho todo. Me arrepiento de muchas cosas, pero en definitiva, jamás me arrepentiría de haberte conocido. –Posó su frente sobre la de ella. –Eres una mujer increíble, y me arrepiento de haber estado todos estos años sin ti.

-Desperdiciamos muchos años, pero podemos recuperarlos.

-Los recuperaremos, sí. No habrá día en el que no te diga que te amo. Mejor aún; no habrá día en el que no te demuestre que te amo.

-Eso me gusta. –Admitió con una sonrisa, mientras continuaba mirándolo. -¿Te quedarás conmigo?

-¿Por cuánto tiempo?

-Por siempre.

-He leído muchas veces… -Se separó un poco de ella. -…Que a veces ese ‘siempre’ solo dura un segundo. Así que modifiquemos un poco las cosas. –Sonrió, acariciándole el cabello. Raquel lo miró atentamente. –Me quedaré contigo hasta que mi corazón deje de latir.

-Eso me parece más apropiado. –Susurró, colocándose en puntillas para poder plantarle un beso en los labios. -¿Crees que exista vida después de la muerte? –Preguntó, dándole la espalda para poder observar el mar. Sergio la abrazó por detrás para plantarle un beso en el cuello.

-No lo sé. Pero si existiera, estoy seguro de que te seguiría amando. –Sonrió. –Creo que te amaré en esta y todas las vidas que puedan llegar a existir.

-Yo… -Se giró de nuevo, observándolo  a los ojos. -… Cuando era pequeña, veía esas películas de Disney. –Sonrió. –Después leía esas bonitas historias de amor y… -Frunció el ceño. –Siempre pensé que ese tipo de cosas no pasarían. Jamás pensé que encontraría un amor tan fuerte y puro como el que he estado sintiendo por ti durante todos estos años. Nunca pensé que habría un hombre como tú; que se aproximara al estereotipo de príncipe azul. Y a veces… A veces cuando me doy cuenta del enorme amor que siento por ti, cuando me doy cuenta del amor que tú sientes por mí… -Se alzó de hombros. –No lo sé, tengo miedo de que esto sea un sueño.

-Soy totalmente real. Y si bien no soy ese príncipe azul, hago mi mayor esfuerzo para no lastimarte, para no herirte. –Le acarició la mejilla.

-Tengo miedo de que esto llegue a su fin.

-Un amor como el nuestro no tiene final. –Susurró, para acercarse con lentitud a ella.

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo. Te lo prometo. –Contestó, uniendo sus labios con los de ella.

-Es increíble. –Comentó después de aquel beso. –Solo tú eres capaz de transmitir tanto en un pequeño gesto.

-¿Transmitir tanto? –Preguntó con una sonrisa, tomando la mano de ella, se encargó de entrelazarla con la suya.

-Pude sentir… Tanto amor en ese beso.

-Esa era la idea. Espero que en todos mis gestos, logres sentir el inmenso amor que te tengo.

-Soy capaz de verlo en tu mirada. –Susurró, perdiéndose en los ojos de él. –De sentirlo en tus caricias… Simplemente es… Increíble.

-Nuestra historia es increíble. Tú eres increíble. –Completó para después comenzar a besarla de nuevo.

Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora