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Percatándose que el capitán estaba despertando, Hyungwon no sabía qué hacer y empezó a entrar en pánico. Por un momento pensó en levantarse y salir corriendo, pero después de darse una bofetada mental se dio cuenta que era más fácil quedarse como estaba, cerrando los ojos e intentando que las pulsaciones de su corazón se tranquilizaran, y así de esta manera parecer que continuaba durmiendo.

Y así lo hizo.

Wonho se despertó poco después sin saber donde se encontraba, o más bien, en qué momento se había quedado dormido, pues debía haber partido hacia la frontera por la noche, pero su último recuerdo era ver a Hyungwon inconsciente en su cama.

Adormilado, echó un vistazo a su alrededor y no notó nada fuera de lugar e incluso él mismo se sentía tan cómodo y cálido que no quería moverse, era como estar dentro de un sueño... Pero al percatarse que realmente había una persona a su lado y que no se trataba de un sueño como pensó, asustado abrió bien los ojos, y fue en ese momento que vio a Hyungwon.

Se quedó completamente paralizado al verlo.
Se veía en paz, durmiendo, con una mano en su pecho.

Entonces realmente despejó su mente y recordó con claridad que él no debía estar ahí, su deber era partir a la frontera, así podía mantener a salvo al príncipe. Wonho realmente intentaba por todos los medios mantener su mente clara de lo que debía hacer como capitán, aún en medio de los momentos difíciles.

Así que, lentamente y con mucho cuidado, quitó la mano de Hyungwon y se levantó de la cama intentando hacer el menor ruido y movimiento posible. Ya de pie, arregló su ropa, su compostura y planeó salir de ahí como si nada pasara. Se prometió a sí mismo caminar firme, no darse la vuelta para mirarlo y simplemente marcharse, pero no pudo. Su mente perdió la batalla y algo en su pecho empezó a doler.

Sus pasos se detuvieron a una corta distancia de la cama y aunque nadie estaba viendo la expresión de su rostro, no pudo esconder la tristeza que sentía. Necesitaba verlo una vez más, porque quizás no podría regresar una vez que se fuera.

Las guerras eran así.
Impredecibles, destructivas y dolorosas.

No podía prometerle al príncipe que volvería y lo llevaría a montar a caballo otra vez, tampoco podía prometerle otro paseo por el reino, simplemente tenía que salir y dejar todo atrás, pero el vínculo era demasiado fuerte, como un ancla invisible que lo estaba obligando a arraigarse cerca de aquella persona.

Soltando un fuerte suspiro, se dio la vuelta.

Lo observó, aparentemente dormido. Se dio cuenta de lo mucho que deseaba verlo despierto una vez más, ver aquel brillo en sus ojos y su dulce sonrisa. Extrañaba a su Hyungwon.

Se acercó lentamente a él, casi de forma automática su mano se levantó y fue a parar al cabello del príncipe, arreglandolo con un par de suaves caricias imperceptibles para una persona que estuviera dormida, y después volvió a colocar las mantas de manera correcta para que no tuviera frío, pero aún con todo eso, todavía no tenía las fuerzas para irse.

Entonces, agarró suavemente una de las manos del príncipe y la entrelazó con la suya, al mismo tiempo que se acercaba a su cara.

Hyungwon empezó a entrar en pánico al sentir la cercanía que cada vez se hacía más notoria, pero no movió ni un solo músculo hasta que sintió que la frente del capitán tocaba la suya suavemente.

Sus caras estaban realmente cerca, al punto de que podría ser incómodo para cualquiera, pero por alguna razón, aquel gesto se sentía íntimo y reconfortante en ambas direcciones. Los ojos de ambos estaban cerrados y sus respiraciones a cortos centímetros de distancia, pero nada más.

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