33.

426 106 5
                                    

Cuando abrió los ojos nuevamente ya había oscurecido, lo que quería decir que ya habían pasado varias horas desde que Wonho lo había dejado en ese lugar. La habitación estaba iluminada tenuemente por lámparas que seguramente encendieron mientras él dormía.

Lo peor de su despertar fue verse solo en aquella enorme y extraña habitación, recordando con una claridad espantosa aquella expresión que Wonho tenía mientras decía las palabras que le habían martillado la cabeza desde que recuperó su consciencia.

¡Quién se creía que era ese tonto para irse y dejarlo como si nada!

Se levantó de la cama sintiendo su cuerpo débil y adormecido debido a las secuelas de la infusión del galeno, pero no le importó. Se puso los zapatos y sin tomar absolutamente nada más, abrió la puerta de un empujón y salió de allí a toda prisa, alertando a más de una persona.

Escuchó su título honorífico ser mencionado una y otra vez por voces que desconocía, pero no estaba de ánimos para prestar atención a esas personas, sólo sabía que debía ir a donde estaba ese tonto capitán, golpearlo y abrazarlo tan fuerte que no fuera capaz de volver a abandonarlo nunca más.

El palacio se volvió un caos con su presencia. No conocía el lugar y su sentido de la orientación era tan malo como de costumbre, pero estaba decidido a irse de ahí. Por su parte, tanto los sirvientes como los guardias estaban detrás suyo, llamándolo por su nombre e intentando calmarlo sin tener contacto físico, ya que cualquier daño o maltrato hacia el príncipe heredero podría llevarlos a la horca, así que era mejor tener cuidado.

A él no le importó nada, y afortunadamente logró dar con la salida del lugar, pero mucho antes de que pudiera llegar, escuchó una nueva voz dando órdenes a los guardias para que lo detuvieran.

Cuando sintió las manos apresarlo intentó forcejear, pero su cuerpo seguía sin responder correctamente por lo que no pudo defenderse por mucho tiempo y acabó cediendo.

— Su Alteza... —le llamó Ivrisia con una expresión de agobio que no supo entender— le ruego que se calme.

Sin enterarse de lo empapada de lágrimas que estaba su cara, miró a la mujer fijamente con desprecio, incapaz de controlar su agitada respiración. Estaba claro que ella sabía lo que estaba ocurriendo, por eso estaba deteniéndolo tan descaradamente.

— ¿Dónde está? ¿Permitiste que se fuera solo? —preguntó sin mencionar nombres, sabiendo que ella entendería— Llévame allá, o déjame ir...

Fue hasta ese momento que notó su propio llanto, pero no le avergonzó en absoluto. Sólo quería irse aunque no conociera el camino, sólo quería estar cerca de Wonho, saber que estaba bien.

La mujer suspiró.

— No sirve de nada alterarse así. —respondió con pesar— Su Alteza, por favor, regresemos a sus aposentos para que pueda cenar apropiadamente ya que durmió por mucho tiempo.

Tras la mención de sus palabras, los guardias que lo detenían lo incitaron a caminar por donde había venido, pero él les dio un fuerte empujón para que lo soltaran y empezó a caminar por su cuenta. Parecía que se había resignado, pero en realidad sólo quería pensar con la cabeza fría.

Fue llevado de nuevo a aquella habitación que era más grande que su apartamento moderno, también más elegante y seguramente más costosa. Pero nada llamaba su atención, ni siquiera el banquete  que fue preparado especialmente para él por orden de Ivrisia.

Timeless Where stories live. Discover now