26.

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Ver al supuesto rey tirado en el suelo, humillado por él, y luciendo completamente lamentable no le dio satisfacción en absoluto, solo ira. Su cuerpo entero se estremecía por ese sentimiento que pocas veces había sentido con tanto ímpetu.

Con la sangre hirviendo, Hyungwon abandonó el lugar de practicas a paso rápido, dejando atrás a Saur tirado en el suelo. No soportaba estar en aquel lugar ni un solo momento más, el único pensamiento que cruzaba su mente era de marcharse ya de allí.

Después de caminar tan rápido, llegó al castillo en poco tiempo, y sin siquiera notar las personas que habitualmente trabajaban allí, se encerró en su habitación.

Realmente no sabía que hacer, pero sí sabía perfectamente lo que quería; regresar a su casa, a su vida, a su ciudad y no estar ahí, atrapado en esa tierra llena de locos.

Estaba tan molesto con toda la situación que ni siquiera recordaba muy bien cómo era su vida antes de llegar a ese lugar. Incluso, parecía como si sus recuerdos fueran trozos rotos, borrosos y confusos que no podía asimilar correctamente en ese momento, sin una explicación aparente.

Se sentó en la cama agarrándose la cabeza con desesperación y molestia hasta que después de un tiempo, la levantó y miró hacia la ventana de la habitación. No supo por qué, pero después de hacerlo no pudo apartar más su mirada de ahí hasta que decidió acercarse. Desde allí podía apreciar la gran extensión del bosque colindante al castillo, alzándose imponente con su vasto follaje, casi como si estuviera llamándole.

Entonces lo recordó; él despertó en ese bosque, y fuera cual fuera la manera en la que había llegado a ese lugar, tenía que estar ahí. Si había una entrada, tenía que haber una salida.

Sin pensarlo más de dos veces salió de esa habitación tal y como había entrado, a paso rápido, pero esta vez salió también del castillo. Los sirvientes, acostumbrados a verlo merodear por todo el lugar, no le prestaron más atención de la necesaria, suponiendo que se dirigía al jardín o a cualquiera de los puntos de castillo que solía frecuentar, lo que le facilitó el trabajo.

El príncipe sabía perfectamente que las entradas y salidas estarían vigiladas por guardias bastante buenos, por lo que salir por un lugar tan obvio en plena guardia no era una buena opción, pero al estar viviendo tanto tiempo allí, al final sabía donde se encontraban los fallos en las guardias y los momentos adecuados para escabullirse, consiguiendo así salir sin ser visto.

No quería volver a ver al rey de ninguna manera, y en su mente solo había un objetivo; regresar. Por lo tanto no se detuvo a pensar en nada de lo que dejaba atrás.

Al poco tiempo llegó al bosque y se internó en la espesura. A pesar que aun era de día, los arboles hacían que no fuera tan pesado caminar durante las horas de sol, sin embargo, era muy difícil andar por culpa de las hierbas que se encontraban bastante altas, y lo eran aún más cuando seguía adentrándose.

Abriéndose camino sin descanso, solo con un objetivo en mente, no podía detenerse a apreciar lo hermoso que era ese bosque y los pájaros que revoloteaban en las ramas, acompañando con su trinar al sonido de las hojas siendo mecidas a merced del viento.

Mientras caminaba, pensaba en cómo sería llegar a su casa, a su viejo hogar. Volver al trabajo, ser solo Hyungwon, y no ser el príncipe Hyungwon que debe pelear con espada o saber montar a caballo, o vestirse con prendas extrañas. En esos momentos odiaba todo lo referido a aquel lugar y quería quitarse esa máscara que amenazaba con encarnarse en su rostro.

El sol estaba cerca de comenzar a desaparecer dando paso a la noche, pero aún podía aprovechar una hora mas de luz, por lo que no se detuvo pese a sentir un poco de temor al pensar repentinamente en lo que podría ocurrir por la noche en un lugar como ese, pero en ese momento observó un tronco caído en un pequeño claro, así que sin dudarlo se acerco.

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