9.

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Un nuevo día comenzaba, otro de esos extraños días donde Hyungwon se despertaba y miraba a su alrededor, aún sin creer que se encontraba en un castillo lejos de su casa y de su vida normal, al menos de lo que conocía.

Durante todos esos días había estado viviendo con personas que vivían como en otra época, aprendiendo sus maneras extrañas de hablar o de hacer las cosas, usando ropa que no se pondría ni aunque se la regalaran, comiendo en la mesa real y gastando la mayor parte de su mucho tiempo libre con el hermano del rey.

No le molestaba, de verdad que no. Todo iba bien, hasta que comenzaron a llamarlo príncipe Hyungwon. Supuestamente era un príncipe y según el rey Saur y el capitán Wonho, era unos de los reinos más importantes dentro de su alianza. Él aún recordaba la imagen del escudo, los mapas y toda la información que el capitán le enseñó.

Era todo tan irreal y tan intrigante que le parecía incluso divertido que alguien pudiera tener una vida como la que vivían esas personas.

Como ya era costumbre se aseó y se puso la ropa extraña del día. Extrañaba demasiado sus pantalones vaqueros y su camiseta ancha y cómoda que llevaba el primer día que llegó a ese lugar. Salió de su habitación, y a pesar que todas las mañanas eran iguales, se sorprendió de encontrar al capitán Wonho esperándolo delante de su puerta para acompañarlo al comedor.

— Príncipe Hyungwon. Buenos días. —saludo con una sonrisa amable que parecía iluminar la estancia.

Correspondió la sonrisa hacia el capitán.

— Buenos días, Wonho —suspiró al sentir una repentina calidez hogareña en su pecho— ¿Qué tal?

— Hace una mañana preciosa —comentó invitando al príncipe a caminar junto a él quien simplemente asintió. Él realmente no era de madrugar o levantarse temprano, pero desde que estaba ahí, no había podido dormir todo lo que verdaderamente quería y gracias a eso había sido partícipe de unos amaneceres increíbles.

Caminaron por los pasillos en un silencio agradable hacia el comedor, hasta que Wonho habló.

— En el día de hoy, me temo que no podré acompañarlo —susurró provocando un aire de desánimo en el príncipe—. Hoy debo partir con mi primera brigada a una supervisión por las murallas del reino. —informó.

— Eso es... —suspiró cuando ambos se detuvieron frente a la puerta del comedor, el capitán aún esperaba a que terminara su frase— es genial. —sonrió levemente y el capitán asintió.

Hyungwon lo entendía, sabía que esa era una responsabilidad del capitán pero no sabía que haría durante todo el tiempo que no estuviera Wonho, ya que desconocía aún los pasillos del castillo perdiéndose con facilidad, además que era el único con quien podía hablar en confianza. También se encontraba el rey Saur, pero aun no había hablado lo suficiente con él.

Ingresaron al comedor y después de ser servidos con un delicioso plato de comida, comenzaron a desayunar. Luego de un rato la puerta fue abierta de nuevo, dando paso al rey Saur quien ingreso con una despampanante sonrisa, demasiada enérgica para ser tan temprano.

— Buenos días su alteza —saludó con respeto a Hyungwon—. Hermano... —le dijo a Wonho para finalmente tomar asiento.

Hyungwon aún no sabía como debía comportarse, ya que el rey era Saur, pero parecía que él era quien tenía más poder en esa habitación en ese momento.

Saur, se sentó en su respectiva silla presidiendo la gran mesa y comenzando a comer su fruta con toda la tranquilidad de una persona que tenía la vida resuelta.

— Hoy Wonho no podrá estar contigo. —dijo Saur, llamando la atención de los dos al instante.

Ambos se miraron entre sí.

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