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Por inercia sus ojos se cerraron por unas fracciones de segundo, pero en cuanto volvió a abrirlos la oscuridad no se había ido, la única diferencia era que esta vez había algo más que oscuridad enfrente, porque ahora estaba lo que parecía ser un brillante rectángulo, y dentro de él lo que parecía ser su reflejo, pero rápidamente se dio cuenta que estaba equivocado.

No se trataba de su reflejo, se trataba de otra persona que era idéntica a él.

—¡¿Quién eres?! —preguntó asustado, intentando dar pasos hacia atrás pero sin poder hacerlo realmente.

La persona del supuesto espejo lo miró de arriba a abajo, y después de fruncir el ceño también habló.

—Quisiera hacerle la misma pregunta, ¿Quién sois? —cuestionó con mucha más calma que él. —no parece que seas de este lugar.

Sólo en ese momento fue que Hyungwon se dio cuenta que ya no estaba vestido con las ropas de un príncipe, sino con la ropa casual que llevaba puesta el día que llegó a la tierra de locos por primera vez, así que no era tonto decir que la persona del espejo era probablemente el verdadero príncipe. Podría decirlo fácilmente por sus modales, su calma, su estilo de hablar y su forma de vestir.

—Yo pregunté primero. —dijo con terquedad. —¿No es de mala educación responder a una pregunta con otra? Es decir... —se dio cuenta que el príncipe había sido cuidadoso en ese aspecto, así que cambiando su argumento, prosiguió. —Te diré todo lo que sé si me dices quien eres.

La persona al otro lado parecía estar muy calmada y en ningún momento perdió la postura o la paciencia, sino que al contrario asintió con elegancia.

—Soy el príncipe Hyungwon del reino de Hilya—dijo con voz firme pero sin sonar arrogante. — Y usted, ¿Quién sois?

Al confirmar su pensamiento, Hyungwon supo que probablemente nunca antes había estado en una situación tan increíble y absurda como esa.

¿Qué lugar era ese? ¿Cómo llegó ahí? ¿Qué pasaría después? No sabía nada, pero estaba asustado.

—Yo simplemente soy Chae Hyungwon. —respondió sin ánimos. —Y tienes razón, no soy de por aquí. Y no te molestes en preguntar porque tampoco tengo idea de cómo llegué a este lugar, ni a a tu cuerpo. —suspiró. —Pensé en la reencarnación, pero tu línea temporal y la mía no coinciden así que no sé. Tal vez un viaje en el tiempo o... Un viaje interdimensional.

—Un viaje interdimensional. —repitió el príncipe en voz baja con una mirada pensativa. —¿Qué significa eso? ¿Es alguna clase de hechizo especial?

Hyungwon suspiró.

—No exactamente... Es más bien como si hubieran realidades ocurriendo simultáneamente. —explicó. —Y de alguna forma yo llegué a la tuya y ocupé tu lugar, así que ahora tengo que lidiar con cosas que no conozco, como las guerras, ser un noble y mantener una buena relación con Wonho.

Por primera vez el príncipe mostró una mirada poco amigable.

—No posees ningun derecho que te permita nombrarlo de esa manera —dijo la voz un poco ronca.

Hyungwon alzó una ceja.

—Soy literalmente tú, ¿cómo se sentiría él si tú lo llamaras formalmente en lugar de lo habitual? —preguntó sorprendiendo al príncipe, que automáticamente mostró una mirada triste. —¿Lo ves? He tratado de ser bueno con él, porque lo he visto mucho en tus recuerdos y sé por experiencia propia que es un hombre genial... —soltó sin pensar.

El príncipe se exaltó desde el otro lado.

—¡Deberías regresar donde perteneces! —exclamó.

El chico se sorprendió ante la petición y no supo que decir hasta después de un rato de silencio.

—¿Cómo podría irme si ni siquiera sé cómo llegué? —preguntó un poco molesto. —¿Estás seguro que no fuiste tú quien me invocó a este lugar de locos? ¿Eh? —le gritó. —¡Si no te metieras en tantos problemas yo no tendría por qué estar ocupando tu lugar! Además, no quiero irme ahora porque él me...

De repente guardó silencio al darse cuenta de lo que iba a decir, y el príncipe soltó un largo suspiro.

—Porque él te requiere—dijo con una sonrisa triste, completando la frase inconclusa. —claramente puedo observar que eres yo, sin embargo, perteneciente a otra realidad.

El avergonzado Hyungwon bajó la mirada y también se sintió triste por lo que estaba ocurriendo, pero por más que lo intentara no podía pensar en una solución. Y ya que literalmente estaba tratando consigo mismo, se dio cuenta de un par de cosas que antes no había notado de aquel príncipe.

Quizá estaba enojado con él, pero mantuvo la calma y en lugar de gritarle que se fuera y dejara su vida en paz, guardó silencio y bajó la mirada, como si realmente no le importara nada o más bien, como si no tuviera energías suficientes para replicar.

En ese momento tuvo una vaga idea de por qué había llegado a ese lugar... La vitalidad del príncipe estaba agotada hasta su límite, pese a su deseo de vivir, en cambio él muchas veces había deseado la muerte, pese a su fuerte vitalidad.

—Debió ser muy duro... —mencionó en un susurro después de soltar un largo suspiro. —Desde que vine aquí y tomé tu lugar pensé en todo lo que conllevaba ser tú, y creí que eras un niño rico mimado y rebelde... —en ese momento se acercó y tocó la pared invisible que los dividía. —Pero realmente has pasado por tanto. —volvió a suspirar. —Lo siento, no debí subestimar tu fuerza y valentía. Sobretodo porque yo mismo he sido un cobarde toda mi vida, incapaz de defenderme solo, pero tú... —la mirada del príncipe chocó con la suya. —Tú has sido tan valiente toda la vida, no sólo enorgulleciste a papá todos los días, sino que también luchaste hasta el final por tu gente y por él. —sonrió levemente ante la mención de tal persona y finalmente procedió a hacer una propuesta. —¿Qué te parece si vamos a salvarlo? Necesito de tus increíble conocimientos, y si tengo que darte toda mi vitalidad por ello, te la daré. —dijo con entusiasmo. —Demuéstrales una vez más que eres increíble.

Los ojos del príncipe brillaron de emoción, conmovidos por tales palabras que normalmente no recibía con tanta sinceridad como en esa ocasión.

—¿Cómo deberíamos proceder? —preguntó dubitativo.

Hyungwon sonrió con emoción.

—Averigüemoslo. —respondió poniendo ambas mabos sobre la pared invisible, invitando a que el príncipe imitara su acción.

Y en cuanto entraron en contacto, toda la oscuridad se desvaneció y el príncipe Hyungwon volvió a abrir los ojos, mantenido su espada empuñada en la mano. De hecho esa fue la primera vez que pudo volver en sí mismo casi inmediatamente sin tener que quedarse inconsciente durante mucho tiempo en alguna visión, y más importante: su memoria estaba completa. Quizá un poco confusa por tener el recuerdo de dos vidas simultáneamente, pero nada que no pudiera sobrellevar.

Con todo el conocimiento que obtuvo cuando ambas personas se unieron como una sola, se le hizo pan comido blandir la espada que tenía en la mano y hasta se sorprendió de sus propios movimientos pensando en que nunca creyó verse a sí mismo haciendo algún tipo de actividad física. Y menos una como esa.

Con una sonrisa en el rostro se detuvo a pensar en el siguiente paso a seguir y prosiguió sin dudar.

Era tiempo de actuar.

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