12.

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No había necesidad de pensar en una respuesta a esa pregunta porque sólo había una y ya estaba más que clara en su mente. Sonrió y caminó junto al capitán quien ensanchó su sonrisa al ver que el príncipe se sintió aliviado, como si hubiera dejado una enorme carga atrás.

— No te arrepentirás, la ciudad es hermosa, además, casi todos son buenas personas y trabajadoras. Quizás encontremos algo interesante, mientras caminamos por las calles —admitió el capitán.

Hyungwon asintió y rápidamente sus ojos se posaron en todo lo que pudo apreciar. Habían pequeños trozos de tela bordados adornando las calles con un bonito símbolo que tenía semejanza con el escudo de la alianza. Todos parecían estar ocupados en algo pero parecía que todo tenía relación entre sí.

— ¿Qué hacen? —preguntó al mirar a unas personas preparando unas cosas— ¿Por qué todos parecen estar ocupados en lo mismo?

Miró con curiosidad hacia el capitán.

— Pronto habrá una gran fiesta en la ciudadela, todos están ansiosos por que comience para poder divertirse, bailar, comer y beber. Además, de otras actividades programadas. Es una bonita tradición. —explicó.

Había pasado mucho tiempo desde que salieron del castillo y ninguno de los dos sabía cómo era posible que los minutos pasaran tan rápido. En ese momento que caminaban tranquilamente por las calles sintiendo la miradas de varias personas frente a ellos, una mujer de una mediana edad con vestidos un poco desgastados de acercó a ellos y les hizo una reverencia, entonces ellos detuvieron su andar para prestar atención a la dama.

— He observado que lleváis toda la mañana paseando por la ciudadela, y aunque mi casa no es digna para recibir tan solo un príncipe. Seria para mí un honor darles de comer en mi humilde casa. —susurró sin deshacer su reverencia.

Ambos se miraron entre sí como si esperaran una confirmación del otro, pero Hyungwon rompió su contacto visual y se agachó un poco para finalmente acercarse y tocar el hombro de la mujer.

— Por favor no hagas reverencias. —susurró en tono amable— somos personas como tú, no dioses. —soltó una risita que obligó a la mujer a mirarlo casi al borde del llanto por la enorme humildad que podía percibir en el príncipe— así que... ¿Qué hay para almorzar?

Volvió a erguirse tocándose el estómago mientras recibía una cálida sonrisa de parte de Wonho quien no pudo evitar sentirse orgulloso de ver como Hyungwon se comportaba como todo un verdadero rey.

Incapaz de volver a pronunciar una palabra, la mujer retomó el camino a su casa en medio de silenciosas lágrimas de alegría y de las asombradas miradas de los aldeanos quienes incluso dejaban sus labores de lado simplemente para ver como aquella humilde mujer había conseguido la visita no sólo de un príncipe, sino de dos.

Al llegar a la modesta casita la mujer sirvió la comida en sus mejores platos, esos que guardaba para ocasiones especiales y no se sentó con ellos en la mesa a pesar de las veces que ellos le pidieron que lo hiciera.

Disfrutaron de la deliciosa comida de la mujer, agradecieron la comida y después de muchas lágrimas por parte de la feliz mujer, salieron de la casita con rumbo desconocido. No había nada planeado, solo pretendían entretenerse en cualquier cosa. Afortunadamente su entretenimiento se presentó muy cerca del lugar donde habían estado.

La gente, quienes ya estaban en medio de preparativos para una fiesta, aprovechaban sus ratos libres para divertirse y si a eso se le sumaba la presencia de ambos príncipes en la ciudadela, entonces tenían buenos motivos para empezar a festejar.

Un par de instrumentos musicales extraños se escucharon muy cerca y ambos se sintieron obligados a voltear.

— ¿Uh? ¿Música? —preguntó Hyungwon frunciendo el ceño al darse cuenta que esa música y la que había escuchado antes en el castillo no eran precisamente del mismo estilo.

— Eso parece... —respondió el sonriente Wonho al saber que la gente del pueblo tenía la mejor diversión y los bailes en todo su esplendor— ¿Vamos?

Hyungwon asintió efusivamente.

— ¿Van a bailar? —preguntó emocionado sin saber que sentía una extraña atracción por los bailes antiguos y la animada música. Wonho asintió con una sonrisa— Entonces si...

Avanzaron hacia el lugar y la música era bastante animada, las parejas bailaban en la rueda que se había formado y al parecer nadie seguía una danza específica, simplemente se movían al ritmo de la música tal como sus cuerpos se lo indicaban. Unían sus manos o sus brazos, daban vueltas, movían sus pies con efusividad dando pequeños saltitos con cada paso y más que nada sonreían. La gente que no estaba bailando, acompañaba a la melodía con sus palmas dándole un ambiente aún más animado a la improvisada fiesta.

— No están siguiendo un orden... —susurró Hyungwon totalmente enfocado en el baile.

Wonho soltó una risita.

— No todo debe tener un orden o un por qué. —respondió con tranquilidad muy cerca de su oído— Se trata de diversión. Es todo.

Hyungwon sonrió al escuchar su voz a esa distancia. Era demasiado agradable. Pero la sonrisa le duró muy poco pues la atención no tardó en posarse en ellos.

— ¡Altezas, bailen con nosotros también! —gritó alguno.

— Si, sería un gran honor que bailaran con nosotros y se divirtieran —secundó otra persona.

Él se negó rápidamente a la invitación y retrocedió un par de pasos, chocando con Wonho, entonces lo miró.

— Wonho, diles que no. —suplicó al ver que la gente le seguía insistiendo, pero no le alegró en absoluto el hecho de ver una bonita sonrisa en los labios de Wonho— No Wonho... Tú sabes que yo no sé bailar... —soltó en tono lastimero intentando cambiar el pensamiento de Wonho y de los presentes.

Wonho sintió y tomó sus antebrazos.

— Está bien. Sé que no sabes bailar, pero... ¿si sabes divertirte? —el príncipe asintió dubitativo acerca de aquella pregunta tan genérica— Entonces no tienes que preocuparte, déjate llevar por la música y diviértete conmigo ¿puedes? —preguntó en un susurro.

El delgado se quedó en sitio simplemente pensativo por lo mucho que el capitán se esforzaba por mantenerlo contento.

¿Qué podía perder con divertirse?

No dijo nada, pero sonrió y se dejó llevar por las manos del príncipe hacia donde estaba el resto de personas danzando con alegría y esa fue suficiente confirmación para el capitán.

Inevitablemente fueron el centro de atención de la improvisada fiesta y la algarabía aumentó al ver los príncipes al centro de una fiesta de aldeanos, ya que eso no era algo que pasaba muy seguido. La realeza no solía mezclarse demasiado con las personas de la ciudadela, al menos no hasta ese día.

Al principio, Hyungwon se sintió totalmente avergonzado de tener tantas miradas encima suyo, pero cuando vio al capitán bailando sin sentido y haciendo cualquier tontería que se le viniera a la cabeza pensó en que también podría divertirse, ya que si un príncipe real era capaz de hacer una tontería en público, él también podría divertirse.

Comenzó a moverse ridículamente sorprendiendo a Wonho quien no tardó en soltar una risita y acompañarlo a bailar casi de la misma forma que él. Entonces rieron y fueron felices con toda la sinceridad de sus corazones. La música era perfectamente imperfecta al igual que sus bailes pero perderse en las bonitas comisuras del capitán le hacían sentirse más que feliz. Como si aquel lugar fuera su hogar...

Como si pudiera quedarse
a vivir en aquel momento
para siempre.

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