31. distancia y culpa

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EDIT: algo pasa con wattpad y me cambió el orden de los capítulos (al menos a mí se me ve así:c)

mientras lo arreglo, aviso que el orden de los capítulos es: "malentendido", "distancia y culpa", y "comunicación"

gracias por su atención ah

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Akaashi hizo su camino hasta Tokio en metro temprano esa mañana, para irse en el primer tren bala que salía en dirección a Hiroshima, donde estaba Shobara, la pequeña ciudad en la que alguna vez vivió. Su única compañía durante todo el viaje fueron sus auriculares y sus apuntes para el próximo examen que tendría.

Estaba acostumbrado a ese viaje, en metro, en tren, en bus y finalmente unos minutos a pie si no lo pasaban a buscar a la parada del bus. Era un viaje que había hecho ya muchas veces, pero por alguna razón, ver los edificios alejarse una vez que salió de Tokio lo hacía sentir un poco nostálgico, un poco triste. Hace meses que no volvía a casa, y además, su razón de no volver aún no le escribía ni lo llamaba.

Cuando tuvo que hacer transbordos o pasar del tren al bus, la multitud a su alrededor lo hizo sentir pequeño y un poco solo. Bueno, desde el día anterior se sentía así, pero la sensación se hacía más notoria entre tanta gente.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que pasó tantas horas callado, se empezaba a sentir como antes de conocer a Bokuto, siempre en silencio y atrapado en sus pensamientos. "Bokuto-san todavía no me habla, debe odiarme ahora mismo" pensó, mirando el paisaje por la ventana, "espero que me hable, tal vez se moleste si lo hago yo".

Caminó desde la última parada del bus con su mochila en la espalda hasta la que antes fue la casa de sus abuelos, donde ahora vivían sus padres. Los campos de los vecinos se veían mejor en épocas de más calor, pero igualmente le reconfortaba caminar otra vez por la ciudad que lo vio crecer y ver sus paisajes.

Al fin llegó hasta el terreno de su familia, suficientemente grande para la casa, un invernadero, y varios metros cuadrados para plantar en los meses cálidos. La ciudad era tan pequeña y segura que su casa se separaba de las demás sólo por un seto de bambú que delimitaba la propiedad. Keiji pasó el umbral que formaban los bambúes, apenas más altos que él, y fue directo a la puerta aquella casa para tocar un par de veces. A un lado se podía leer "Akaashi", el nombre familiar.

—Oh Dios, ¿qué haces aquí? —preguntó su padre, sorprendido, cuando fue a atender—. Pasa, pasa.

Su padre abrió la puerta completamente y lo dejó entrar, dándole un abrazo a su hijo cuando ya había cerrado. Keiji fue bienvenido en seguida por Haru el samoyedo, y finalmente por su madre, quien derramó un par de lágrimas de felicidad. Pese al cielo gris y sus pensamientos tristes, Akaashi pudo distraerse unas horas de lo que atormentaba su mente.

La noche anterior, Bokuto se durmió más temprano de lo normal, haciendo que despertara mucho antes de lo habitual. Mientras miraba el techo con la cara inexpresiva y los ojos cansados, pasó por su mente que Akaashi tal vez estuviese preparándose para ir al metro a esa hora, y una desconocida sensación de repulsión lo atacó al pensar en él.

"Ayer no me habló para disculparse por lo que hizo, probablemente prefirió seguir siendo amigo de él", pensó, dándose una vuelta en la cama. No quería pensar en el pelinegro, ni verlo, ni hablar con él a menos que él llegase para pedir disculpas. Él nunca fue así, no le gustaba pensar tan negativamente de nadie, mucho menos de Akaashi, pero esperaba mucho más de él.

「caffeine」 bokuakaWhere stories live. Discover now