7. biblioteca

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Estoy en el segundo piso, al fondo!!

Akaashi leyó el último mensaje que le había enviado Bokuto al llegar al final de las escaleras. Pensó que era una buena ubicación, pues si fallaba en entablar una conversación, el segundo piso tenía todos los libros que le servían para ponerse a estudiar y hacer como que nada pasó. Al pasar por las estanterías de fisiología humana, sacó un libro, en caso de que tuviera que abortar misión.

—Hola, Akaashi —lo saludó Bokuto—. ¿Qué te trae por aquí? ¿Estás sin clases?

—Hola, Bokuto-san —respondió el menor—. Acabo de escapar de una clase de repaso, no estaba entendiendo mucho.

Cuando se iba a sentar Akaashi se dio cuenta de la presencia de otro chico, que yacía en la mesa, al parecer durmiendo.

—No te preocupes por él, tiene el sueño pesado —aseguró Bokuto—. Tú sólo siéntate.

—G-gracias —respondió Akaashi. Ya se había quedado sin otra cosa para decir.

"¿Sería apresurado preguntarle por la música que escucha ahora? ¿Debería entonces preguntar por lo que hace en su tiempo libre? O tal vez mejor...", pensó.

—Oye —Bokuto interrumpió sus pensamientos—, ¿esa era tu última clase o tienes más?

—Tengo dos clases más —respondió Akaashi, sonando agotado—. Hoy salgo tarde. ¿Qué hay de ti?

—Estamos esperando a que sean las 6, tenemos entrenamiento de voleyball — Bokuto apuntó al chico que dormía.

—Oh, debí haber adivinado que hacías deporte —Akaashi pensó en voz alta.

—¿Sí? ¿Por qué? —preguntó curioso el contrario.

El pelinegro se sintió tonto por decir sin filtro lo que acababa de escapar de su boca.

—Uhm, bueno, porque no todos los universitarios tienen un... Cuerpo como el... Tuyo —dijo incómodo el menor, sintiendo que estaba diciendo algo inapropiado.

Aunque era cierto, poca gente en el campus, y tal vez en la ciudad en general, tenía una contextura como la de Bokuto. Akaashi había notado que medían casi lo mismo, pero probablemente Bokuto usaría una talla más que él en camisetas sólo por su su espalda ancha y el tamaño de sus brazos. Akaashi se sentía como hecho de palitos en comparación con el chico de ojos amarillos.

—Ah, a eso te refieres —respondió Bokuto—. Siento que los del equipo de natación tienen mejores músculos, de todos modos —reflexionó el mayor, ignorando por completo el cumplido implícito del pelinegro.

Akaashi soltó una risa tímida que sonó más como una tos, no supo qué más decir. "Nunca he visto a los del equipo de natación", pensó el chico. Consideró abrir el libro que había traído y comenzar a estudiar, pero el chico de cabello gris habló de nuevo.

—¿A ti te gustan los deportes? —preguntó Bokuto.

—No mucho, soy bastante malo con todo eso —respondió—. Me asustan un poco los balones.

—No puede ser —Bokuto se hizo el ofendido, asustando a Akaashi por un segundo, para luego volver a su estado natural rápidamente—. Los balones no asustan tanto cuando te acostumbras a ellos, cuando quieras te puedo enseñar a jugar, así pierdes el miedo.

—Me parece bien —dijo Akaashi, aunque en realidad prefería decir que no. Le costaba decirle que no a la gente, no le gustaba parecer desagradable.

—Genial, genial —dijo el de cabello gris.

Hubo un pequeño momento de silencio, sonaba solo el suave murmullo general de la biblioteca. Akaashi se dio cuenta de que, a pesar del silencio, no se sintió tan incómodo como pensó que estaría.

—Bokuto-san —el menor habló para romper el silencio—. ¿De qué es tu examen de mañana?

No eran las preguntas que había preparado, pero Akaashi pensó que no sería mala idea preguntarle aquello.

—Oh, eso —dijo el mayor, pareciendo un poco avergonzado—. Es de estadística, no he estudiado mucho. No soy bueno en matemáticas, así que preferí no estresarme por ello.

—¿Vas a ciegas, entonces? —preguntó Akaashi, curioso. Bokuto asintió con la cabeza—. Qué valiente.

Bokuto rio, levantando un poco la voz y llevándose un par de malas miradas de los otros estudiantes.

—Me caes bien, Akaashi —Bokuto le sonrió al menor.

Antes de que pudiera responderle, Akaashi escuchó otra voz.

—¿Estás hablando solo? ¿O de qué te ríes, maldito loco? —Konoha levantó la cabeza para hablar, Bokuto vio que su amigo tenía el ceño fruncido.

—Cuida tu vocabulario, hay un chico menor presente, Konoha —reprochó en tono de broma el chico de pelo gris.

Konoha se sentó derecho y miró a Akaashi.

—Mis disculpas por esa primera impresión —dijo el castaño—. Soy Konoha Akinori, mucho gusto —el chico se presentó fingiendo una seriedad exagerada.

Bokuto se aguantó la risa, mientras que Akaashi pudo soltar apenas una risita nerviosa. No acostumbraba a este humor, o a hablar de esta forma con alguien además de Kenma y recientemente Shirofuku. No estaba muy seguro de qué debería hacer.

—Nah, pero lo siento, a veces no me aguanto insultar a este idiota —dijo Konoha, apuntando al chico sentado junto a él.

—Me haces ver mal, Konoha —se quejó Bokuto—. Juro que la mayoría de lo que hago no amerita sus insultos.

Akaashi sonrió. Bokuto le caía bien, y se alegraba de saber que era mutuo.

La conversación que empezaron a tener los 3 rápidamente se tornó en una de dos personas cuando Akaashi empezó a dudar de sus respuestas y perdió por completo el ritmo y el tema del que hablaban. Silenciosamente abrió el libro que había sacado por si acaso, y comenzó a leer el primer capítulo que iba en el examen del lunes.

Luego de un buen rato, Akaashi miró la hora en el reloj que llevaba en su muñeca y vio que quedaban 10 minutos para su próxima clase.

—Uhm, se me hace tarde para ir a clases —dijo con voz tímida el chico de ojos verdes—. Nos vemos, que les vaya bien en el entrenamiento.

Bokuto lo miró decepcionado, estaba tan metido en la conversación con su amigo, que por poco olvida que Akaashi estaba sentado en silencio con ellos. Se sintió mal por excluirlo sin intención.

—Sí, nos vemos —le dijo el chico de ojos amarillos, mientras el contrario se alejaba de la mesa que compartían.

Akaashi se detuvo en el escritorio de las bibliotecarias para poder llevarse el libro y estudiar al llegar al dormitorio, y procedió a caminar a su siguiente clase.

Su ánimo no estaba del todo bien después de lo que pasó, se sentía un poco tonto por no haber podido hablar correctamente con los chicos, a pesar de que estaba entusiasmado por hacerlo.

"Pero nunca es tarde para mejorar", recordó las palabras de Shirofuku para animarse, "tienes casi 20 años, no puedes seguir siendo tan malo para socializar. Vas a hacer amigos en tu segundo año de universidad, cueste lo que cueste", pensó Akaashi.

「caffeine」 bokuakaWhere stories live. Discover now