Day 3: Roommates

706 80 91
                                    

Senku recordaba perfectamente el día en que comenzaron sus respectivas carreras y les tocó compartir apartamento en los edificios de la universidad.

Sin mayor explicación, simplemente le dieron la llave del apartamento y le comentaron que su "roomie" (tuvo que evitar burlarse cuando literalmente le llamaron así) ya estaba instalándose en el lugar. Él subió tranquilamente hasta su destino y al abrir la puerta se llevaron una primera impresión demasiado extraña.

Lo primero que vio fue un par de hipnotizantes ojos azules, que le devolvieron la misma mirada sorprendida de él. Una cabellera rubia atada en una graciosa coleta fue lo que notó justo después, los labios llamativos y la nariz respingada vinieron al siguiente instante, pero sin duda lo más importante de todo era el obvio hecho de que era una mujer. Senku no era un pervertido que se dejaba llevar por el cuerpo femenino, pero tampoco era un ciego que negaría las generosas curvas de la chica frente suyo, sobre todo cuando quedaban perfectamente a la vista, llevando únicamente un sostén y un corto short de pijama.

Ella se sonrojó violentamente y le lanzó lo primero que tenía a la mano (una secadora) y eso lo noqueó con facilidad, dejándolo fuera de juego por un par de horas.

Al despertar, la encontró pidiendo perdón varias veces, ya con la camisa puesta.

—¡Asumí que compartiría apartamento con otra chica! ¡Perdón!

Un extraño primer encuentro, sin un milímetro de duda.

Y aquí, tres años después, es donde Senku se preguntaba dónde quedó aquella chica que lo dejó inconsciente por haberla visto en sostén, la que se avergonzó de sobremanera por ello

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y aquí, tres años después, es donde Senku se preguntaba dónde quedó aquella chica que lo dejó inconsciente por haberla visto en sostén, la que se avergonzó de sobremanera por ello.

La mujer que ahora mismo estaba frente suyo andaba literalmente en paños menores por todo el apartamento, tecleando distraídamente en su celular, a veces comiendo alguna fruta o bebiendo un juguito de caja. Desde su computadora, Senku no perdía detalle de los movimientos de la rubia, quien parecía olvidar que, muy desinteresado y todo, seguía siendo un hombre.

—Leona —desde su despertar aquel día, ese era el apodo que se había ganado.

—¡No soy una leona! —respondió rápidamente, sentándose como indio en el sofá —. ¿Qué es lo que quieres?

—¿No te causa nada... andar solamente así enfrente mío? —ella se observó de arriba a abajo, se encogió de hombros y negó con la cabeza —. ¿No? ¡Cuando nos conocimos casi me matas!

—Ay, por favor, no seas exagerado. Fue sólo un golpecito, ni siquiera era para que te desmayaras —también le había dejado un horrible chichón por varios días, y todavía se atrevía a decir eso —. Y respecto a tu pregunta... Cuando nos conocimos, tal vez, porque ya había conocido a varios pervertidos en mi vida. A ti no te interesa el romance ni las relaciones, así que no hay problema.

Sonrió y se acostó boca abajo en el sofá, poniendo a trabajar el corazón de Senku.

Bien que tenía razón y pensaba que el amor es ilógico, pero hay un detalle que Kohaku no estaba tomando en cuenta: más que un hombre, Senku era un ser humano de carne y hueso, con todos sus sistemas funcionando perfectamente, y eso incluía las malditas necesidades fisiológicas que se activaban al verla.

Romance ilógico y estúpido. Romance ilógico, estúpido y unidireccional.

Gruñó por lo bajo y tecleó con más fuerza. Había notado patrones en Kohaku que indicaban que estaba enamorada de él, pero había empezado a dudarlo, pues sus actitudes parecían ir cada vez menos en esa dirección, lo cual era jodidamente frustrante ahora que él correspondía esos sentimientos.

Maldito corazón idiota que decidió enamorarse de esa leona.

Creyó que eso de enamorarse de su compañera de cuarto no era más que una estupidez ilógica inventada por los ridículos hormonales que compartían apartamento con una chica, pero sus propias burlas lo hicieron quedar como payaso ahora que había caído, no sólo en la sensualidad innegable y al parecer inconsciente de la rubia, sino también en su forma de ser y actuar, del ser humano que era ella en sí.

Cuando la observó de reojo y se dio cuenta de que ella lo veía, sonrió para sus adentros, de una forma perversa.

Fingió estirarse y luego habló.

—¿Sabes? Ya que a ninguno de los dos le interesa el romance y estamos cómodos y en confianza, supongo que no habrá problema si copio tu idea.

—¡¿Que qué?!

No podía negar que sintió una inmensa satisfacción al verla sonrojarse mientras lentamente se despojaba de su camisa y pantalón, quedando en las mismas condiciones que ella.

—¿Oh? ¿Ahora estás avergonzada? —provocó. Tampoco iba a rendirse tan sencillo. Él era un científico que conseguía lo que buscaba a base de prueba y error, y él buscaba algo más que una amistad con Kohaku, y si tenía que jugar sucio, no tenía otra opción. Nada en esta vida es justo.

—¡Ja! Quisieras —tras unos segundos, la rubia sonrió con sorna y se aproximó a él —. Hemos sido roommates por tres años, las actitudes del otro no nos afectan y eso no tiene porqué cambiar ahora.

Ambos se observaron a los ojos con sonrisas de oreja a oreja, rebosando competitividad e incitando al otro a que se retirara hacia otra habitación.

Al menos hasta que al mismo tiempo se arrojaron a besarse con pasión e intensidad, arrancándose el aliento y toqueteando por todos lados.

Llevaban tres años viviendo juntos, soportando los sentimientos que se habían desarrollado queriendo explotar. Ambos tenían ya veinte años y tenían una idea de lo que hacían con sus vidas y hacía dónde querían dirigirla. Por supuesto que no admitirán cuánto tiempo estuvieron deseándose, ella no confesaría que empezó a pasearse así para ver si le provocaba algo y él nunca diría que la deseó desde hace un tiempo ya.

Tampoco darían explicaciones cuando al día siguiente se pasearan por la universidad como una obvia pareja (aunque muy a su manera). Ni expondrían que ambos pensaban que ser roommates no era más que un entrenamiento para un futuro muy muy (o no tan) lejano.

 Ni expondrían que ambos pensaban que ser roommates no era más que un entrenamiento para un futuro muy muy (o no tan) lejano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Día 3: Compañeros de cuarto

No sé qué rayos acabo de escribir JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.

Esto quedaba mejor para el día final, pero meh, lo hecho hecho está y no lo veo tan mal JAJA este es el día en que empiezo a nivelarme xD

Creo que quedó raro, pero no me quejo xD

No tengo más que decir uwu espero regresar mañana.

SenHaku Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora