Day 4: First Kiss

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Cuenta la historia de un mago que un día en su bosque encantado lloró
Porque a pesar de su magia no había podido encontrar el amor.

...

No.

La historia de nuestro mago no entra del todo en ese contexto.

Senku no recordaba haber llorado desde que sus padres murieron, y esa vez no pasó de un par de lágrimas. Llorar no era algo con lo que estuviera familiarizado, no estaba en su forma de ser y no planeaba que eso cambiara. Era un mago, pero uno muy particular. Él no se dejaba llevar y no creía que todo fuera "por arte de magia". Él buscaba las respuestas a qué era lo que la magia ocasionaba, cómo funcionaba.

Por ejemplo, cuando hacía que lloviera, en realidad su magia actuaba como un catalizador, acelerando la evaporación, condensación y precipitación a una velocidad imperceptible. Esas son las respuestas que buscaba, el conocimiento que deseaba adquirir, no conformarse con un "fue por la magia". Es así como encontró la manera de ralentizar su tiempo y así poder seguir investigando todo lo que pudiera.

Aunque... sí era cierto que se había alejado de todos sus conocidos desde entonces, pues no le agradaba la idea de verlos morir. Él estaría atado a ese hechizo durante varios siglos más, por lo que quiso evitar el sufrimiento para ellos y para él mismo. La luna era su eterna y única amiga desde entonces.

¿Amor? No le interesaba. Así de simple.

Fue en una tarde que el mago paseando en el bosque la vista cruzó con la más dulce mirada que en toda su vida jamás conoció

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Fue en una tarde que el mago paseando en el bosque la vista cruzó
con la más dulce mirada que en toda su vida jamás conoció.

Hay un poco de verdad en esta estrofa.

Senku decidió vivir en soledad, solamente vagando por aquí y por allá, cumpliendo pedidos en los pueblos que visitaba, dedicándose a sus investigaciones en cuerpo y alma. Su báculo y la luna eran sus fieles compañeros.

En una ocasión, llegó a un bosque de enormes proporciones donde presuntamente habitaban criaturas mágicas.

Unicornios, centauros, sirenas, esfinges, hadas. Senku era escéptico a su existencia a pesar de ser un mago y haber vivido ya muchos siglos. Hasta ese día.

Bajó la mirada un momento, y al alzarla se topó con un par de enormes y brillantes ojos, profundos, vivaces, casi irreales, pero indudablemente hermosos. Su tono aguamarina lo hipnotizaba, pero su expresión de sorpresa no fue solamente por la belleza del rostro frente a él, su lindo cabello rubio y lacio, o sus ropajes azules que parecían hechos de hojas. No, su sorpresa recaía en las espectaculares alas que salían de su espalda.

SenHaku Week 2021Where stories live. Discover now