7. Lecciones de vida

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Anda plácidamente entre el ruido y la prisa
y recuerda que paz puede haber en el silencio.

—. Un, deux, trois, quatre, cinq, six, sept, huit, neuf.

Me tuve que hacer a la idea de que tendría que pasar bastante tiempo en el año dos mil diez, y como había armado una mentira entera con la señora Min sobre enseñarle a tocar piano al Yoongi de quince años, tenía que seguir con esa mentira si quería sobrevivir y eventualmente regresar al dos mil veinte.

Sin embargo, no lo hacía de mala gana. Claro que no estaba ganando dinero por las clases que daba, pero eso no era importante. Creía sabiamente después de hablar con Bo Won, que si toda acción que yo tomara ahora tendría una reacción de igual magnitud pero de sentido contrario en el futuro, podía usarlo a mi beneficencia y la de Yoongi.

Había tomado la máquina por una razón y esa razón era hablar con Yoongi y cambiar su forma de pensar de alguna forma. Cuando me topé con su versión de quince años me lamenté mi impulsiva decisión porque creí que no podría evitar su suicidio puesto que no se lo podía decir textualmente, sin embargo, creo que fue lo mejor que pudo pasar. Si hubiese hablado con su versión de veintidós años, probablemente no habría podido hacerlo cambiar de parecer, pero si tenía acceso a su versión más joven, podía enseñarle muchas cosas valiosas que lo harían apreciar lo que tiene y en un futuro...hacer todo mejor.

Así que con este pensamiento, mi misión ahora sería darle a Yoongi lecciones de vida importantes para mejorar su salud mental.

Y claro, enseñarle a tocar el piano.

—. Un, deux, trois, quatre, cinq, six, sept, huit, neuf.—repitió él mientras su mano izquierda descendía por el teclado del piano en un canon junto conmigo.

Y un poco de francés, ¿por qué no?

—. Ahora, repite el canon tú solo. Usa ambas manos.—indiqué quitando mis manos del teclado y dejando que él tocase por sí solo la melodía que estábamos practicando.—. Muy bien, va de nuevo.

Yoongi volvió a comenzar el acorde y a mitad de este, la estruendosa bocina de un camión en frente de la casa le hizo perder el control y tocar la tecla equivocada. Vi cómo suspiró con frustración y cuando intentó volver a tocar el canon, el sonido del camión y su motor le volvieron a distraer.

—. No puedo.—se quejó alejándose del piano y cerrando la ventana de la habitación. Volvió a sentarse en el banquillo a mi lado y suspiró. Intentó volver a poner sus manos sobre el piano pero lo detuve colocando mi brazo frente a él.

—. Primera regla, Yoongi.—dije con voz queda—. Cuando aprendas a apreciar el ruido, encontrarás paz en el silencio.

Entonces tomé sus manos y las volví a colocar sobre el piano para que volviese a tocar el acorde. Esta vez, intentando no prestarle atención al ruido de la ciudad fuera de las ventanas de la casa. Cuando siguió tocando el canon exitosamente paramos el ejercicio para un descanso y comer un snack. Yoongi había encendido el televisor y ambos estábamos sentados sobre el suelo comiendo un pequeño sándwich.

—. ¿Qué son esas reglas?—preguntó mientras cambiaba los canales hasta encontrar algo bueno que ver.—. ¿Son para ser un buen músico?

—. Son para ser una buena persona, Yoongi.—respondí mordiendo el sándwich sin orillas, recortado así porque a sabía que no le gustaba la corteza del pan.—. Tienes que aprender todas y aplicarlas.

Desiderata; M.ygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora