Frenemies (Maxiel)

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Okay esta es una pequeña adaptación de otro OS que escribí y me pareció que es ideal para estos dos. Después de todo este libro nunca estaría completo sin Maxiel.

Dan era un niño de 14 años, y su vida —desde el punto de vista familiar y económico— no fue tan agradable como quisiera.

No tener un padre presente y no ser opulentamente rico como el resto no era algo que le molestara demasiado, pero desafortunadamente uno de sus compañeros de clase se abusaba de ello. Y es entonces que Max Verstappen hacia su vida miserable.

Se reía de él sin motivos particulares, lo miraba fijamente, saboteaba sus tareas, entre otras bromas menores como tirarle de los rizos y mover su silla cuando se sentaba.

Ese día, Dan se dirigía a almorzar. Cuando compró su almuerzo y se sentó a disfrutarlo, pudo sentir como Max comentaba por detrás suyo "miren, aquí tenemos al niño feo, comiendo solo como siempre"

No sabía por qué, pero le fastidiaba más de lo normal el día de hoy. Quizá luego podría preguntarle. Lo más amistosamente posible.

Cuando lo vio solo, se dirigió hacia el rubio.

—Necesito que hablemos.- le dijo, tomándole por sorpresa.

—Que?

—Por qué me molestas? Yo no te hice nada.

—Pues porque se me da la gana niño feo.

—De verdad te parezco feo? Le dijo acercándose.

—Em.. Pues yo...- la poca distancia entre ellos -además de la superioridad de altura-, le intimidaba.

—¿Que tienes contra mi?- Max no sabía que responder.

—Vete ya Daniel.

—Anda, responde. -Ya se estaba fastidiando.

—Qué quieres que diga?

—¡Solo quiero que me dejes en paz!

—Y si no... que?

—Te romperé esa sonrisa brillante que tienes, niño bonito.- Cuando se alejaba, la voz del otro lo detuvo.

—Aguarda! De verdad te parezco bonito?- preguntó el otro sonriendo. Dan pensó que era irónico y se burlaba.

—Vete a la mierda.

***

Al día siguiente, en la clase de educación física, Dan logró el mejor tiempo; por lo que el profesor lo eligió como capitán del equipo de quemados.

Casualmente Max era su capitán rival, lo cual implicaría que cuando todos fueran eliminados, ellos dos se enfrentarían. Ambos ansiaban por ello. Todos, en realidad.

Cuando el esperado momento llegó, se dieron con todo. Dan ganó, pero le dio un pelotazo tan fuerte al otro que lo hizo caer y rasparse la frente. Por lo que decidió ir a disculparse; apenas vio que entró a la enfermería, se apresuró en acompañarlo.

—Lo siento.

Max lo miró enfadado y bajó su rostro sin decir nada. Dan se acercó y le acarició la mejilla. Max se quedó quieto. Casi hipnotizado por esos grandes ojos marrones fijos en él. Pero luego se dio cuenta de lo que pasaba y se separó.

—¿Q-Que haces?

—Miro tu herida, y te sano.

Tomó un algodón con desinfectante y le limpió la frente, para luego ponerle una bandita protectora.

—En un par de días no tendrás nada.

—Y eso a ti que te importa, idiota. Lárgate de mi vista. Que herido y todo no parezco indigente como tú.

Daniel suspiró resignado y se fue. Pero la enfermera que apenas había llegado escuchó todo, y nada contenta con los insultos de Max, lo reportó.

Así que el niño fue regañado por su madre.

—Que tengamos una posición privilegiada NO significa que vayas por la vida discriminando! Ugh pasas demasiado tiempo con tu padre. Escúchame... Nunca más quiero oír que agredes a otro muchacho, Max!

—Si, ma. Yo no soy así, lo juro. Es solo que Daniel es diferente... y él fue quien me golpeó.- dijo señalando su frente.

—Max, fue en clase, no a propósito. No crees que exageras?

—Claro que no. Si yo no lo molesto, el me molestará a mí. Sobre todo si... si sabe que me gusta...- dijo en voz baja.

Su madre pareció comprender y pese a estar enfadada, sonrió y le besó la coronilla.

—Mira cariño, mañana lo vamos a invitar y le vas a pedir disculpas. Hazte su amigo, así no va a molestarte... Y quizá a él también le agrades.

Max no estaba seguro, pero su madre era su madre. Así que asintió.

***

Al día siguiente, a la hora de salida, Dan se estaba yendo a su casa cuando se aproximaron a él Max y una mujer.

—Hola cariño. Mi nombre es Sophie y soy la mamá de Max. Queríamos invitarte a almorzar a modo de disculpa por lo que pasó entre ustedes... ¿Qué dices?- Max lo miraba con sus ojos brillantes luego de batir las pestañas. El mayor no pudo resistir tan adorable escena.

—Está bien...

Luego de que Sophie les ofreciera bocadillos, los dejó solos para conversar. Max quiso dar el primer paso.

—En verdad lamento lo que dije ayer.-Dan solo lo miraba.—No, en realidad te debo pedir perdón por absolutamente todo. Yo solo... Tenía miedo de caerte mal, y que tu...Bueno. Pensé que si yo te fastidiaba no te meterías conmigo.- La mueca de fastidio de su compañero no fue lo que esperaba.

—Eso es todo? No puedes esperar que luego de todo lo insufrible que fuiste solo venga y te perdone.- el otro hizo un pequeño puchero.

— Por favor.

—No suenas sincero... Además yo nunca golpeé a nadie, ¿Por qué creíste que me caerías mal o que yo intentaría molestarte?- Max respiró hondo.

—No se...

—Dime la verdad. Solo así aceptaré tus disculpas.- Daniel notó que su anfitrión estaba muy nervioso, y trató de ser más gentil con él. —Por favor, solo quiero saber qué ves de malo en mi.

—No hay nada de malo contigo. Ese es el problema.-dijo finalmente alzando la cabeza.

—No entiendo...- sus miradas se cruzaron.

—Que me pareces perfecto, eres el chico más genial que conocí y necesitaba una forma de llamar tu atención.

—Lo dices en serio?- Daniel le tomó las manos entre las suyas.—Es por eso que siempre que me acerco tiemblas, y te pones todo rojito y nervioso? Porque te gusto?

El rubio estaba muy avergonzado y no quería responder... pero casi involuntariamente asintió, haciendo que Dan abra grande los ojos.

—Si...

Susurro para darse vuelta y huir de su propia casa. Pero de ninguna manera Max esperaba que Daniel jalara de él para estrecharle en un abrazo mientras besaba su mejilla. Lentamente se separó, sin dejar de sonreir, y haciendo que él sonriera también.

—Es que no puedo creer que le guste a alguien distinguido como Max Verstappen...- dijo en un tono de voz fresa.

—Cállate bobo.

—Lo que digas dulzura.

Una vez en la cocina siguieron conversando mientras comían sándwiches.

Sus manos libres estaban entrelazadas sobre la mesa.

Y una madre curiosa aguantaba su risa y tomaba fotos mientras se ocultaba tras la pared.


Racing Drivers Gay ShitWhere stories live. Discover now