Soft as Silk (Sewis)

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Luego de servir dos tazas de té, una para el y una para Sebastian, Lewis le cedió a su novio un peine y un cepillo, para luego soltarse el moño que tenía y agitarse el cabello.

Seb le indicó tomar asiento en la silla que había preparado, frotó sus hombros y besó su temple suavemente.

—Listo?

—Ajá.

Sebastian tomó un sorbo de su infusión comenzó a pasar sus dedos suavemente entre las hebras, masajeando con cariño el cuero cabelludo. Lewis hizo un sonido de contento ante los toques.

—Amo que tu cabello sea tan suave.

Susurró en su oído para luego hacerle un mimo en el cuello con su nariz. Lewis soltó una risita y se dejó relajar, concentrándose en Sebastian. El rubio sabía lo que hacía después de todo.

Pero vaya sorpresa se llevó la primera vez que el rubio trenzó su cabello. Supongo que ser padre de dos niñas le había dado la experiencia.

—prefieres las cortas o las largas?

Le preguntó, sacándolo de su nube. Lewis se volteó a sonreírle.

—Como tu prefieras.

El rubio fingió pensarlo, manteniendo una mirada pícara en Lewis.

—Yo te dejaría así, para que tus hermosos ricitos me hagan cosquillas en la nariz cuando descansas en mi hombro o miramos una película.

—Ya, ya Seb. Has las largas, quieres? Pero sin moño. Para que queden sueltas.

—Okay cariño.

Con paciencia, cariño y delicadeza durante los siguientes sesenta minutos, Seb se dedicó a hacer las pequeñas trenzas, mostrándole  a Lewis de vez en cuando cómo iba quedando.

Lewis solo miraba el espejo de mano y asentía, sus ojos buscando los del rubio en el reflejo.

Incluso cuando el rubio no lo miraba, él seguía observando, embobado con la forma en la que Sebastian se mantenía serio, fruncía la nariz y se mordía el labio, entre otras expresiones que denotaban la concentración y el detallismo que tenía para con él.

Ugh estaba perdidamente enamorado del hombre, y momentos como ese lo hacían más que feliz. Se sentía cuidado y querido.

Sebastian lo notaba algo perdido, por lo que repartía besitos por sus hombros para sacarlo de su nube de pensamientos que no siempre era amistosa.

El rubio cuidaba de no jalar, ni hacer movimientos bruscos, ni volver de esto algo tedioso y aburrido para el moreno. Se apresuró a terminar y sonrió cuando la totalidad del cabello quedó trenzada 

—Ya. Listo, amor.

Lewis parpadeó un par de veces y tomó la mano que Sebastian le tendía. Se levantó de la silla y se dejó guiar hasta el gran espejo instalado en la pared.

Sebastian se colocó detrás suyo y acomodó las trenzas a cada lado de su cuello para que Lewis aprecie su trabajo, para luego envolver sus brazos alrededor de la cintura del mayor y esperar su reacción.

—Oh Seb... Muchas gracias. Está perfecto!

El inglés dio media vuelta y atrapó sus labios en un beso.

—Cuando quieras, Lew.

Racing Drivers Gay ShitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora