Capítulo 1

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•Emiliano•

Era viernes papá nos había dejado en la escuela cuando estábamos por entrar pude ver a Diego a lo lejos haciéndome señales desde su auto

-Cúbreme- le dije a mi hermano que en ese momento me miro extrañado pero al ver a Diego comprendió a que me refería

-Bien-respondió aunque yo podía ver un poco de disgusto en su rostro sabía que podía confiar en mi hermano susurré una gracias y camine en dirección a donde se encontraba Diego

-Fiesta en el lago- grito mientras subía al auto

-Genial- respondí forzando una sonrisa claro que era genial, pero eso no quitaba que seguía castigado por la última fiesta, llevaba encerrado en mi casa como prisionero más de dos semanas y como si eso no fuera suficiente papá me había quitado las llaves del auto indefinidamente.

Entonces lo pensé bien llegando a la conclusión de que ya no tenía mucho que perder sabía que Bash tenía que hacer un trabajo en la casa de su amigo Henry y papá lo recogería alrededor de las ocho lo cual me daba una buena cantidad de tiempo para volver a la casa, pero necesitaba mi auto, ya que nadie querría volver conmigo cuando recién la fiesta comenzaba.

Mi curso salía temprano ese día a las 11:30 para ser exactos así que debía estar en casa a las doce para la llamada que haría papá al teléfono fijo esa llamada que hacia para asegurarse que su prisionero estuviera en su celda.

Después de eso podría pasar perfectamente la tarde en el lago y ya me inventaría una excusa para volver temprano.

•Ernesto•

Al dejar a los chicos me dirigí a mi despacho tenía en mis manos un caso corporativo en el cual estaba checando que la empresa en cuestión tuviera todos sus permisos en regla algo bastante aburrido.

El tiempo se me fue volando cuando me di cuenta estaban por dar las doce llame así que tome mi teléfono para llamar a casa
-Si- contesto mi hijo mayor aunque podía notar un poco de irritación en su voz pero hice como si nada

-Hey cielo. ¿Qué haces?-pregunte, pero al momento lo oí resoplar supe que estaba enfadado

-Te he dicho muchas veces que odio que me digas así y que quieres que haga estoy muriendo de aburrimiento en esta prisión- bramo a decir verdad ya me estaba cansando de repetirle que no era mi recluso que no estaba detenido y que la casa no era una prisión a algo similar que solo estaba castigado aparte de que podía hacer cualquier cosa dentro de la casa como mirar la televisión nadar jugar videojuegos mirar su teléfono que era lo que hacia gran parte del día y hasta podía invitar a cualquiera de sus amigos

- Sabes que puedes hacer lo que sea en la casa así que no veo porque el aburrimiento te encanta nadar es viernes hace un buen clima porque no entras a la alberca-sugerí, pero solo escuche otro resoplido

-Bueno si era lo único que querías decir adiós- al final de esas palabras solo escuche el pitido del teléfono y supe que había colgado suspiro y dirigí mi mirada al escritorio, pero me tope con un dibujo enmarcado que tenía sobre mi escritorio al lado de este estaba una fotografía de mi familia, pero mi mente viajo específicamente al día que se creó ese dibujito.

Era la tercera vez que llevaba a Emi a su cama sin contar las que mi esposa lo había llevado

-Pero papi no quiero dormir- decía mi niño por milésima vez mientras daba pequeños brinquitos a mi alrededor estaba un poco cansado de subir y bajar las escaleras, pero por alguna razón no me podía molestar con esos ojitos

Destruido Where stories live. Discover now